Por Jorge Alberto Garrappa
“Cuando volví a Roma de la Galia y de la España, bajo el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintillo, llevadas felizmente a termino las campañas en aquellas provincias, el Senado decretó que se debiese consagrar un ara (altar) a la Paz augusta en el Campo Marzio y ordenó que, en él, los magistrados, sacerdotes y las vírgenes vestales celebrasen cada año un sacrificio".
Con estas palabras, Augusto, en su testamento espiritual, trasladaba la voluntad del Senado de construir un altar a la Paz, a continuación de las campañas -por el llevadas a cabo- al norte de los Alpes entre el 16 y el 13 a.C. La inauguración del “Ara Pacis Augustea”, tuvo lugar el 30 de enero del 9 a.C.El proyecto original contemplaba un conjunto integrado por el Ara y un gigantesco reloj solar. La instalación urbanístico - ideológica -ideada para el Campo Marzio (Marte) septentrional- tuvo vida breve y, en pocas décadas, la integridad del Horologium (Reloj) resultó comprometida. En el área se determinó un general e irreversible proceso de descenso de la cota del terreno, debido en gran parte a las crecidas del Tevere (Tiber).
“Cuando volví a Roma de la Galia y de la España, bajo el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintillo, llevadas felizmente a termino las campañas en aquellas provincias, el Senado decretó que se debiese consagrar un ara (altar) a la Paz augusta en el Campo Marzio y ordenó que, en él, los magistrados, sacerdotes y las vírgenes vestales celebrasen cada año un sacrificio".
Con estas palabras, Augusto, en su testamento espiritual, trasladaba la voluntad del Senado de construir un altar a la Paz, a continuación de las campañas -por el llevadas a cabo- al norte de los Alpes entre el 16 y el 13 a.C. La inauguración del “Ara Pacis Augustea”, tuvo lugar el 30 de enero del 9 a.C.El proyecto original contemplaba un conjunto integrado por el Ara y un gigantesco reloj solar. La instalación urbanístico - ideológica -ideada para el Campo Marzio (Marte) septentrional- tuvo vida breve y, en pocas décadas, la integridad del Horologium (Reloj) resultó comprometida. En el área se determinó un general e irreversible proceso de descenso de la cota del terreno, debido en gran parte a las crecidas del Tevere (Tiber).
Los arquitectos romanos buscaron entonces proteger el Ara Pacis con la construcción de un muro que pudiese frenar este proceso de asentamiento. Obviamente, de nada valió esta precaución contra el continuo proceso de enterramiento del área.
El destino del Ara Pacis aparecía sellado y su clausura irreversible. Por más de un milenio el silencio cayó sobre Ara Pacis, haciendo perder hasta la memoria del monumento.
La recuperación del Ara Pacis, iniciada en el siglo XVI, se concluyo cuatro siglos después con la recomposición del monumento en 1938.
En efecto, en febrero de 1937, el Consejo de Ministros en vista del bimilenio del nacimiento de Augusto decretó el reinicio de las excavaciones, con el empleo de técnicas de vanguardia.
Entre junio y septiembre de 1938, contemporáneamente con las excavaciones, se desarrollaron las obras del pabellón, que debía contener la reconstrucción del Ara Pacis sobre el Lungotevere (costanera).
El 23 de septiembre, el día mismo de la clausura del año augusto, Mussolini inauguró el monumento.
Apenas se cruza el Puente Cavour, se encuentra el nuevo complejo museal del Ara Pacis cuyo proyecto fue confiado a Richard Meier & Partners Architects, estudio estadounidense al cual se deben notables proyectos de museos en el curso del siglo XX. La construcción fue asignada a la empresa italiana Maire Engineering.
El complejo es gestionado desde 2006, por la Administración comunal, la Superintendencia de los Bienes Culturales y la Oficina Ciudad Histórica.
El edificio debía ser permeable y transparente en relación al ambiente urbano, sin comprometer el monumento.
Un organismo lineal que se desarrolla a lo largo de un eje principal norte-sud y se articula en áreas descubiertas, ambientes completamente cerrados y en zonas cerradas, aunque visivamente abiertas a la penetración de la luz.
El nuevo complejo museal, esta subdividido en tres sectores principales. En el primero, una Galería cerrada a la luz natural, a la que se accede mediante una escalinata che supera el desnivel entre Via di Ripetta y el Lungotevere y relaciona la nueva construcción a las Iglesias neoclásicas que están delante.
La escalinata presentaba dos elementos que debían retrotraernos al pasado: una fuente (símbolo del puerto de Ripetta) y una columna (símbolo del obelisco existente en la época augusta) que ya no está.
La Galería, que alberga los servicios de recepción, tiene la doble función de recibir las visitas al monumento y de "escudar" o proteger el Ara desde el sud.
El Pabellón central es, donde de día, el Ara está inmersa en la luz difusa de los lucernarios y de amplios cristales filtrantes (1500 m2 de vidrio templado en placas de 3 x 5 m).
El tercer sector, al norte, tiene una Sala de convenciones de dos pisos con locales de servicios. Una amplia terraza abierta al público balconea sobre el Mausoleo de Augusto. Disfrutando el desnivel existente entre el Lungotevere y via di Ripetta, ha sido recabado un vasto plano semi-enterrado, flanqueado por el Muro delle “Res Gestae” ("Las gestas del Divino Augusto"), único elemento conservado del antiguo pabellón.
La elección de materiales busco la integración con el ambiente circundante: el travertino, como elemento de continuidad cromática, el revoque y el vidrio a fin de obtener una compenetración entre el interior y el exterior. Un moderno efecto de volumen y transparencia, de llenos y vacios.
Tratándose de un museo, el microclima interno fue confiado a un complejo sistema de climatización que responde a dos esenciales requisitos: ser lo más discreto posible respecto a la arquitectura circundante y reaccionar rápidamente a causas perturbadoras a las condiciones térmicas y de humedad.
Este museo es la primera obra arquitectónica realizada en el centro histórico de Roma desde la caída del fascismo hasta nuestros días.
Como siempre sucede con estas obras, que deben “coser” o, mejor dicho, integrar de la mejor manera lo nuevo con lo preexistente, ha desatado todo tipo de polémicas en la Ciudad Eterna.
El Sindaco Alemanno está impulsando un proyecto que busca, por un lado demoler el muro de Meier pues este oculta parcialmente la vista de las iglesias de San Girolamo y San Rocco y, por otro, desplazar la Fontana de los Navegantes.
Frecuentemente los arquitectos percibimos que, si tuviesemos la oportunidad de volver a proyectar la misma obra, seguramente hariamos varios cambios. Esperemos que esta nueva intervencion mejore todo lo bueno realizado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario