A continuacion, la Ponencia presentada por el Prof. Arq. Jorge Alberto Garrappa, durante la “SETTIMANA EUROPEA SUL PAESAGGIO - UNIVERSITÉ D’ÉTÉ 2009 - COLLOQUI DI AROSIO SUL PAESAGGIO”, desarrollada en la Ciudad de Erba (Provincia de Como), Lombardia, Italia, entre el 26 y el 28 de Agosto de 2009.
La version original del texto en italiano fue publicada recientemente en el tomo correspondiente a la Edicion VI de este evento anual, en los Establecimientos Emile Bruylant - Societe Anonyme - Bruxelles - Belgique.
(ISBN 978-2-8027-2907-5)
SIGLO XXI: REPOBLAMOS EL CAMPO?
de
Jorge Alberto GARRAPPA
Universidad Católica de Santa Fe (Argentina)
Las grandes extinciones de las especies animales sobre la tierra, parecen lejanas, como los inmanes cambios geomorfológicos, físicos y químicos.
El hombre moderno ha cambiado su propia relación con el territorio y ha transformado el paisaje…y como!
Hoy tenemos un paisaje rural diferente, mutable, producto de las vicisitudes de la historia y de la economía del País.
El granero del mundo
Retrocediendo en la historia de América Latina, la Argentina de 1880, bajo el lema “gobernar es poblar”, se transformaba en un País agrario, productor de materias primas, ganándose el nombre de “Granero del Mundo”.
Muchos piensan que este rol le vino asignado por las potencias europeas que, entonces, mandaban en el mundo industrializado.
Hasta el diseño original de la estructura ferroviaria argentina –hecha por ingleses y franceses- formaba una suerte de “abanico” o “embudo”, cuyo vértice terminaba en el puerto exportador de Buenos Aires.
En aquella época el paisaje agrario era absolutamente diverso del actual, y los campesinos –mayormente emigrados italianos- habitaban y trabajaban en medio de aquella campaña inmensa, poco antes civilizada, en torno a pequeños caseríos y pueblos que funcionaban como soporte logístico de sus unidades productivas.
La agricultura tuvo un cambio cualitativo durante aquella revolución industrial agrícola de los siglos XVIII y XIX pero es en el siglo XX, cuando se desarrolla una agricultura de altos insumos -llamada “revolución verde”- y hacia fines del siglo XX y principios del XXI, cambia aun con el desarrollo de la biotecnología, es decir, de la ingeniería genética y la clonación.
La fiebre de las chimeneas
En 1914, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña, la Argentina contaba 7.904.000 habitantes y, en 1947, presidida por Juan Domingo Perón, alcanzaba población de 15.894.000 personas.
Más allá del crecimiento geométrico de la población, a mediados del siglo XX, el profuso proceso industrial vaciaba el campo y llenaba las ciudades de “peones” y “braceros” que querían transformarse en “operarios”.
La “fiebre de las chimeneas” hacia mudar miles de personas y familias a los suburbios de la Capital Federal y de otras “megalópolis” como Córdoba o Rosario, en la Región Central.
Las mayores posibilidades de trabajo y bienestar se habían desplazado a los centros urbanos por lo cual era preferible ser “ciudadano” que “campesino”.
Mejor ser cirujano, abogado o ingeniero que continuar la “lucha”, de la mañana a la noche, contra las fuerzas de la naturaleza, los cultivos o la cría de animales.
Se había producido un cambio de cultura, pero no solo; el campo servía a las ciudades y a las necesidades del comercio exterior de la alimentación, mientras las ciudades rebalsaban sobre las llanuras modificando el paisaje agrario circundante.
Los propietarios de la tierra ahora residían en la ciudad mientras sus dependientes trabajaban las unidades productivas y, contemporáneamente, proveían a los ciudadanos –entre ellos sus patrones- la materia prima destinada a una alimentación que mejoraba sea en calidad sea en cantidad.
Nacían los mega-cinturones periféricos mixtos que tomarían el mote de “Gran”, así surgen el Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Gran Córdoba, Gran Mendoza, etc.
Y en la extrema periferia, un nuevo cinturón marginal se formaba con las llamadas “villas miseria”.
La Argentina tiene una superficie de 3.761.274 Km2 y, según el censo de 2001, una población de 36.260.130 habitantes.
Cuenta en el Área Metropolitana de Buenos Aires en conjunto 11.417.630 habitantes (solo la Capital Federal: 2.768.677 y el Conurbano bonaerense: 8.684.953) mientras Córdoba sumaba 1.368.301 y Rosario 1.159.004 personas.
La diáspora ciudadana
En los últimos años, la “diáspora campesina” hacia las ciudades industriales, ha comenzado a ir en retro marcha y no por elecciones sociales, sino por un motivo bien diferente: la seguridad o mejor dicho, la inseguridad.
La explosión de “barrios cerrados” -en suburbios o zonas rurales- llamados “countryes” (cual referencia a “País” en lengua inglesa), ha hecho que los ciudadanos se conviertan en neo-campesinos y, por consecuencia, modifiquen el paisaje rural pre-existente.
También el paisaje cultural urbano ha cambiado mucho. Los centros históricos y comerciales de las grandes ciudades están contaminados, no solo por los automóviles o por el humo de las fabricas más o menos cercanas, sino por los altos índices de criminalidad urbana (robos o secuestros “express” seguidos de muerte).
A parte de esto, las calles están de tal manera invadidas por “piqueteros”, grupos de lava-vidrios, travestis, jóvenes alcoholizados y drogados –generalmente violentos-, que han hecho que los (viejos) residentes de estas zonas privilegiadas se vayan cuanto más lejos, mejor.
Aquellos que –por motivos económicos- no se pueden ir, buscan en cambio protegerse de cualquier modo.
Aun las más increíbles soluciones se han visto en los últimos tiempos como la erección de un muro, alto dos metros, a lo largo de una calle entre dos barrios de Buenos Aires!
He aquí porque muchos deciden moverse hacia el campo y prefieren hacer un buen número de kilómetros al día para ir a trabajar, pero vivir en una realidad más aceptable.
El nuevo paisaje rural
“Comprendemos el paisaje como el ordenamiento espacial impuesto o ambiente socialmente construido que combina poder político - económico con legitimación cultural que reconfigura elementos vernáculos pre-existentes con la finalidad de crear un nuevo sentido de la experiencia de lugar” (Zukin 1996).
Allí, donde antes había un cultivo variopinto, ahora hay un edificio colorido en medio de un parque bien cuidado, al lado de una autopista hipertransitada.
Como una constelación, los “countryes” se despliegan sobre la campiña verde que circunda las grandes y pequeñas ciudades industriales del País entero.
Poco a poco, la vida intra-muros de aquellos ciudadanos “emigrados”, va cambiando radicalmente: los nonos escapaban de los fantasmas de la miseria y del hambre en tercera clase de un barco hecho especialmente para transportar gente pobre, sus nietos se mudan a un “country” en búsqueda de seguridad.
En búsqueda de una vida segura
Estas actividades privadas son simultáneamente representativas de operaciones de recualificación de aéreas suburbanas no cualificadas y de la peri-urbanización de sectores medios en espacios separados de la centralidad metropolitana.
He aquí los objetivos principales de estos barrios cerrados:
• Están circundados por cintas murarías y rejas, es decir se pone de manifiesto una fuerte barrera física.
• El ingreso está restringido a personas no autorizadas, haciendo más evidente y visible la segregación urbana.
• A veces, estos complejos, son levantados en los limites mismos de “villas miseria” por lo que las diferencias sociales se hacen aun más evidentes.
• Sus habitantes buscan la homogeneidad económico-social y un estilo de vida determinado.
• Constituyen una “solución” a la problemática de la inseguridad social urbana y privatizan el espacio público.
A pesar de las previsiones tomadas por los planificadores –al diseñar el territorio- y de los inversores, la seguridad social no se puede jamás garantizar con una cinta muraria, sino con políticas sociales, educación y controles.
En la década de los ’80 había solo una veintena de “countryes” en cercanías de la Capital, veintisiete años más tarde son más de 700.
Estos proyectos ocupan más de 350 km2, o sea, 1,7 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
Hasta 1991, eran bien pocos los que Vivian en estos barrios privados de manera permanente, más aun, estos edificios eran considerados y usados como “casas de campo”.
En 1994, eran cerca de 1500 las familias residentes y hoy más de 400.000 personas, de los cuales 150.000 jóvenes y niños.
En búsqueda de una vida sana
De este proceso de “traslado” y reorganización social resulta un nuevo tipo de uso sea de las ciudades sea del campo.
Se valoriza más la red menos densa del tejido urbano, las aéreas abiertas, el paisaje prevalentemente verde y la vida más serena.
Se dejan a las áreas centrales de las ciudades las funciones administrativas, el terciario, el comercial, los edificios públicos, aun cuando esto nos hace más dependientes de los medios de transporte privados o públicos, estos últimos en nuestro caso, ya obsoletos.
Otros en cambio, que no quieren vivir encerrados en las ciudades o en “countryes”, deciden comprar “chacras” cuyos antiguos cascos son refeccionados con todas las instalaciones y equipamientos modernos, para hacer la huerta, los frutales o, cultivar algún pedacito de tierra y criar hijos y nietos como en la época de los antepasados, gozando contemporáneamente de los servicios modernos.
El agro turismo
Por causa del stress que conlleva la vida moderna, la “clase media ciudadana” elige reencontrarse con el paisaje natural, descubrir la convivencia con otros, gozar de buenas comidas típicas, el folklore, perfumes y sabores diversos.
Sobre la extensión del territorio argentino la actividad se desarrolla en establecimientos de diverso tipo, escala y categoría.
Son más de 500 las estancias de alrededor de 50.000 has., campos medios, “chacras” de 1 ha.- que están activas, a veces de más de 200 años.
Algunas casas se caracterizan por la arquitectura francesa, italiana, inglesa o estilo colonial español, muy espaciosas y amuebladas con lujo.
En cada zona geográfica del País es posible encontrar tipologías diversas, según el diverso ambiente natural, desde el norte seco y cálido hasta el frio del sur oceánico, pasando por la faja central templada.
Las actividades de descanso mas requeridas van de la pesca a la caza, de los paseos a caballo al "trekking", la observación y la exploración de la naturaleza.
La alimentación
En 1920 se alcanza el punto más alto de los cambios alimentarios de la República Argentina.
Pero, obviamente, no es una cocina enteramente argentina sino una cocina de la emigración, modificada al gusto argentino.
Esto sorprendió muchísimo a los italianos que se llegaron a la Argentina y se encontraron delante a ellos sus platos típicos pero preparados en un modo diferente y con otros ingredientes.
El “boom de la soja”, desencadenado por los altos precios internacionales del producto debido a la gigantesca demanda de China, los bajos precios del ganado “en pie”, y también de la leche, han hecho posible otro cambio del paisaje agrícola.
De la cría y de la producción de leche, los productores se han desplazado hacia el cultivo de soja. Esto ha puesto de tal modo en duda la producción de carne y de leche de prever su importación en 2010.
Parece increíble, pero podría darse, si no cambian radicalmente las políticas nacionales que apuntan a aumentar los precios y el numero de “madres” y terneros a niveles históricos.
Las nuevas especies en extinción
Tanto para lanzar una ligera mirada sobre las nuevas especies en extinción, quiero decirles que estos cambios culturales y del paisaje, han también modificado la biodiversidad.
En Argentina, se ha desencadenado hace poco una epidemia de “Dengue”, la enfermedad transmitida por un tipo de mosquito egipcio.
Pero porque estos mosquitos viven entre nosotros y se multiplican para transformarse en una pandemia de gran escala?
Es verdad que la pobreza, el abandono y la negligencia oficial han contribuido, pero también porque murciélagos, ranas y sapos han casi desaparecido.
Se sabe que un sapo puede comer 15000 insectos al mes y un murciélago más de 600 al día. Porque entonces quedan tan pocos murciélagos y sapos? No hay motivos unívocos sobre el particular pero es verdad que, en nuestra infancia, estábamos habituados a ver sapos y otros insectos que devoraban los mosquitos.
Pienso que las fumigaciones masivas, para proteger los cultivos o contra los mosquitos, hayan envenenado murciélagos, sapos y ranas, mientras los mosquitos son siempre más resistentes.
Y así también con otras especies de pájaros y serpientes, en relación con las ratas, que han desaparecido y, por ende, hecho posible un peligroso desbalance biológico.
Recientemente, en la Provincia de San Luis, se ha propuesto criar e repoblar los alrededores de las ciudades con sapos como respuesta estratégica a la difusión y contagio del “dengue”.
Conclusiones
• Como se ha dicho, muchas son las causas de las migraciones sociales entre campo y ciudad y, en verdad, parece improbable que en los próximos años la diáspora ciudadana se pueda frenar.
• Paradojalmente, es la población que habita en ciudades la que tiene la decisión sobre el destino del paisaje circundante, aun cuando no conoce bien cuales sean las responsabilidades.
• Existe la certeza que se puede vivir en el campo con las comodidades de la ciudad, o sea en un barrio de “chacras” con servicios de depuración de aguas, banda ancha, televisión y telefonía satelital, protegidos por una guardia privada y lejos de “grupos sociales marginales”.
• Desde el momento en que un terreno, de alrededor de 4000 m2, puede costar más de 130.000 dólares, el sector inmobiliario y de la construcción presionaran fuertemente para dar continuidad a estos proyectos de los cuales obtendrán grandes ganancias.
• Cierto es que la falta de políticas de Estado, de protección del paisaje y del medio-ambiente, hará siempre más difícil decir que no a grandes inversiones económicas que persiguen solo el provecho.
• La transformación de la estructura paisajística, se debe no solo a la creciente ocupación territorial por urbanizaciones, sino por el incremento de la frontera agrícola asociado al monocultivo de la soja.
• Por consecuencia, la fragmentación del paisaje, la pérdida o reducción de hábitat, es la causa principal de la extinción de especies en los últimos tiempos.
• Seria por ello optimo lograr un equilibrio entre ciudad y campo mediante una descentralización industrial combinada con políticas sociales de redistribución de los recursos naturales y de la riqueza económica.
• La carencia por años, de leyes que protejan el patrimonio natural, ha hecho posible que grandes grupos económicos multinacionales, se lleguen al sud de la Argentina con motivo de apropiarse de la gestión del agua que, según los expertos, faltara en muchas zonas geográficas en los próximos años.
• Finalmente, otra “espada de Damocles” esta sobre la cabeza de los argentinos que ven como se está alejando la plataforma continental de las Islas Malvinas a 350 millas en torno al archipiélago e Inglaterra podría hasta pretender controlar un buen pedazo de la Antártida.
A esta altura...que harán los argentinos? Que será del estupendo paisaje de la Tierra del Fuego, de la Patagonia y del partido turístico y agro turístico que podrían sostener y potenciar?
Volveremos a repoblar el campo?
RESUMEN
“SIGLO XXI: REPOBLAMOS EL CAMPO?”
El relator realiza una intervención interesante cuyo título representa bien el gran cambio que la Argentina está en tren de abordar, donde el mundo agrario fuerte y aferrado al pasado, se encamina a sufrir una transformación producida por la historia y la economía de este país y de otros países de la América del Sur.
La Argentina estaba considerada, en 1880, el “Granero del Mundo”. El anhelo de un nuevo desarrollo había comenzado a ser difundido en 1914 y el campo llenaba la ciudad de mano de obra y jornaleros que, en adelante, se volverían obreros.
Los mega-cinturones suburbanos tomarían el nombre de “Gran”, naciendo así el Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Gran Córdoba,…
Durante los últimos años del Siglo XX, apenas pasado, no había más paisanos yendo a la ciudad, pero hay una “retro marcha”, no por elección social, sino por una razón diferente: la seguridad y un nuevo modelo de vida. Así el campo cambia también él. Los abuelos, de estas nuevas generaciones de ciudadanos, escaparon de los fantasmas de la miseria y del hambre en tercera clase, hoy sus descendientes se mudan a un “country” en busca de una vida mejor.
Existe una reorganización social de la utilización de las casas y viejos cascos de estancias que son refuncionalizados con todas las instalaciones modernas, para luego hacer huertos, plantar frutales, cultivar un trozo de tierra en beneficio, al mismo tiempo, de la crianza de los niños como en la época de sus antepasados.
He aquí la nueva Argentina, por una protección diferente del paisaje, como la presenta el relator ítalo-argentino.