Por
Jorge Alberto Garrappa
Quien
teme decir lo que piensa, tal vez pueda calificar este articulo como “políticamente
incorrecto”.
Siempre
he considerado que la historia solo puede ser comprendida en su contexto espacio
temporal y no se la debe recortar nunca a la medida de cada uno.
Cualquier interpretación sesgada de los acontecimientos históricos puede resultar
engañosa, facciosa y, por ende, fragmentaria.
Este
24 de marzo, ante tanta falsedad simbólico-ideológica, malversación histórica y
tanta violencia verbal, me pareció oportuno ser “políticamente incorrecto”.
Solo un poco.
Solo un poco.
Si,
en cambio, pretendía ser la conducción del nuevo proceso político que se
iniciaba y un referente estratégico de nuestro país en el exterior.
En
ese marco, Isabel solo sería lo que había sido siempre: la compañera fiel de
Perón.
Solo
por orden expresa de su marido exiliado, debió cumplir misiones políticas
correctivas ante las frecuentes desviaciones del peronismo proscripto y dividido.
La
traición de Campora y de Montoneros fue la pinza que hizo estallar,
deliberadamente, los planes de Perón.
Los
infiltrados en el aparato del estado y en las organizaciones políticas y
sindicales, estaban convencidos que la revolucionaria era Evita.
No
Perón.
El
enemigo intimo del General había puesto en marcha un mecanismo de tiempo para eliminarlo,
tomar el poder y construir una Argentina socialista como la Cuba castrista o el
Chile de Allende.
A
Perón no le quedo más remedio que obligar a Campora a llamar a elecciones y asumir
el gobierno junto a alguien de confianza moldeado en su propio crisol: Isabel
Martínez.
No
podía confiar en nadie más.
La formula Peron-Isabel recolecto el 61,85% de los votos pero Montoneros le contesto, solo dos días después, asesinando a Rucci en una emboscada.
La formula Peron-Isabel recolecto el 61,85% de los votos pero Montoneros le contesto, solo dos días después, asesinando a Rucci en una emboscada.
Ante
esta abierta provocación, el viejo General puso en práctica su ya histórica
estrategia del equilibrio de las cargas.
Ante
el avance inusitado de esa izquierda marxista violenta le dio carta blanca a la
derecha peronista de Osinde, Lopez Rega
y compañía.
Tambien violenta.
Trato de resguardar a algunos grupos juveniles para no caer en la trampa de la lucha armada foquista como herramienta de construcción democrática del país y pensar en el trasvasamiento generacional del movimiento.
No alcanzo.
Tambien violenta.
Trato de resguardar a algunos grupos juveniles para no caer en la trampa de la lucha armada foquista como herramienta de construcción democrática del país y pensar en el trasvasamiento generacional del movimiento.
No alcanzo.
Tal
como lo había previsto la conducción de Montoneros, la salud de Perón no resistiría
mucho la desobediencia y la creciente violencia a la que ellos sometían diariamente
al gobierno y pueblo argentinos.
En
efecto, poco después de echarlos de la Plaza de Mayo y desenmascararlos delante
de todos, el 1° de julio de 1974, el jefe murió.
Isabel
no tuvo más remedio que ser la primer mujer Presidente de un país profundamente convulsionado
y gravemente enfermo.
María
Estela Martínez hizo lo que pudo y como pudo. Muy pocos la ayudaron.
Propios
y extraños, le alcanzaban cada día un nuevo salvavidas de plomo a la viuda de Perón.
Al
final, pretendieron que traicionase a su marido renunciando pero, en un último
gesto de lealtad, ella se negaria.
Luder
y cía. dejaron de ser una opción potable para los militares que decidieron dar el
golpe el 24 de marzo de 1976.
Isabel
pago los platos rotos y fue a parar presa a El Messidor durante cinco años
mientras, muchos de los traidores que la entregaron la negaron más de una vez como
Judas y quedaron libres.
Ella
soporto la prisión y el escarnio de casi todos los argentinos en un riguroso
silencio.
Desde
prostituta e inepta hasta responsable de los crímenes de la Triple A, fue acusada.
Aun
así, jamás pudieron quebrar su silencio.
Con
el retorno de la democracia en 1983, el Presidente Raúl Alfonsín la invito -junto
al ex Presidente Arturo Frondizi- a la Casa de Gobierno, en un fuerte gesto de unión
de los argentinos.
Después
se volvio a recluir en España, respondió ante la justicia cuando esta lo reclamo y se
negó sistemáticamente a intervenir en la política argentina de cualquier
manera.
Se
podrá decir muchas cosas de Isabelita pero jamás que haya contribuido a agrandar
la profunda grieta que divide a la Argentina.
Otros
ex presidentes también han optado por mantener un respetuoso silencio de manera
de no entorpecer la institucionalidad siempre en vilo de este país.
En
las antípodas encontramos a la ex presidente derrotada en las últimas elecciones
del 2015.
La jefa de esa organización llamada precisamente “La
Campora”, debería tomar nota de este ejemplo respondiendo a los reclamos de la
justicia y contribuyendo a la unión nacional llamándose a silencio en vez de alimentar
ese odio desestabilizante que envenena
el alma y la mente de los argentinos.