Por Jorge Alberto Garrappa
No es ninguna novedad el hecho de descubrir la genialidad y el grado de desarrollo tecnológico alcanzado por los romanos en la época del Imperio.
Bastaría ver las míticas vías empedradas que, naciendo de la capital, atraviesan toda Italia.
Bastaría ver las “domus” pompeyanas, con sus impluvios y compluvios, que permitían recoger y almacenar el agua de lluvia para luego utilizarla de distintas maneras.
Bastaría ver los pequeños orificios, realizados en el pavimento de mármol del Panteón de Agripa, con los que –imperceptiblemente- se evacua el agua de lluvia que entra desde el óculo superior del gran monumento funerario.
Bastaría ver los magníficos acueductos que atraviesan los valles, entre las colinas, para conducir las aguas surgentes al centro poblado.
Todas obras de arquitectura, ingeniería e infraestructura que aun hoy sorprenden tanto a legos como a especialistas.
Dicen que conocer las fuentes de Roma ya justifica un viaje. De cualquier manera, recorriendo la ciudad -a pie y con una botellita de agua surgente- uno se encuentra a cada paso con estas monumentales obras de arte e ingeniería hidráulica.
Dicen también que, cada fuente de Roma, es el punto terminal de algún acueducto romano.
Mi espíritu periodístico me llevo a investigar sobre el particular y, mi espíritu docente, a condensarlo en un informe para su análisis y debate en los claustros.
Hay que decir que, los romanos, preferían que el agua de sus acueductos fluyese cuesta abajo, por gravedad, con lo que se evitaba aplicarle presión para que corriera.
Si, por el motivo que fuese, esto no era posible, el ingenio romano encontraba la solución con la construcción de “sifones”.
Los sifones funcionaban como vasos comunicantes, compuestos por tres elementos: un tubo descendente, uno horizontal y uno ascendente.
El tubo descendente era de mayor diámetro que los otros dos para que el agua adquiera presión suficiente y, una vez atravesado el tubo horizontal -que evita el cambio violento de dirección-, ascienda y continúe su camino.
Si uno ve el trazado de los acueductos de la antigua Roma, puede apreciar una especie de araña con centro en el núcleo urbano.
Bien, estos acueductos tienen sus nacientes en ríos y surgentes y sus terminales en establecimientos de baños (termas) o en distintas fuentes.
Dijimos que once son los acueductos de la Roma Antigua: Aqua Appia, Aqua Vetus, Aqua Marcia, Aqua Tepula, Aqua Iulia, Aqua Virgo, Aqua Alsietina, Anio Novus, Aqua Claudia, Aqua Traiana y Aqua Alexandrina.
Se sumaron en épocas de la Iglesia: Aqua Felice, Aqua Acetosa y Acqua Angelica, entre otros.
De las más de doscientas fontanas monumentales ubicadas en las terminales de estos acueductos o en algún tramo de su recorrido, elegí las siguientes:
Fontana dell’Acqua Acetosa (avinagrada) en el Piazzale Acqua Acetosa (zona Parioli). Proviene del acueducto Acetosa (Bernini s. XVII).
Fontana Ara Coeli (Altar de los Cielos) en la Piazza d’Ara Coeli (zona Piazza Venezia). Agua proveniente del acueducto Felice (Porta-Gucci-Brasca s. XVI).
Fontana del Babuino en Via del Babuino (Zona Campo Marzio). Sus aguas provienen del acueducto Felice.
Fontana delle Api (abejas) en Piazza Barberini (Zona Ludovisi-Colonna). Proviene del Aqua Marcia (Bernini s.XVII).
Fontana del Tritone en Piazza Barberini (Zona Ludovisi-Colonna). Acueducto Acqua Felice (Bernini s.XVII).
Fontana de la Bocca della Verita (boca de la verdad) en Piazza Bocca della Verita (Zona Rione Ripa). Acqua Felice (Bizzaccheri-Bai-Moratti s.XVIII).
Fontana della Dea Roma (diosa Roma) en Piazza del Campidoglio (zona Rione Campitelli). Acqua Felice (Bartolani s.XVI).
Fontana dei Leoni Capitolini en subida Campidoglio (zona Rione Campitelli). Acqua Felice (Pietrangeli s.XVI).
Fontane del Palazzo di Giustizia en Piazza Cavour (Zona Prati). Acqua Paola (Claderini s.XX).
Fontana di Piazza Colonna (columna de Marco Aurelio) en Piazza Colonna. Acqua Vergine (De la Porta s.XVI).
Fontana del Colosseo en Piazza del Colosseo. Acqua Felice,
Fontane di Borgo Vecchio en Via della Conciliazione. Acqua Paola (s.XVII).
Fontana della Farnesina en Piazza della Farnesina. Acqua Marcia (Pomodoro s.XX).
Fontana dei Fori Imperiali en Via dei Fori Imperiali. Acqua Felice.
Fontana dell’Acqua Paola en via Garibaldi (Zona Gianicolo). Acqua Paola (Fontana-Ponzio s.XVII).
Fontana dei Fiumi (Danubio, Nilo, de la Plata y Ganges) en Piazza Navona (zona Parione). Acqua Vergine (Bernini s.XVII).
Fontana del Moro en Piazza Navona. Acqua Marcia (Della Porta-Bernini s.XVI-XVII).
Fontana del Nettuno en Piazza Navona. Acqua Vergine (Della Porta s.XVI).
Le quattro Fontane en Via delle quattro Fontane. Acqua Felice (s.XVI).
Fontana del Pantheon en Piazza della Rotonda. Acqua Vergine (Della Porta s.XVI).
Fontana delle Naiadi en Piazza della Repubblica. Acqua Marcia (Guerrieri s.XX).
Fontana di San Giovanni in Laterano en Piazza San Giovanni in Laterano (Zona esquilino). Acqua Felice (s.XVI).
Fontana di Santa Maria Maggiore, en Piazza Santa Maria Maggiore (zona esquilino). Acqua Felice (Maderno s.XVII).
Fontana di Santa Maria in Trastevere en Piazza S. Maria in Trastevere (zona Trastevere). Acqua Paola (Fontana s.XVII).
Fontana della Barcaccia en Piazza di Spagna (zona Campo Marzio). Acqua Vergine (Bernini s.XVII).
Fontana di Trevi en Piazza Trevi. Acqua Vergine (Salvi s.XVIII).
Fontana di Trinita dei Monti (zona Campo Marzio). Acqua Felice (Lippi s.XVI).
Fontana dell’Adriatico en Piazza Venezia. Acqua Marcia (Quadrelli s.XX).
Fontana del Tirreno en Piazza Venezia. Acqua Marcia (Canonica s.XX).
Fontana del Viminale en Piazza del Viminale (ministero dell’Interno). Acqua Felice (Manfredi s.XX).
Además de estas y otras muchas fuentes, durante todo el trayecto de los acueductos, surtidores de fundición o piedra (llamados “nasoni” o narizones por la forma de su pico) vierten agua potable apta para el consumo humano.
La estrecha relación con el agua fue, es y será una característica distintiva del pueblo romano. A punto tal que, hasta ahora, la Comuna (SPQR Senatus PopulusQue Romanus) no ha logrado llevar adelante ningún proceso de privatización de este servicio público.
Ni que decir de la calidad del agua, que permanentemente vierten los narizones y fuentes romanas. Ella es excelente y fresca como ninguna.
Claro, esto hace perder fortunas a los embotelladores de agua mineral que ven como millones de turistas y residentes recargan incesantemente sus botellas mientras disfrutan de las bellezas de la Ciudad Eterna.