"Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje. Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro, nadie os lo disputará; entonces habrá prosa, habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza." DOMINGO F. SARMIENTO



sábado, 16 de marzo de 2013

ARGENTINOS ... “SURSUM CORDA” !

Por Jorge Garrappa
 
 
No pensaba escribir este artículo pero las circunstancias actuales lo ameritan y me obligan, como católico y como argentino, a hacerlo ... con el corazón en alto.

 

A pocas horas de ser electo Papa de la Iglesia Católica Universal un argentino, se ha desencadenado una virulenta campaña de desprestigio contra el flamante Sumo Pontífice, Jorge Mario Bergoglio: Papa Francisco.

Campaña que, paradójicamente, no tiene origen en oscuras oficinas del servicio de inteligencia de algún centro de poder internacional, sino en Argentina, la Patria misma del nuevo Papa.

Con el viejo truco de “mentir y mentir pues algo quedara”, sectores y organizaciones cercanas al poder político de turno, con la logistica de algun “periodista” (?), ex - dependiente de la Secretaría General de la Presidencia del gobierno de facto del General Onganía y miembro de una organización armada de los años '70, intentan desacreditar la legítima decisión del Conclave de 114 cardenales y ahogar la alegría de más de 1.200.000.000 de católicos de todo el mundo, entre ellos 36.000.000 de argentinos.

El instrumento de descredito elegido es el remanido tema de la supuesta “colaboración” de Bergoglio con la dictadura mas deleznable de la historia nacional.

La maniobra, no obstante, deja al descubierto el odio visceral e irreconciliable de estos sectores contra la iglesia católica, en muchos casos “olvidando” que, sus propias vidas, se la deben a la intervención mediadora de algún miembro de la jerarquía eclesiástica argentina, incluido por supuesto Jorge Bergoglio.

Aparte de esto, el pensar distinto nunca debería ser un impedimento para el diálogo fructífero entre sectores que tienen una alta responsabilidad social, como el Gobierno de la Republica y la Iglesia. Sin embargo, en nuestro caso, lo es.

El problema se plantea cuando a la mesa del diálogo no se llega en búsqueda de la verdad y con espíritu de servicio, sino por pura especulación política y ambición de poder.

Y Bergoglio no se callo, como es su estilo. Puso en evidencia, en sus homilías, la pura verdad.

Porque es verdad que muchos funcionarios políticos demuestran no estar al servicio del pueblo, sino a servirse de él, a trepar, sin escrúpulos ni freno inhibitorio, las escarpadas cumbres del poder.

Y se sintieron aludidos. Y decidieron cortar todo dialogo y hasta se encargaron de evitar encuentros oficiales con el Arzobispo de Buenos Aires.

Lamentable.

Se sabe que, cuando no se puede “meter en caja a un díscolo”, debe intentarse primero comprarlo. Caso contrario, desacreditarlo, golpeándolo en su “talón de Aquiles”.

A Bergoglio no lo pudieron comprar porque jamás le intereso la plata. Su sencillez y humildad “franciscanas” son tales que ni siquiera se desplazaba en automóvil. Prefería hacerlo en los medios públicos que usan y padecen millones de trabajadores de la ciudad de Buenos Aires.  

No lo pueden acusar de “burócrata” pues, si algo tienen los miembros de la Compañía, es su inquebrantable vocación de servicio y su fantástica capacidad de trabajo y organización.

Tampoco le cabe el mote de “oligarca clerical” pues solo habría que preguntarle a los ocupantes de las villas, donde el Cardenal tomaba mate con los pobres y escuchaba con atención sus problemas y pesares.

Bastaría pedir la opinión de los padres de los chicos muertos en Cromagnon o a los familiares de las desgraciadas víctimas del desastre ferroviario de Once.

En ambos casos, el acompañamiento de Bergoglio fue permanente, tanto en su dolor como en la búsqueda de justicia.

O tal vez se podría probar interrogando a los cientos de personas que semanalmente visitaba en sus lechos de enfermo para alcanzarles la Comunión con Cristo o tan solo una palabra de aliento.

De todos modos esta campaña desatada contra el Papa Francisco no nos debiera sorprender.

El Papa Emérito, Benedicto XVI, también fue -en su momento- blanco de operaciones mediáticas de desprestigio.

Ignorando deliberadamente el contexto -como ya es costumbre- fue atacado impiadosamente por haber pertenecido a un grupo de jóvenes que ayudaban a las milicias nazis, en la defensa antiaérea de la ciudad.

No les importo -a las usinas del descredito- que Ratzinger –entonces de 18 años- fuese enrolado en forma obligatoria por los nazis, como era usual en aquellos días en que tantos soldados alemanes morían, haciendo necesario echar mano de los jóvenes, en forma forzosa.

De igual modo, ni el carisma incomparable de Papa Wojtyla (Juan Pablo II), pudo impedir acusaciones similares que trataban de ligarlo al nazismo en Polonia y hasta jugando un papel importante en la creación del “gas mortal” que usaron los alemanes contra los judíos durante el holocausto!

En fin, una pena que se deba perder tiempo en escribir estas líneas cuando debería solo expresar mi inmensa felicidad y alegría por la elección del Santo padre.

Un papa argentino puede ayudar mucho a nuestro país. Puede ayudarnos a salir de la mediocridad y el estancamiento en que está sumido desde hace tiempo.

Basta recordar que Juan Pablo II contribuyó decisivamente a la caída del muro, al respaldar, en todo momento, a Lech Walesa en sus aspiraciones de hacer desaparecer el comunismo de la tierra natal de ambos y de derribar la muralla que dividía Berlín.

Nadie discute hoy que, sin los viajes del Papa a Polonia, no se podría haber puesto en marcha el llamado «efecto dominó», que, partiendo del ejemplo polaco, contagió a las demás naciones marxistas del entorno, incluida la Unión Soviética, y terminó con la dictadura y la opresión.

El propio jefe soviético, Mijail Gorbachov, no tuvo reparo en reconocer públicamente que la intervención de Juan Pablo II fue decisiva en los acontecimientos que culminaron, en noviembre de 1989, con el derribo del muro y todo el sistema comunista en Europa.

Me da un poco de envidia leer los mensajes de salutación que llegan de todo el mundo al nuevo Obispo de Roma.

Obama, el Premier Britanico, la Merkel y tantos otros mandatarios de los cinco continentes, no cesan de expresar su gran alegría por la elección del nuevo Papa.

Hasta el Obispo de la Diócesis de Malvinas ha declarado recientemente que si el Papa Francisco llega a Brasil, con motivo del encuentro de Jovenes, quisiera que visitase las Islas. Increíble, pero muy cierto lo que ha despertado este, nuestro Papa, en el mundo!

Mientras, desde lo mas alto del poder de nuestro país, solo partió un mensaje frio y formal con mas “recomendaciones” altisonantes que deseos de un feliz papado.

Como puede ser que algunos argentinos no estén felices y retaceen poner sus esperanzas en este hombre santo?

Como puede ser que, mas allá de las diferencias, no seamos capaces de leer este presente promisorio que se abre después de la Fumata Bianca?

Como puede ser que no nos demos cuenta que, a pesar de todos nuestros defectos y pecados, Dios nos ama y nos gratifica con dones que no merecemos ni somos capaces de apreciar?

Gracias a Dios el Premio Nobel de la Paz, Perez Esquivel, salió a desmentir categóricamente estos sueltos difamatorios sobre Bergoglio.

También lo hizo Alicia Oliveira, ex jueza, que aseguro sin tapujos que el actual papa no se desentendió jamás de la situación de los sacerdotes jesuitas Yorio y Jalics.

El proprio Francisco Jalics -actualmente retirado en Bavaria- ha declarado a la agencia DPA que se ha reconciliado personalmente con Bergoglio sobre los hechos que se le pretenden imputar. “Al papa Francisco – ha concluido Jalics – le deseo la más rica bendición de Dios para realizar su tarea”.

En verdad, Jorge Bergoglio ha aclarado que había advertido -a los sacerdotes jesuitas- del peligro que corrían y que, luego de su detención, durante cinco meses, intercedió ante los militares hasta lograr la libertad de ambos.

En fin, quiero cerrar esta nota con las promisorias palabras del periodista brasileño, Sergio Malbergier de la “Folha de Sao Paulo”: Si ganásemos el papado aumentaría nuestra confianza. Juan Pablo II hizo milagros para Polonia. Los argentinos crecerán”.

Sursum corda    

Habemus ad Dominum!