"Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje. Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro, nadie os lo disputará; entonces habrá prosa, habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza." DOMINGO F. SARMIENTO



martes, 5 de marzo de 2019

“NEGACIONISMO”: LA PATOLOGÍA QUE ENVENENA A LA ARGENTINA

De Jorge Garrappa Albani

En comportamiento humano, el negacionismo es exhibido por individuos o grupos de individuos que eligen negar la realidad para evadir una verdad incómoda. ​
Según Paul O'Shea: "es el rechazo a aceptar una realidad empiricamente verificable. Es, en esencia, un acto irracional que retiene la validación de una experiencia o evidencia históricas".​
Por su parte, Michael Specter define el negacionismo grupal cuando: "todo un segmento de la sociedad, a menudo luchando con el trauma del cambio, da la espalda a la realidad en favor de una mentira más confortable".
La ciencia, a su vez, lo ha definido como: el rechazo de conceptos básicos, aceptados y fuertemente apoyados por la evidencia que forman parte del consenso cientifico en tal área en favor de ideas que son radicales y controversiales.

Este comportamiento patológico, individual y social, lo padecen muchos argentinos que no pueden aceptar ni soportar los cambios libremente decididos por la mayoría.
A tal punto llega esta enfermedad que, ante la evidencia comprobada de actos de corrupción inaudita o de acciones flagrantemente condenables, deciden negar, inventar y esgrimir un relato artificial que justifique sus propios dichos y, al mismo tiempo, desprestigie al oponente de cualquier manera.
También este comportamiento “confortable” se ha extendido a descreer de todo y creer ver, subyacentemente, conspiraciones inexistentes.
De un lado y del otro se duda y se asegura que, tanto el empresario Yabrán como el ex presidente Kirchner, jamás murieron y se encuentran, vivitos y coleando, Dios sabe dónde.
A pesar de las investigaciones de la justicia y las pericias realizadas por más de un centenar de especialistas, de todas las partes involucradas, algunos siguen afirmando que Santiago Maldonado no se ahogó sino que fue asesinado por la Gendarmería Nacional del gobierno de Macri.
El 15 de noviembre de 2017, se perdía total contacto con el submarino ARA San Juan de la Marina Argentina.
Estados Unidos, GranBretaña, Francia, Alemania, Noruega, Italia, Brasil, Chile, Uruguay, 
Perú y Colombia sumaron inmediatamente sus buques y aviones al despliegue argentino de 14 embarcaciones militares, tres de Prefectura Naval y cinco aviones.
En total, del operativo de búsqueda y rescate (SAR), participaron 49 medios navales y aéreos durante varios meses sin pedir nada a cambio.
Cuando el tiempo y las esperanzas de encontrar con vida a la tripulación fueron nulas, las unidades extranjeras comenzaron a retornar a sus respectivos países. El último barco en partir fue el ruso Yantar, a principios de abril de 2018.
El Presidente Macri, a través del Ministerio de Defensa y la Armada, escuchando el clamor de los familiares de los submarinistas, contrato a la empresa Ocean Infinity, que se ofreció a buscar al submarino y cobrarle al Estado Argentino solo en caso de encontrar el buque.
A este punto, los negadores seriales afirmaban que el San Juan había sido torpedeado por submarinos ingleses o arrollado por un buque chino y, todo eso, era ocultado por el Gobierno de Macri.
Para transparentar la búsqueda, tanto de la nave de guerra como de la verdad sobre lo ocurrido, el Gobierno y la Armada embarcaron a familiares de los marinos del San Juan a bordo del buque Seaber Constructor.
El abogado Luis Tagliapietra, José Luis Castillo y Fernando Arjona formaron parte de la tripulación del buque a quienes se sumaron dos submarinistas y un oceanógrafo de la Armada Argentina, para supervisar las operaciones de búsqueda.
El 17 de noviembre de 2018, los equipos técnicos del Seaber Constructor detectaron al submarino hundido a 900 metros de profundidad.
Apenas se dio oficialmente la noticia, el negacionismo patológico comenzó a rebrotar en algunos sectores de la sociedad con las más descabelladas teorías del complot.
Decir que Macri sabía desde hace un año donde estaba el submarino es subestimar la inteligencia de una docena de países del mundo que habrían aceptado ser cómplices del ocultamiento pergeñado por el Gobierno argentino.
Con que fin lo harían? Porque habrían puesto su prestigio en juego? Que obtendrían por ello?
Sencillamente Patético.
Decir esto es también acusar de complicidad a los familiares embarcados en el Seaber Constructor que supervisaron la búsqueda del submarino hundido.
Estos sectores, al no poder aceptar la verdad incómoda e inesperada, desataron su locura y odio sin ningún tipo de miramiento.
Redoblaron la apuesta exigiendo al Gobierno reflotar la nave, que yace a 900 metros de profundidad, y a cualquier costo.
Aun desconociendo los códigos de la marina de guerra, aun dividiendo a los propios familiares. Nada importa con tal de “cargarle un muerto” al Presidente para derrocarlo antes de las próximas elecciones.
Triste, terrible y monstruoso a la vez.
Si Mauricio Macri tuviese el poder para lograr que, potencias del mundo como los Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, etc., mantuviesen en secreto el hallazgo del submarino hasta ahora, Macri sería el hombre más poderoso de este planeta.
Toda esta conducta patética y ridícula no pasaría de esto sino fuera por la contaminación social que genera sin contar el interés económico que persiguen tras el slogan: “queremos que se haga justicia”.
Claro, esto siempre y cuando la justicia dictamine lo que los quieren escuchar y, si es posible, les asignen alguna cuota mensual pecuniaria aportada con el trabajo de todos los argentinos.
Los negacionistas patológicos, en materia de política internacional, critican a Macri por haber recurrido al FMI preventivamente mientras ellos lo hicieron sin que se les moviera un pelo en el pasado próximo.
Asimismo, hoy denuestan al gobierno por el G-20-18 que se realizó en Argentina, cuando aplaudieron la participación gubernamental en los G-20 desde 2008 hasta 2015.
Esta gente contaminada puede ver la violencia en Argentina pero nada decir sobre los miles de muertos de la dictadura venezolana.
Siempre con un relato artificial elaborado para cargar las culpas a otros y no a sus amigos o camaradas de ruta.
Muy lamentable, pues estas conductas solo obstaculizan el dialogo tan necesario entre los dirigentes de todas las instituciones del país.
Este es el factor principal que imposibilita la realización de un pacto nacional como aquel de la Moncloa que tanto predican los militantes del propio negacionismo.