"Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje. Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro, nadie os lo disputará; entonces habrá prosa, habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza." DOMINGO F. SARMIENTO



viernes, 18 de marzo de 2011

"LOS SECRETOS DE LA CATEDRAL"

Por Jorge Alberto Garrappa

PRESENTACION

"El Arq. Jorge Garrappa culmina con la publicación de este libro una larga y profunda investigación sobre la iglesia Catedral de Rafaela, iglesia “madre” de nuestra diócesis y testigo silencioso de la vida cristiana de esta comunidad desde hace cien años. Me ha parecido que la mejor manera de presentar esta obra es evocar al recordado Papa Juan Pablo II, quien nos enseñaba que “...el templo, en cuanto catedral diocesana, tiene un significado particularmente profundo para la comunidad, como observó mi predecesor de venerada memoria el siervo de Dios Pablo VI: <>...En la Catedral se encuentra la cátedra del obispo, signo de magisterio y potestad eclesial, así como signo de la unidad de los que comparten la fe que el obispo, como pastor de la grey de los creyentes, custodia, proclama y comparte con la Iglesia universal. Por eso la Catedral debe considerarse el centro de la vida de la diócesis. En ella el obispo preside la liturgia, bendice el sagrado crisma y realiza las ordenaciones. Amar y venerar la Catedral es amar a la Iglesia en cuanto comunidad de personas unidas por el mismo credo, por la misma liturgia y por la misma caridad. En consecuencia, todos deben esforzarse por actuar siempre con espíritu de unidad entorno al obispo, <> (L.G. 23)...”
Estas breves pero autorizadas consideraciones sobre el significado teológico, espiritual y pastoral del templo mayor de la diócesis alcanzan para advertir la oportunidad y el valor de una obra como la que estamos presentando. En nuestro país, relativamente joven, no hay suficiente aprecio de la tradición arquitectónica ni suele valorarse la riqueza escondida en ciertos monumentos cargados de vida e historia. Por ello celebramos que el Arq. Garrappa nos ayude con su investigación a sumergirnos en los “secretos de la Catedral” para apreciar así mejor la rica herencia religiosa y pastoral que nos han legado tantos hombres y mujeres que han construido este templo y –con él- la intensa vida espiritual de la comunidad rafaelina. Seguramente cuando hace cien años los que pusieron la piedra fundamental del nuevo templo de la entonces joven parroquia de San Rafael no imaginaban que llegaría a ser la iglesia Catedral del inmenso territorio de la diócesis creada en 1961. Sin embargo las características del proyecto y el empeño puesto en realizarlo muestran una intuición, no ajena a la Providencia divina, que nos permite contar hoy con esta hermosa Catedral, signo de la intensa vida eclesial diocesana.
Dios, dador de todos los bienes, sabrá recompensar mejor que estas pobres palabras el esfuerzo profesional y el espíritu religioso del autor, a quien todos los hijos de esta diócesis le quedamos sinceramente agradecidos".
+ Carlos María Franzini
Obispo de Rafaela


Este trabajo esta dedicado a mi esposa Ani, a mis hijos Luciano, Nicolás y Jorge Luís.
Ellos me alentaron en todo momento.
También a mi madre Carolina y a la memoria de mi padre que siempre creyó en mi.
Yo aprendí mucho de él.
Quiera Dios, mis hijos puedan decir lo mismo de mí.

PROLOGO

La oportunidad de estudiar la Catedral San Rafael llegó una noche de 1.987.
Entonces yo presidía la Asociación de Profesionales de la Ingeniería y el Cura Párroco de nuestra Catedral, Mons. Idelso Juan Re, se presentó en nuestra sede sumamente preocupado y con el firme propósito de convocarnos a observar lo que estaba ocurriendo en el edificio de nuestra Iglesia Mayor. Allá fuimos con el Ingeniero Homero Ingaramo.
Desde aquellos días y por mas de 20 años, la recorrí palmo a palmo, descubriendo nuevas y sorprendentes respuestas sobre su historia, diseño y construcción.
Me interne en sus entrañas para poder percibir la textura de sus materiales.
Cerré los ojos para poder imaginar a aquellos artesanos en pleno tarea.
Casi podía escuchar, en el silencio de su inmenso interior, las voces y rumores de la magnifica obra que aquellos hombres edificaron 100 años atrás.
Volvía a la realidad con el habitual encuentro con Francisco Curletto, nuestro querido "Pancho", el sacristán, parte de la historia misma de esta Iglesia.
Él con su habitual precisión, dejaba fluir sus recuerdos, anécdotas y datos que nadie conoce como él.
Al inicio de los estudios ignorábamos la existencia y destino de los planos originales del templo. Después de un tiempo “prudencial”, Pancho puso en mis manos un gran rollo de planos que había guardado y preservado celosamente hasta el momento “oportuno”.
Yo fui el feliz destinatario de esa confianza y de ese tesoro que sirvió para ilustrar muchas de estas páginas.
Tantos elementos y esa sensación de confusión, ansiedad y desorden de ideas en tropel.
El Obispo Diocesano, Monseñor Héctor Romero y el, por entonces Canciller, Pbro. Alcides Suppo, abrieron los archivos del Obispado de Rafaela e inmediatamente llegó hasta mí ese inconfundible aroma a humedad y paso del tiempo.
Palpe cuidadosamente cada documento, mis ojos recorrieron con avidez cada renglón de cada página firmada de puño y letra por los hacedores del Nuevo Templo Católico de Rafaela.
Allí están las notas con la rubrica del mismísimo Padre Dimas Mateos.
Creo que fue un instante sublime que encendió mi decisión de revelar a todos el gran descubrimiento.
Consideré que Rafaela merecía un libro ilustrado sobre su Catedral. O no son acaso, las Iglesias, los edificios públicos más relevantes de todas las ciudades?
Buenos Aires, La Plata y nuestra ciudad “gemela”, Fossano, lo tienen.
Me sentiría satisfecho si el lector extrajera un solo dato interesante de estas páginas.
El Autor

I - EMPLAZAMIENTO

La Catedral “San Rafael” está ubicada en la intersección de Boulevard Hipólito Irigoyen y calle General Manuel Belgrano.
Este emplazamiento tiene su origen en el esquema de urbanización de colonias que establecían las “Leyes de Indias”, esto es, generado en torno a la Plaza Mayor, núcleo de todas las actividades y manifestaciones cívicas, culturales y religiosas de los pueblos y ciudades.
En los solares 1 y 3 de la manzana 33, el primer Templo Católico fue inaugurado recién el 25 de Octubre de 1.887, es decir, seis años después de la formación de la Colonia Rafaela.
El edificio de aquella primer Iglesia respondía al esquema denominado “post-tridentino”, una tipología bastante difundida en toda la zona.
El Altar se ubicaba sobre el fondo curvo del Ábside que servia de apoyo al Retablo-Tabernáculo. El Ábside contenía además el Presbiterio completo al que se accedía desde una Sacristía adyacente al edificio principal.
En este tipo de iglesias no existía el Iconostasio, como elemento de separación entre el presbiterio y la nave, si en cambio, las balaustradas.
Por su parte la única Nave formaba una especie de “aula” donde los bancos se disponían en doble hilera. En este periodo no existían la Sede y el Ambón, solo el Pulpito. Durante la primera etapa del Renacimiento Italiano (1420–1500), el Arquitecto León Battista Alberti, establecía las pautas para la construcción de este tipo de templos de una sola nave con ábside semicircular y contrafuertes a las que llamó Iglesias “Salón”. La fachada estaba organizada con un “orden gigante” que reflejaba las proporciones del interior y reunía en su composición ciertos elementos de los “arcos de triunfo” y también de los templos “clásicos”.
Al principio nuestra iglesia no poseía campanario, con posterioridad se erigió una torre de planta cuadrada en contacto con la arista sud-oeste de la nave. Más adelante se adicionó una habitación que funcionaba como Sacristía.
Hacia 1.903, el antiguo templo se encontraba en muy precario estado luego de 16 años de servicio, por ello, el Ministerio de Gobierno, Agricultura e Instrucción Publica de la Provincia de Santa Fe ordeno una inmediata inspección técnica.
La nota, llegada a manos del Obispo Monseñor Juan Antonio Boneo el 16 de Marzo de 1.903, adjuntaba el informe, realizado por el Ingeniero Federico Agardh, en que se detallaba el estado del edificio y se sugería su clausura momentánea hasta tanto fuesen efectuadas reparaciones más urgentes.
Cuatro años mas tarde, las crónicas periodísticas describían, con tristeza y desolación, lo ocurrido aquel día de verano de principios del Siglo XX:
“Después de una prolongada sequía, el 21 de febrero de 1.907, en horas de la tarde, se desencadeno una gran tormenta procedente del noroeste que por sus raras particularidades e inusitada intensidad, adquirió el carácter de verdadero ciclón.
El cielo se oscureció de pronto; el viento comenzó a soplar en forma huracanada; los techos comenzaron a temblar; los postes telegráficos a caer. Esto fue solo el principio, ya que después comenzaron a volar techos, derrumbarse paredes y árboles arrancados de cuajo, mientras el vecindario presa del pánico salía corriendo de sus viviendas en busca de cualquier otro refugio; la lluvia torrencial que se sumo al ventarrón empeoro aun más la dramática situación. En Rafaela el ciclón cobro mayor fuerza en la entonces denominada Plaza Nueva, donde se registro la voladura de muchos techos...”
Al viejo Templo ya maltrecho, la violencia del extraordinario meteoro sello definitivamente su suerte. La tormenta afecto seriamente su campanario pues en fotografías posteriores (1908) se lo puede observar sin el tramo superior que sostenía la cúpula de coronamiento y las campanas aparecen instaladas en una espadaña.
Entre los escombros dejados por el ciclón, un hombre trabajaba incansablemente pero sin tristeza, con esperanza. Sus ojos buscaban, a través del techo desgarrado, la ayuda del Altísimo para cumplir su sueño.

II - DESPERTAR DE UN SUEÑO

Aquel hombre de fe inquebrantable y palabra convincente, supo contagiar a toda la feligresía de Rafaela, su profunda convicción de realizar el gran sueño del Nuevo Templo.
Comerciantes, empleados, obreros y profesionales; hombres y mujeres de todos los sectores sociales, respondieron a la convocatoria y se encolumnaron tras de él.
Solo 20 meses fueron suficientes...solo 600 días para dar inicio a semejante obra...!
En 1.908 se colocaba la piedra fundamental y el sueño de la nueva Iglesia parroquial se ponía en marcha.
Nada ni nadie podría ya detenerlo.
En el “Álbum del Cincuentenario de Rafaela 1882–1932” del Diario “El Norte” (Pág. 22), sobre la misma fotografía se referencia:
"En 1905 con asistencia del Obispo de Santa Fe, Monseñor Boneo, se coloca la piedra fundamental de la nueva iglesia. Reproducimos un aspecto de la ceremonia que congrego hace 27 años a todo el pueblo." La confusión sobre ciertas fechas históricas es bastante frecuente, no obstante ello, el Acta de la Comisión Pro-Templo, echa luz definitiva sobre este particular: "...en 24 de Octubre de 1.908 se coloco la primera piedra vendita por el Btmo. Señor Obispo Diocesano siendo padrinos el Exmo. Señor Governador de la Provincia y su señora."
Era Obispo de la Diócesis de Santa Fe, Monseñor Juan Agustín Boneo y Gobernador de la Provincia, el Dr. Pedro A. Echagüe.

III - EL HOMBRE

Este Sacerdote emprendedor y visionario, fue el mentor y responsable directo de la realización de la magnifica iglesia que, en 1961, se convertía en Catedral de la Diócesis de Rafaela.
Dimas Mateos nació el 15 de Abril de 1.865 en la localidad de Almeida, Provincia de Zamora, España.
Su vocación al estado eclesiástico lo llevo a desarrollar sus estudios en un Seminario peninsular. Emigro a tierras de América ante las permanentes convulsiones políticas en que la Madre Patria se vio envuelta a fines del siglo XIX.
En 1.891 fue ordenado sacerdote por el Obispo de la Diócesis de Paraná, Monseñor Gelabert y Crespo, y designado su Secretario Privado. Éste, le encargo la villa del Paso de Santo Tome, cuya Iglesia y casa había levantado el propio Obispo -de su propio peculio- y le servia de lugar de descanso cuando se encontraba en Santa Fe.
En 1.893 fue trasladado como Teniente Cura a la localidad de María Juana, luego a El Trébol y más tarde a Susana.
En 1.901 el Obispo de la flamante Diócesis de Santa Fe, Monseñor Juan Agustín Boneo, lo designó cura párroco de la Colonia Rafaela, haciéndose cargo el 4 de Agosto de ese año, en reemplazo del Pbro. Francisco Palmieri.
Las virtudes y personalidad de este sacerdote calaron tan hondo en la comunidad de Rafaela -envuelta en duros enfrentamientos entre masones y católicos- que, llegada la noticia de su inminente traslado, la feligresía se expresó masivamente -en Agosto de 1.907- firmando un petitorio dirigido al Obispo Boneo a fin que desistiese en su intención de alejarlo de esta parroquia. El día 27 de ese mes y año, el Obispo, accedió a conservarlo en su puesto.
Después de 34 años al frente de la parroquia de Rafaela y 44 de sacerdote que agotaron sus energías, a los setenta años de edad falleció a la 1:45 de la madrugada del domingo 18 de agosto de 1.935.
En el acto de inhumación de sus restos se hallaban presentes, el Excelentísimo señor Arzobispo de santa Fe: Monseñor Dr. Nicolás Fasolino; los Vicarios Generales: Ángel Rodríguez y Antonio Raggioni y los Presbíteros: Guillermo Borgogioni, Venancio Cruz, Pedro Torres, Marcos Tacca, Celestino Ferrero, Santiago Grenon, Antonio Ellena, Tito Artesella, Victorino Bayo, Adolfo Lucetto, Arsenio Hipólito Ruiz Badanelli, Benito Rodríguez, Edmundo Rodríguez, Antonio Llionz, Celestino Pusetto, Antonio Zenere, Juan Berizzo, Prudencio Figueiras, Guillermo Sklors, Emiliano Cerdan, Domingo Massolo, Enrique Príncipe, Ignacio Liarte, Antonio Fratin, Pedro Torres y Manuel González.
El Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santa Fe, del 15 de Septiembre, en su obituario le rendía un sentido homenaje que vale la pena reproducir aquí:
"Toda la parroquia lloró a su Padre. Ante su cadáver desfiló Rafaela consternada y conmovida por la triste realidad de la desaparición del que fuera su maestro y consejero, amigo y pastor durante tantos años.
Sus funerales se realizaron con la solemnidad y pompa que convenía a tan ilustre fallecido. El responso final y la absolución del túmulo estuvieron a cargo del Excmo. Sr. Arzobispo Monseñor Fasolino que presidió los oficios fúnebres; la oración de circunstancias fue pronunciada por el Sr. Cura de Sunchales, Pbro. Marcos Tacca. Monseñor Boneo, en prenda de sus méritos destacados, había ya conseguido hace años de la Santa Sede, el permiso necesario para que, llegado el caso, sus restos pudieran ser sepultados en la Iglesia que Él construyera, lo que se llevo a cabo el lunes 19 después de los funerales.
Descanse en Paz este buen sacerdote, viejo paladín de las batallas del Señor, trabajador incansable, constante y abnegado, operario ejemplar de la Vida del Gran Padre de Familias, que ha de haber premiado ya a su siervo bueno y fiel con el gozo de su Señor !"
El diario “La Opinión” del 19 de Agosto de 1935, hacía su relato sobre las impresionantes exequias del Padre Dimas, de esta manera:
“Finalizados todos los actos religiosos y una vez que el féretro fuera bendecido por Su Excelencia Monseñor Dr. Nicolás Fasolino, al compás de la Marcha Fúnebre de Chopin, se dio sepultura a los restos mortales del eximio extinto en el lugar previamente preparado en la Iglesia construida por el mismo.”
El Presbítero Emiliano Cerdan sucedía a Dimas Mateos quien asumía la guía de la parroquia el 1° de Septiembre de 1935.
Era una figura destacada del Clero Santafesino y fundador del periódico “La Cruzada”, de amplia difusión en los Departamentos Castellanos, Las colonias, San Martín y San Cristóbal.
Los restos del padre Emiliano Cerdan, del Obispo Mons. Antonio Alfredo Brasca y del Obispo Mons. Héctor Gabino Romero acompañan en su descanso eterno al padre Dimas en su querida Iglesia.

IV - LA OBRA DE TODOS

La predisposición y colaboración solidaria de la comunidad rafaelina no se hizo esperar. Rápidamente se constituyo la Comisión Pro-Templo. Precisamente el 17 de Abril de 1.907 y contó con la participación de las figuras mas notables de la Ciudad.
Fue presidida hasta el 19 de abril de 1.908 por el “Commendatore” Faustino Ripamonti y al renunciar éste -por trasladarse a Italia por tiempo indeterminado- lo sucedió el vicepresidente Diego Oliver.
Integraban además la primer Comisión los señores: Bruno Zaballa, Cesar Gauchat, Luís Tettamanti, Juan Operto, Juan Abele, Antonio Chiaraviglio, José Buffa, Cipriano Bigo, José Podio, Blas Olivero, Guillermo Vincenti, Jeremías Eggel, Federico Inwinkelried, José María Williner y Domingo Baronetti.
El 18 de Octubre de 1.910, después del alejamiento de Ripamonti, Zaballa y Baronetti; las renuncias de Buffa e Inwinkelried y el fallecimiento de Eggel, se incorporaron Ernesto Salva, José Lovera, Francisco Beltramino, Santiago Lorenzatti y Bautista Davicino.
El 27 de Junio de 1.919 la Comisión paso a ser presidida por Francisco Lorenzatti siendo acompañado por Santiago Lorenzatti, Benito Anduiza, Tomas Beltramino, Bautista Davicino, Cándido Masjoan y Luís Tettamanti.
Como siempre, las grandes obras necesitan del apoyo de todos y de la guía de algunos realizadores.
En solo cinco paginas y en caligrafía inglesa, el Libro de Actas de la Comisión Pro-Templo de Rafaela, describe sintéticamente las acciones realizadas desde la conformación de esa Comisión, el 17 de Abril de 1907 hasta el 13 de Febrero de 1910.

V - EL PRIMER PROYECTO

El proyecto original fue ideado por Arturo Lomello (1). El proponía una Planta en forma de Cruz Latina con una única nave longitudinal cruzada por un transepto.
El cielorraso, de bóveda ojival rebajada, se debía asentar sobre los muros exteriores reforzados por una serie pilastras adornadas con capiteles de orden compuesto.
Un atrio cubierto se adosaba al vestíbulo de tres espacios y la torre-campanario estaba ornamentada con algunos pináculos y su cúpula de coronamiento apuntada, remataba en una cruz metálica.

(1) Arturo Lomello era un Agrimensor nacido en Nole (Torino) en 1860. Estudio en Italia donde se diplomó. Desde 1881 a 1888 trabajo en el Cuerpo de Ingenieros Civiles del Estado en la construcción de caminos en el Norte de Italia.
Llegado a la Argentina, revalido su titulo y fue nombrado representante de la empresa John G. Meiggs & Co. para la construcción de ferrocarriles en la Provincia de Santa Fe.
Se traslado a Brasil en 1891 donde se desempeño como Ingeniero Jefe de Sección del ferrocarril Río Bonito-Cabo Frío. A fines de siglo se desempeño como Jefe del Departamento de Obras Publicas de la Municipalidad de Santa Fe donde residía.
(Diccionario Biográfico Italo-Argentino - Dionisio Petriella y Sara Sosa Miatello - editado por la Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires – 1976).

Al principio se pensó construir la estructura totalmente en metal laminado pero, dado el alto costo y las dificultades tanto para el transporte de materiales como para encontrar obreros especializados, esta propuesta fue desechada.
Se investigo entonces la utilización de "cemento armado" elaborándose este plano de detalle. La propuesta tampoco prospero, pues tal como lo reconocía la Comisión en el Acta:
"...viendo el mal resultado de esta clase de construcciones en la República se resolvió hacer la obra de ladrillo".

VI - EL PROYECTO DEFINITIVO

El Arquitecto Domingo Tettamanti fue finalmente el elegido para la realización del proyecto definitivo. Su primera propuesta mostraba una ornamentación mas rebuscada, torre-campanario sin pináculos en su arranque y cúpula de coronamiento en forma de pirámide poliédrica.
La nave central alcanzaba mayor esbeltez mediante el recurso de la bóveda ojival apuntada. Las naves laterales, de menor altura y proyección horizontal, se interconectaban a la nave principal a través de sendas arcadas de medio punto que descansaban sobre robustos pilares de sección cuadrada con cornisas, molduras y ornamentos.
La línea horizontal indica el nivel de la edificación alcanzado hasta esa fecha. Su fisonomía es casi la actual, con pináculos y ornamentación levemente modificados.
El edificio aun sin revocar se mantendrá trunco hasta 1930.

VII - EL SUEÑO HECHO REALIDAD

Según el Acta, la Comisión Pro Templo:
"...encarga al Señor Cura Don Dimas Mateos de todo lo concerniente a los planos de la futura iglesia encomendados al Arquitecto Municipal de Santa Fe, Sr. Lomelo, estos planos fueron aceptados por la Comisión y en 24 de Octubre de 1.908 se coloca la primera piedra vendita por el Btmo. Señor Obispo Diocesano siendo padrinos el Exmo. Señor Governador de la Provincia y su Señora."
El documento da testimonio detallado de las gestiones realizadas por el Padre Dimas Mateos:
"En este tiempo el Señor Cura hizo a la Comisión una proposición que consistía en hacer la Iglesia toda de hierro sobre lo cual había recibido los mejores informes tanto en cuanto a la solidez como cuanto a la economía.
Con objeto de realizar esta obra, el Sr. Cura se dirigió a la casa Constructora pidiendo una modificación en los Planos pidiendo al propio tiempo el presupuesto, después de perder mucho tiempo esperando esta contestación resulta inaceptable la proposición tanto por el precio y condiciones en que había de hacerse el transporte del material como por la dificultad en encontrar obreros que armaran el edificio.
Fracasada esta tentativa se resolvió hacer la iglesia de cemento armado a cuyo fin el Señor Cura se dirigió a tres constructores residentes en Buenos Aires, pero viendo el mal resultado de esta clase de construcciones en la República se resolvió hacer la obra de ladrillo."
A continuación "se resuelve pedir nuevos y definitivos planos para lo cual la Comisión llama al Arquitecto Señor Tettamanti, Domingo, que se hizo cargo de la confección de dichos planos y presentados en Septiembre de 1.909 la Comisión los acepto".
Expresando mas adelante:
“El 31 de Enero de 1.910 se traslada a Santa Fe una Comisión compuesta del Sr. Oliver D. Diego y el Sr. Cura con objeto de conseguir algunas rebajas en el presupuesto del Señor Nicolini y obtenidas estas hablaron con el Señor Tettamanti D. Domingo para encargarle la dirección de la obra y arreglar el costo de dicha Dirección y el de la confección de los planos. El Señor Tettamanti pidió por planos y dirección de la obra el 10% y como la Comisión le pidiese una rebaja contesto que cobraría el 8% y como nuevamente insistiese la Comisión pidiendo mayor rebaja dando las razones que la impelían a hacerlo así contesto que no siendo posible andar en ajustes en esa forma nada pedía, que la Comisión le daría lo que pudiera y cuando pudiera.”

VIII - LOS EJECUTORES DE LA OBRA

Sobre la base del Pliego Técnico formulado por el Arquitecto Tettamanti, se inicio la construcción del edificio.
En sus distintas etapas de ejecución varias empresas constructoras e infinidad de albañiles, carpinteros, herreros, electricistas y artesanos pusieron su esmero, capacidad y talento para materializar la obra de todos.
Según el libro de Actas, en sesión del mes de Diciembre de 1.909, la Comisión resolvió:
1. Pedir rectificación de la cantidad de metros cúbicos necesarios para la construcción de la Iglesia.
2. Presupuesto detallado de paredes, techo y aberturas.
3. Pedir presupuesto a varios constructores.
4. Nombrar una Comisión de tres miembros facultados para entender en todo lo relativo a la obra siendo designados por unanimidad los Señores Oliver, Gauchat y Tettamanti.
5. Estos señores quedan autorizados para pedir y aceptar presupuestos.
Conforme lo resuelto y evaluados los presupuestos presentados, la Comisión Ejecutiva de la Obra aceptó, en general, el presupuesto presentado por la empresa Carlos Nicolini e Hijos, de la Ciudad de Santa Fe.
A principios de 1.910 se le encomendó la demolición del antiguo templo y la construcción del nuevo, extendiéndose su participación hasta agosto de 1.915.
En marzo de 1.910 se encargó a la Fabrica de Muebles de Eustaquio Borzani el desarme del púlpito, cantoria, mostrador y trabajos varios de carpintería a fin de dar paso a las nuevas obras.
De 1.910 a 1.924 - según recibos de pago encontrados - intervinieron en la ejecución de distintos trabajos parciales Gregorio Martino, Juan Alonso, Pedro Pérez, T. Moran, Cipriano Sánchez, Adolfo Borini, Julio Bertelli, José Luís Guiano, entre otros.
En 1.918 y 1.919 la Empresa Constructora de Juan Colcerniani toma a su cargo la ejecución de trabajos en la nueva Iglesia.
En 1.919 participa en la construcción la Empresa Constructora Caligaris Hnos., subcontratada por Colcerniani.
El 21 de Junio de 1.910 el Ferrocarril de Santa Fe - Compañía Francesa de F.C. de la Provincia de Santa Fe - factura al Pbro. Felipe Gioda la compra de 100 rieles usados con destino a la estructura del edificio.
En Marzo de 1.911 el Taller de Mecánica y Herrería de Gabriel Tamagnone y Bolatti se ocupa de la hechura de piezas metálicas para la estructura resistente.
Entre 1.919 y 1.920, la colocación de pisos del baptisterio y la sacristía, así como los revoques del baptisterio y puerta lateral están a cargo de José Inardi.
Los adornos en yeso en general y los 16 bajo - ménsulas son realizados por Oscar Heyer entre 1.920 y 1.921.
En 1.922, la construcción de la bóveda y el revocado faltante y en 1.923, la reforma de la portada es ejecutada por la Empresa Constructora de José Nidasio.
La colocación de las balaustradas de mármol de Carrara del comulgatorio, pisos y zócalos están a cargo de Arnoldo Dellasanta.
En 1.924 la instalación eléctrica es realizada por M. Molinero.
En 1.924 - el Estudio Chizzali - realiza los retablos y las imágenes que se ubican en los altares menores incluso la del patrono San Rafael ubicado en el Retablo Mayor.
A fines de ese año se confeccionan 16 bancos de madera en la carpintería de Arnoldo Frund.
En Julio de 1.926 llegan a la Catedral "tres confesionarios de roble americano" construidos por Domingo Ferri en la Ciudad de Santa Fe.
En 1.929, un plano del frente del Templo - con la indicación del nivel de altura construido- lleva el sello de la Empresa Constructora Sucesores de José Mai y la firma de Carlos Mai, encargada de la construcción de la torre.
En 1.929, el subcontratista Correa, tiene a su cargo la ejecución de trabajos de Hormigón Armado en el edificio.
En Agosto de 1.930 se adquiere a la Marmolería Degiovanni y Tuccio de la Ciudad de Rosario la Pila Bautismal de mármol de Carrara.
Entre 1.931 y 1.934 Félix Giorgi se ocupa de la construcción de la reja de hierro forjado- donada por Francisco Abele - que cierra el pronao, la puerta de frente y los dos ángeles de bronce del Portal.
En 1.935 el Pbro. Emiliano Cerdan sucesor de Dimas Mateos y obtiene la donación del Reloj de la Torre por parte de los esposos Meassi - Lorenzatti.
En 1.938, este sacerdote encarga a la Empresa Constructora Quattordio la construcción de los salones adyacentes a la Catedral sobre calle Belgrano.
En 1.947 la misma Empresa Constructora lleva a cabo la demolición de partes existentes y construcción del cielorraso - armado de yeso con garganta perimetral y florón central del Presbiterio, bajo la Dirección Técnica del Arquitecto Ricardo Remonda.
En 1.963 la Empresa Constructora de Carlos Colucci se ocupa - por encargo de la omisión Pro-Revoque Catedral San Rafael - de ejecutar el revoque del frente sobre Bv. Hipólito Irigoyen.
Se tenía referencias y presunciones - pero se pudo verificar recién en 1.989 mediante la extracción de muestras testigo - que el campanario posee en sus cimientos una "platea" armada con rieles -rezago del levantamiento de la vía de trocha angosta del Tranvía a Vapor- superpuestos en dos capas y en ambas direcciones dentro de la masa de hormigón.
El diseño y construcción de este tipo de fundación posibilito su notable estabilidad, aun ante la amenaza permanente de la fluctuación de las aguas subterráneas.

IX - EL “ESTILO” ARQUITECTONICO

La Iglesia “San Rafael” responde al concepto de “Iglesia Postridentina” cuyos antecedentes se remontan al siglo XV cuando Lutero se escinde de la Iglesia y como consecuencia de ello sobreviene la “contrarreforma” emanada del Concilio de Trento (1545-1563).
Ésta buscó reorganizar la liturgia, la arquitectura y la simbología de las iglesias católicas de todo el mundo.
En efecto, Carlos Borromeo -Cardenal de Milán- manifestó durante el Concilio que: “Una Iglesia debería ser con planta en forma de cruz de acuerdo a la tradición; las plantas circulares se usaban para los templos de los ídolos paganos y raramente para las iglesias cristianas”.
En general, las iglesias de la contrarreforma responden a los principios de: Integración del esquema longitudinal con el esquema central; tensión absoluta desde la entrada hasta el ábside, lugar del altar y del tabernáculo; reducción del fraccionamiento de la asamblea mediante la eliminación del iconostasio; concentración de todo el espacio litúrgico en una única sala grande sin capillas, eliminando naves laterales e hileras de columnas; integración en el espacio urbano del que la iglesia es ya parte integrante mediante la fachada concebida como un gran pórtico, que marca la presencia determinante de la Iglesia en la ciudad. (C. Norberg Schultz, Arquitectura Barroca, Milán 1979).
La catedral de Rafaela, tanto en su composición cuanto en los materiales empleados, es ecléctica aunque con cierto predominio del Arte Románico.
Este arte, en Europa, se basaba en tradiciones prerrománicas, especialmente lombardas y bizantinas, características orientales estas que llegaron a través del Imperio Bizantino y desde España.
Las continuas peregrinaciones a los diferentes santuarios europeos, donde se veneraban las reliquias del apóstol Santiago y las Cruzadas, permitieron un profundo contacto e intercambio cultural entre Oriente y Occidente.
Las formas ornamentales preferidas fueron las geométricas, zoomorfas y fitomorfas. Esta última se aplica especialmente en los capiteles de los pilares de la Catedral.
La Planta de nuestra Catedral está organizada en forma de cruz latina con tres naves longitudinales cruzadas por un transepto y articuladas en el crucero.
El acceso principal está formado por arcos con archivoltas que descansan sobre falsas columnas que flanquean la entrada y cuenta con una pesada puerta metálica de dos hojas corredizas con ornamentos en bronce.
Los accesos secundarios se ubicaban, simétricamente, a cada lado, uno sobre la vía pública y el otro – hoy clausurado - sobre el patio lateral del templo al este.
La Nave Central remata en el Presbiterio, sin deambulatorio, donde se aloja el Retablo Mayor, flanqueado por la sacristía y el oratorio.
A ambos lados del Crucero dos capillas secundarias dan alojamiento a retablos o altares menores.
Bajo el Crucero, donde actualmente se encuentra el Altar de la Nueva Liturgia Post-conciliar, una balaustrada de mármol de Carrara -hoy retirada- circunscribía el espacio destinado a comulgatorio.
El Pronaos se encuentra perimetrado por una reja de hierro forjado, el Vestíbulo, flanqueado por el Baptisterio y el acceso al Coro, vestuarios, depósitos y a los niveles superiores del Campanario.
El Románico ofrecía dos alternativas de cobertura: inicialmente de madera, luego sustituida por la bóveda de cañón.
Pero estas soluciones no alcanzaban a resolver los problemas de iluminación y escala que pretendían los arquitectos románicos, quienes las encontraron en el Arte Gótico gracias al empleo del arco ojival y la bóveda de crucería.
En este caso encontramos una multiplicidad de soluciones adaptadas en tiempo y espacio.
La estructura de la cubierta superior está compuesta por cabriadas intercaladas de hierro -tipo Americano con tirante peraltado de 6 paneles- y de madera Pino Tea a doble vertiente -con tirante peraltado- en la Nave Central.
Debajo de esta cubierta de chapa ondulada de cinc se construyeron bóvedas: ojivales en la Nave Central y el Crucero, de cañón corrido en la Nave Transversal y de proyección horizontal en el Presbiterio y Naves Laterales, estas sobre-techadas posteriormente a un solo faldón.
La bóveda de la nave principal se construyo con mampostería de ladrillos trabados, adheridos con mortero de cal y con una carga de compresión continua sobre la clave de la bóveda; una serie de arcos ojivales, aparentes, completan la estructura de la bóveda con el objeto de dotarla de rigidez al tiempo que manifestar el ritmo compositivo y ornamental.
Esta nave central, más alta y esbelta se comunica con las laterales a través de sendas arcadas simétricas de medio punto levemente peraltados.
El crucero no posee cúpula, resolviéndose con una bóveda de crucería de arcos diagonales y cuatro pechinas bajo la misma cubierta de la Nave Central.
Las capillas laterales del Crucero fueron cubiertas con techos de chapa a dos vertientes y por debajo con bóvedas de cañón de medio punto.
El Románico reemplaza la delicada columna por el robusto pilar para sustentar arcos y bóvedas.
Estos pilares son de sección cuadrada cuando soportan una sola arcada, como es el caso de la intercomunicación de las naves laterales y adoptan formas cruciformes o más complejas al recibir varios arcos, tal como sucede con los grandes pilares del Crucero.
Estos elementos cuentan con capiteles geométricos simples en los arranques del arco, y una Cornisa formando el ábaco del pilar.
Los arcos empleados son de medio punto peraltados en el interior y con arquivoltas en la puerta del ingreso principal.
Como decíamos, los materiales utilizados fueron los existentes en el medio durante el tiempo de su edificación: mampostería de ladrillos, mortero de cal, aceros laminados, ausencia casi total del Hormigón Armado a excepción de algunas losas y la cúpula de coronamiento del campanario, construidas posteriormente.
En Europa en distintos períodos y regiones, el Románico aplica la piedra en la construcción, también la tecnología del ladrillo – esta última ampliamente conocida por artesanos y albañiles inmigrantes italianos – que fuera utilizada profusamente en el período prerrománico o Lombardo.
Las cabriadas de madera, metálicas y el empleo de perfiles, tipo Grey o e ala ancha y normales gigantescos en la estructura de la torre completan la variedad de elementos constructivos y la incipiente presencia de piezas industrializadas en la obra.

X - EL CAMPANARIO

El campanario debía resolverse en total armonía y escala con el conjunto edilicio, dotándolo de escala monumental y dentro de un tratamiento ornamental provisto de belleza pero sin rebusques excesivos.
Hasta 1.929 la construcción de la torre se había pospuesto por falta de fondos y, de no haber mediado la providencial intervención de esta Dama de la sociedad rafaelina, comprometida con el sueño de todos y el amor a su difunto esposo, quien sabe cuando se hubiese podido realizar.
Doña Luisa Fasino, viuda del "Commendatore" Faustino Ripamonti, donó los 22.000 $ m/n que se necesitaban para la construcción de la monumental torre-campanario.
El 13 de Diciembre de 1.929 se firmo el contrato entre la Sociedad Anónima Faustino Ripamonti Limitada, representada por su Presidente y apoderado de Doña Luisa, Eduardo Ripamonti y el Señor Carlos A. Mai, responsable de la Empresa Constructora Sucesores de José Mai (1), obligándose -esta empresa- a terminar la obra en un plazo de ochenta días hábiles a partir de la llegada de los hierros al lugar. En el Pliego se detallan las características constructivas de la torre.
"Se procederá a la construcción del la parte faltante de la torre hasta una altura de 47.00 m comprendida la cruz.
Se empleara mampostería de ladrillos de primera calidad asentados en mezcla de 1/4 de cemento, 1 de cal y 3 de arena, o bien 2 de arena y 1 de polvo de ladrillos.
A aproximadamente a la altura actual de la mampostería se construirá una losa de hormigón armado de 0.40 m de espesor y 0.60 m de ancho contorneando la torre, en donde se afianzaran los hierros que servirán para anclar las columnas que formando parte del esqueleto metálico partirán desde el entrepiso de las campanas.
Dicho esqueleto metálico ha sido calculado para soportar las cargas permanentes de acuerdo al plano (las cuales al reloj quedan excluidas de este presupuesto). Asimismo se ha tenido en cuenta las cargas accidentales producidas por el viento y el balanceo de las campanas.
Otros dos anillos de hormigón armado de 0.40 m de espesor se construirán: uno a nivel del entrepiso de las campanas y otro en el arranque del terminal de la torre. El hormigón a emplearse tendrá las proporciones siguientes: 1 de cemento, 2 de arena y cuatro de piedra partida o canto rodado.
La torre en su interior será revocada desde el nivel actual de la mampostería hasta el entrepiso a construirse a los 34 metros aproximadamente.
En los entrepisos se hará piso de concreto.
Se proveerá una escalera de hierro interior desde la terminación actual de la mampostería hasta el entrepiso a los 34 m, desde aquí se instalara por la parte externa una escalera marinera sólidamente agrapada para acceder a la cruz.
La cruz que proveeremos será de hierro y de un costo en taller de trescientos cincuenta pesos. Se colocara sólidamente afianzada y se pintara imitación bronce patinado.
Se proveerá y colocara sobre la cruz, un pararrayo de cinco puntas: 1 de platino y 4 de metal inoxidable, partiendo desde allí el conductor de cobre que terminara en una chapa de cobre sumergida en el agua del subsuelo."
La estructura del edificio estaba completa pero su conclusión necesitaría de una nueva y providencial intervención.
Doña Luisa Fasino no dejaba nunca el "rabo por desollar" y tampoco el Padre Dimas Mateos, quien, el 14 de Agosto de 1.930, junto a Eduardo Ripamonti, rubricaban un nuevo contrato que habría de regir la obra de ejecución del revoque del frente y la torre a un costo total de 19.000 $ m/n, esta vez a cargo de los Arquitectos Gerbino, Schwarz y Ocampo, de la ciudad de Rosario.
Para estos trabajos la Señora Luisa Fasino de Ripamonti aporto 11.000 $ m/n y el Padre Dimas los 8.000 $ m/n restantes.

CAMPANAS DE “VUELO LIBRE”
El grabado sobre relieve recuerda a sus donantes y la “fonderia” que las fabricó:
Eduardo Ripamonti - Teresa Franchino de Ripamonti - 1.927
Luís Pedro Conosciuto - Josefina Marellin de Conosciuto - 1927
Ditta F. Barigozzi - Milano

TORRE-CAMPANARIO
Domina la Ciudad a pesar del crecimiento urbano.
Concluida la magnifica obra, el recuerdo de Don Faustino, Doña Luisa y de la familia Ripamonti, quedó definitivamente ligado a la historia de la Catedral de Rafaela.

PINACULOS
En distintos niveles de la torre y, manteniendo una estricta simetría, emergen series de pináculos, reminiscencia del arte Gótico que alterna con el Románico.
Completan la composición de la torre las perforaciones del campanario, los relojes de cuadrante circular, la cúpula de coronamiento tronco-piramidal octaédrica y la cruz de remate en hierro forjado provista de iluminación incandescente.
Toda obra de arquitectura de magnitud requiere de la permanente recreación y diseño de aspectos parciales, producto de los imponderables surgidos en la propia obra, como por las nuevas sensaciones que el proyectista y los visitantes experimentan al recorrer y apreciar la dimensión real de sus espacios, formas y volumetría.

(1) Se refiere a la empresa fundada por Juan Mai nacido en la Provincia de Como (Italia) en 1836. Joven llegó a la Argentina y se radico en Santa Fe donde estudio comercio y dibujo obteniendo el diploma de Constructor. Era Socio principal de la Empresa Juan Alberto y José Mai establecida en la Capital provincial desde 1885.

BOVEDAS
Ojival en la Nave Central, crucería en el Transepto y de cañón corrido en el Transepto

XI - EL RELOJ

Donado por el matrimonio de Maria Meassi y José Lorenzatti en 1.939
La maquina del reloj se encuentra alojada en un gabinete metálico de 1,20 m de largo por 0,60 m de ancho. Esta acciona un dispositivo electro
mecánico de péndulo y pesas, con autonomía de cuatro horas. Posee además un sistema de transmisión con varillas y levas para el movimiento de las agujas de los 4 cuadrantes circulares de numeración romana. Un sistema de cables de acero acciona mecánicamente los martillos de la campana mayor (horaria) y de las campanas menores (cuartos y medias).

XII - EL SALVATAJE DEL TEMPLO

Después de 80 años de vida otro meteoro, de distintas características que aquel de 1.903, y que aun persiste en Rafaela, sometió a la Catedral y a muchos otros edificios a un alto riesgo de colapso estructural: el ascenso de las aguas subterráneas o capa freática.
Entre 1.987 y 1.989, el Obispo de Rafaela, Monseñor Héctor Gabino Romero junto al párroco Monseñor Idelso Re y la Comisión “Amigos de La Catedral” presidida por el industrial Armando Williner e integrada por el C.P.N Néstor Leonardi, Cayetano Colsani, Esc. Horacio Alemandi, Francisco Licinio, Dr. Mario Vecchioli, los Sres. Sola y Mandrile y la Dirección Técnica a cargo del Ingeniero Homero Ingaramo y del Arquitecto Jorge Garrappa, llevaron a cabo obras de mantenimiento extraordinario de la Iglesia debido a los agrietamientos originados por el asentamiento de sus cimientos, apoyados a una profundidad de 1,70 m. bajo la Nave y 3,35 m. bajo el Campanario.
La escritora Adelina de Terragni, en su libro Historia de Rafaela -Pag.89- cuenta que:
“Los descendientes de Luís Maggi le oyeron relatar hechos de los colonos que llegaban al pueblo armados de escopeta y que aprovechando los patos silvestres que bajaban a una laguna donde actualmente se encuentra la Catedral, los mataban, ufanos, por obtener algún producto de caza para la mesa familiar."
Si bien esto podía brindar indicios sobre la existencia de “rellenos” debajo de la Catedral, debía ser tomado como un dato necesitado de mayores precisiones técnicas.
Los estudios de suelo demostraron posteriormente, a la profundidad de los cimientos, la presencia de una capa de terreno limo-arcilloso de alta resistencia en estado seco pero sumamente sensible a los cambios de humedad.
El ascenso del acuífero subterráneo, a niveles históricamente jamás vistos, elevó la humedad de ese estrato modificando su capacidad soporte, perdiendo consistencia y sufriendo una significativa compresión.
Recordemos que la estructura edilicia de la Catedral esta constituida íntegramente por mampostería de ladrillos, pilares con núcleo de acero laminado como elementos puntuales de recepción de las cargas de la Nave Central y muros de carga continuos en los cerramientos laterales exteriores.
Los pilares están cimentados sobre zapatas aisladas a -1,70 m bajo nivel de la vereda, mientras los muros sobre zapatas corridas, por esta razón los asentamientos fueron mas acentuados en los primeros al producirse una concentración de cargas y carecer de otros elementos de vinculación o arriostramiento.
Las bóvedas de la nave central y del crucero, construidas íntegramente en ladrillos trabados solo pueden resistir solicitaciones de compresión, pero carecen de elementos que puedan soportar esfuerzos de tracción a los que precisamente fueron sometidas por los asentamientos diferenciales.
Los controles realizados periódicamente mostraron la continuidad de los movimientos con la lógica consecuencia de la propagación y magnificación de los deterioros producidos inicialmente.
La Comisión resolvió encomendarnos el estudio, proyecto, cálculo y dirección de las obras de Ingeniería y Arquitectura necesarias para solucionar definitivamente este problema.
El Programa de Trabajos contempló tareas esenciales a realizar teniendo en cuenta la magnitud del problema, las características especiales del edificio, el funcionamiento del mismo y los recursos económicos para afrontarlos:
1.- Control de Movimientos Estructurales: realizado ininterrumpidamente a fin de verifi
car y registrar las deformaciones del edificio.
2.- Control de Nivel Freático: mediante ejecución de perforaciones o freatímetros que permitiesen medir constantemente la variación del nivel de agua subterránea.
3.- Análisis de Cargas Actuantes: su conocimiento posibilito contar con los datos necesarios para proyectar las distintas alternativas de solución.
4.- Verificación de fundaciones: permitió determinar composición, dimensión de los cimientos y extracción de muestras testigo que fueron sometidas a ensayos de tipificación, humedad y resistencia del suelo de fundación.
5.- Montaje de un dispositivo de Seguridad interior: necesario para mantener el Templo en servicio mientras se trabajaba dentro de el. Consistió en la instalación –inmediatamente bajo la bóveda de la Nave Central- de una estructura metálica reticulada cubierta con un film de polietileno de alto micronaje sobre malla cerrada de cables de acero tensado para dar seguridad al ámbito de la Nave central ante eventuales desprendimientos de material del cielorraso.
Esta estructura, a dos faldones de gran pendiente, se hizo descansar sobre la cornisa-pasarela de la nave. Su diseño totalmente desmontable y recuperable permitió utilizarla para otro destino una vez cumplida su misión protectiva. Se dispuso una pasarela de cumbrera con acceso visual directo a la bóveda para control de los testigos colocados.
6.- Verificación de estanqueidad de ductos: se ordeno la realización de pruebas hidráulicas en modo de descartar eventuales filtraciones de las redes de agua corriente y cloacas que pudiesen afectar –adicionalmente- las fundaciones de la Catedral.
7.- Sistema de Drenaje Operativo: con el objeto de mantener controlado el nivel de la capa freática y alejado de los cimientos –durante la realización de los trabajos- se construyo una zanja de drenaje en el patio Este de la Catedral que, a modo de filtro, colectase el agua hacia un pozo sumidero desde donde bombearla a la boca de tormenta mas cercana. Dado el sistema de recalce adoptado y la estabilización del nivel freático en los meses posteriores, no fue necesario poner en funcionamiento el sistema de bombeo.
8.- Propuesta de solución: como resultado del exhaustivo análisis de la situación se diagnostico que el edificio de la Catedral esta sustentado por un estrato de terreno comprimido por la elevación de su contenido de humedad y que, bajo las cargas actuantes presenta un proceso de fluencia lenta, resultaba necesario restablecer el equilibrio del sistema estructura-suelo.
La solución al problema consistió en la transmisión de las cargas de la fundación a capas de terreno más profundas y resistentes, descargando consecuentemente el estrato limo-arcilloso en que se apoyaban los cimientos y cuya consolidación provocaba los asentamientos diferenciales del edificio.
Asimismo se elevaron a la Comisión las pautas esenciales que debía cumplir la alternativa de solución que se buscase:
a) En lo técnico dar adecuada respuesta a las exigencias estructurales evitando el hincado de elementos.
b) En cuanto a la conservación del edificio, considerado de alto valor patrimonial, utilizar métodos de trabajo muy poco invasivos.
c) En lo económico compatibilizar los valores referenciales para este tipo de tarea con los recursos disponibles.
d) En cuanto a la garantía del trabajo seleccionar una empresa ejecutora con antecedentes suficientes en edificios similares.
Así se arribo al momento de convocar y evaluar las propuestas de solución ofrecidas desde distintos puntos del país.
En el marco de las pautas mencionadas se procedió a un pormenorizado análisis de las variantes disponibles, proceso que desemboco en la selección del sistema de Micropilotes Inyectados.
Dicho sistema consiste en realizar perforaciones en forma vertical u oblicua a través de la masa muraria de las zapatas de fundación empleando brocas de diamante y prosiguiendo, en terreno natural, con brocas de tipo convencional ticónico hasta la profundidad deseada.
El ángulo de inclinación respecto de la vertical variaría según la dimensión de la zapata y su profundidad, oscilando entre los 11° y los 15°.
En la zona de apoyo de la punta del pilote, a -14,00 m, se realizo un acampanamiento o ensanche -mediante una herramienta especial- para aumentar su capacidad de carga. Por esta característica a este tipo de pilotes se lo denomina "wide point".
La perforación se efectúa mediante inyección de “lodo bentonitico” cuyo reflujo es canalizado a cámaras de depósito desde donde es bombeado nuevamente hacia nuevas perforaciones.
Una vez colocadas las armaduras de hierro, el relleno del micropilote se realiza con pasta de cemento inyectada a una presión de 10 Kg/cm2., utilizando la misma barra de perforación con caño camisa y obturadores de flujo.
La transferencia de cargas de la zapata existente al pilote se logra rellenando este último tramo con pasta cementicia, no obstante ello, se efectúan ensayos de adherencia para verificar la fricción entre el pilote y la mampostería.
Los estudios de suelo realizados mostraron que a -14,00 m de profundidad existe una capa de terreno apta para absorber las cargas a transferir, lo cual fue verificado también mediante un ensayo de carga a la rotura.
La primera etapa del proyecto comprendía la submuracion del sector más comprometido estructuralmente, es decir, los pilares de la nave central y los grandes pilares del crucero, en total 12 elementos en los que se ejecutaron 64 micropilotes de 18 Toneladas de resistencia cada uno.
Asimismo se realizaron 14 micropilotes mas para asegurar la estabilidad de los muros adyacentes del Transepto y otros 3 para la realización de los ensayos de carga preliminares.
Los materiales intervinientes en esta Etapa alcanzaron las cifras siguientes:
CEMENTO:         1.215 bolsas. (60.750 Kg)
ARENA:                      24,5 m3. (32.000 Kg)
AGUA:                47.142 Litros.
HIERRO 8 mm:          474 barras (2.275 Kg)
HIERRO 4,2 mm:          162 barras (350 Kg)
HIERRO 20 mm:               8 barras (237 Kg) 
La segunda etapa comprendió el recalce de los muros perimetrales con el mismo sistema mediante la ejecución de 56 micropilotes, totalizando 137 unidades.
La tercera etapa comprendía el recalce de la torre, de cuyo estudio surgió que su peso total es de 1.600 Tn que transmite a su base de 1.450.000 cm2, lo que da una Tensión de trabajo del terreno de 1,104 Kg/cm2.
Pudo constatarse la existencia de una armadura de rieles -presumiblemente provenientes del levantamiento de las vias del viejo “Tranvía a vapor”- dispuestos en dos “camadas” y en ambas direcciones, dentro de una masa de hormigón compuesta por cemento, arena y granza.
También pudo establecerse que dicha “platea” posee un perfil irregular de apoyo y, consecuentemente, diferencias de espesor entre sus extremos Este y Oeste. Esto explica en parte el comportamiento monolítico de la torre durante el período crítico de movimientos del edificio y su giro hacia el Oeste, sector de menor espesor y profundidad del cimiento.
Para esta fundación -que no volvió a sufrir asentamientos- se previó una consolidación superficial con inyecciones puntuales, a fin de estabilizar el terreno de apoyo, que no hizo falta realizar hasta el momento.
El 24 de Octubre de 1.989 fueron inauguradas estas obras con resultados altamente satisfactorios, no obstante ello, se mantiene en observación la torre a fin de intervenir prontamente de verificarse nuevos movimientos de magnitud.

XIII - LA REMODELACION DEL PRESBITERIO

El Presbiterio debió ser adaptado, en todos los templos católicos del Mundo, a la Nueva Liturgia emanada del Concilio Vaticano II, incluyendo entre otras modificaciones: La celebración de la misa, por parte del sacerdote, de frente a los fieles, lectura de la palabra y homilías desde un ambón a nivel del publico y el ingreso del celebrante desde el fondo de la nave.
Naturalmente estos cambios, conllevan una estrecha relación con el rediseño del espacio físico de las iglesias. En nuestro medio fueron realizados oportunamente y cumplieron su servicio hasta el momento de esta Remodelación.
Al proyectarse los trabajos de recalce y mantenimiento extraordinario de la Catedral, la Comisión me encomendó el estudio de Refuncionalizacion del altar con el objetivo de subsanar los problemas detectados en el uso permanente e intensivo del templo.
Se debía entonces:
1) Garantizar una perfecta visualización de los gestos y movimientos del celebrante durante la Misa desde todos los lugares de la nave.
2) Reubicar los elementos sacramentales: Altar, Pila, Ambón y Sedes del celebrante -Diaria y Episcopal- dentro del mismo ámbito, evitando circulaciones innecesarias.
3) Obtener una clara diferenciación entre el espacio celebratorio de los sacramentos y el espacio publico.
4) Destacar con precisión que, la Catedral, es el lugar donde dicta su Cátedra el Obispo diocesano y posibilitar el ingreso del celebrante desde el fondo de la nave.
La respuesta a estas premisas se materializo dentro del perímetro del Crucero fuertemente demarcado por sus cuatro grandes pilares.
En contacto oblicuo con los pilares posteriores se ubicaron ambas sedes: una diaria para el párroco y otra destinada al Obispo. Cercanos a los pilares frontales se ubicaron el ambón de la palabra y la pila bautismal. En el centro de este espacio celebrativo la mesa del Altar.
La jerarquización de estos elementos se enfatizo mediante diferencias de nivel respecto del piso de la nave, de modo tal que el Ambón y la Pila Bautismal se encuentran sobre el primer escalón de 0,15 m, la mesa del Altar a 0,60 m y las Sedes a 0,75 m. Estos niveles fueron referidos estrictamente a las trayectorias visuales ideales desde los lugares más distantes de la nave con el objeto de permitir la mejor apreciación de los movimientos del celebrante durante todo el desarrollo de la Misa.
A fin de integrar aún más las naves laterales del Crucero se quitaron las balaustradas de mármol del comulgatorio -afectadas seriamente por el descenso de los pilares- colocándolas de frente para que puedan ser apreciadas desde la nave y oficiar de eventual oratorio.
El ambón existente debió ser demolido y en su lugar se coloco el antiguo púlpito de roble americano, tallado a mano, que años atrás fuera desmantelado de lo alto del pilar izquierdo del Crucero.
Se recuperaron los mármoles blancos de "Carrara" existentes, agregándose otros en los escalones del nuevo presbiterio.
El piso del altar remodelado se revistió con una moquete en varios tonos de rojo y se repararon los pisos dañados, en las adyacencias de pilares y muros, con nuevas piezas de granito con guardas similares a las originales fabricadas especialmente.
La mesa del Altar se revistió con piezas mármol de "Carrara" existente y se coloco sobre cuatro balaustres del mismo material, con detalles negros, dándole mayor transparencia y sencillez a la composición. La sacristía finalmente se traslado a la sala destinada antiguamente a baptisterio en la zona frontal adyacente al ingreso.

XIV - LA CAPILLA DE LA RESERVA EUCARISTICA

Antecedentes
En el año del Giubileo -2000- se encomendó al equipo técnico asesor, constituido por el Arq. Jorge Garrappa y el Ing. Homero Ingaramo, evaluar diversas alternativas de emplazamiento para la capilla de la Reserva Eucarística.
Se sugirió inicialmente:
“El uso de la contra-sacristía (local recostado sobre el lado este del Ábside) actualmente destinado a depósito y falto de terminaciones como revoques y cielorrasos.”
Fortalezas de esta localización:
1) Posición óptima y frecuente en distintas Catedrales e Iglesias.
2) Aprovechamiento de un espacio semi - ocioso e inconcluso.
3) Conexión directa con el brazo este del Transepto.
4) Inversión económica limitada.
Debilidades:
1) Necesidad de reubicación del altar del Sagrado Corazón.
2) Dimensiones del local.
3) Necesidad de refuerzo estructural del muro a perforar.
Después de analizar otras alternativas se concluyó:
“El presente informe técnico, nos permite visualizar ventajas y desventajas de cada lugar, analizar y sopesar cada elemento respecto de la importancia religiosa, cultural e institucional de nuestro Templo Mayor y de la responsabilidad colectiva de mantener su originalidad y estética en el mejor estado posible en tanto patrimonio de la Ciudad y la Diócesis.”
Dadas las particulares condiciones reinantes en el país en el año 2000 y la infausta desaparición física del Obispo Monseñor Héctor Gabino Romero, el tratamiento del tema se debió posponer.
En Noviembre de 2004, el nuevo Obispo, Monseñor Carlos Maria Franzini, expreso su voluntad de acondicionar un lugar destinado a la adoración del Santísimo en el año internacional de la Eucaristía.
Ante esto, se recomendó a los técnicos retomar los estudios de diseño para la realización de dicha Capilla en la contra-sacristía, con acceso al público directamente desde el Ala Este del Transepto.
Se realizó un nuevo relevamiento del local a intervenir verificándose nuevamente sus dimensiones: 6,60 m. de largo por 5,45 m. de ancho, que totalizan una superficie útil de 35,97 m2, con una altura de 5,55 m desde el piso al techo. La cubierta del local es una azotea de baldosas cerámicas rojas 20 x 20 con embudos y bajantes pluviales de hierro fundido embutidas. Muros perimetrales de mampostería de ladrillos comunes asentados en cal, espesor de 0,60 m en su fuste y 0.90 m en el zócalo. Se relevo la existencia de una puerta de comunicación con el Ábside y otra sobre el muro sur que comunicaba al exterior y una ventana fija como único medio de iluminación natural. El nivel de piso era menor al del Ábside y 11 cm. mayor al del Transepto. La antigua instalación eléctrica era exterior con conductores de tela y goma fijados sobre aisladores de porcelana y llaves interruptoras con selector giratorio.
Premisas del Diseño
a) En los Lineamientos Generales para la Construcción de Iglesias (LGCI) de la Comisión Episcopal de Liturgia se expresa que: “Es claro que la Reserva Eucarística no corresponde se ponga sobre el altar principal, o sea sobre el que se celebra habitualmente”. La mención de un lugar especial, con características diferenciadas del resto de la nave y presbiterio, resaltan debidamente el carácter que debe tener la reserva, mantenida no solo como auxilio para casos de necesidad sino también para la adoración por parte de los fieles de la Sagrada Eucaristía.
b) La NGMR 276 (Definiciones 940 - CDC) establece que: “Es muy recomendable que el lugar destinado para la Reserva Eucarística sea una Capilla adecuada para la oración de los fieles. Si esto no fuera posible, conforme a la estructura de cada iglesia y a las legitimas costumbres del lugar, el Sacramento se pondrá en otro altar o fuera del altar, pero en un lugar de la iglesia verdaderamente noble y bien ornamentado.”
c) Asimismo la Definición 938–2 del CDC indica que: “El Sagrario en que se reserva habitualmente la Eucaristía debe ser inamovible, hecho de materia sólida no transparente y cerrado de manera que evite al máximo el peligro de profanación”.
d) Según la Definición 940 de CDC: “Sobre el Sagrario en el que esta la Sagrada Eucaristía ha de lucir constantemente una lámpara especial con la que se indique y honre la presencia de Cristo”.
Se debía pues:
1) Poner en Valor el local denominado contra-sacristía en el flanco Este del Ábside.
2) Posibilitar el acceso a la Capilla desde el Transepto.
3) Garantizar el equilibrio estructural del sector y del conjunto edilicio.
4) Procurar que la iluminación interior (natural y artificial) crearan una atmósfera favorable al recogimiento y la oración.
5) Garantizar una razonable ventilación del local.
6) Construir el Tabernáculo en un todo de acuerdo con la Definición 938 del CDC.
7) Tornar silenciosos los desplazamientos dentro de la Capilla.
8) Evitar toda suerte de escalones y resaltos innecesarios y peligrosos.
Propuesta de Diseño
La Capilla de la Eucaristía, también llamada de la Adoración del Santísimo, tiene como centralidad el Tabernáculo o Sagrario.
El Tabernáculo de bronce fundido esta embutido en un sólido prisma de base cuadrada de 0,70 m y 1,70 m de altura revestido totalmente en mármol negro de Brasil.
Dicho Tabernáculo es el original de la Catedral que se traslado desde el Retablo Mayor de madera a su nueva posición en la Custodia Eucarística.
Debajo de la puerta del Tabernáculo se coloco una bandeja de vidrio templado para que funcione como espera en la operación de guardado del Ostensorio.
El prisma para la custodia del Tabernáculo esta ubicado en el centro de un ábside octogonal levemente elevado del suelo de la capilla.
Para ingresar a la Capilla se abrió un vano de 2,00 m por 4,00 m de altura, sobre el muro de apoyo del Altar del Sagrado Corazón.
Esto requirió de la remodelación y traslado de dicho Altar secundario al entrepaño contrapuesto a la puerta de Boulevard Hipólito Irigoyen en la nave lateral Este.
La obra requirió demoler el piso existente de la contra sacristía –en muy precario estado- a efectos de llevarlo al mismo nivel del Transepto. Ejecutar una carpeta niveladora impermeable como base para adherir la “moquete” con zócalo de madera moldurada y laqueada.
Concomitantemente, se decidió eliminar la puerta de comunicación con el patio para construir un ábside tetraédrico con rajas de iluminación laterales para evitar el molesto efecto del contraluz. Asimismo se modifico la única ventana existente para ventilación.
Debajo de la losa existente se coloco un cielorraso de yeso terminado con moldura perimetral y florón central.
Sobre dicho cielorraso, se instalaron las correspondientes tuberías y cajas de electricidad fijadas a los perfiles metálicos de la bovedilla.
En los muros interiores se realizaron molduras perimetrales bajas, similares a los zócalos existentes en todo el templo.
Se proveyó de una iluminación artificial basada en “spots” en el cielorraso, luminarias con difusores rasantes, adosadas a los muros laterales y un reflector halógeno direccional para iluminación de la puerta del Sagrario.
En el vano de la puerta de comunicación con el Transepto se coloco una solía de mármol de Carrara como transición entre el piso granítico y la “moquete” de la Capilla.
Solución Estructural
Se resolvió emplear un sistema combinado de:
1) Micropilotes a ambos lados del vano.
2) Cabezales de transferencia de cargas.
3) Pórtico metálico en perfiles doble “T”.
Inaugurada el 24 de Octubre de 2006

XV - PUESTA EN VALOR

El mantenimiento y puesta en valor de un “edificio publico” de estas características constituye -sin lugar a dudas- un problema de proporción que, si no se enfrenta con la continuidad necesaria los deterioros y la inversión adquieren francamente una escala gigantesca.
Si bien es cierto que el mantenimiento no se realiza con la frecuencia deseada, al menos existe una planificación sistemática a partir de los ´90, que permitió periódicamente llevar a cabo trabajos diversos con la participación, siempre renovada, de los párrocos y de toda la Comunidad parroquial, a través de Comisiones creadas al efecto.
Así, en 1.972, se constituyo la Comisión Pro-Pintura Iglesia Catedral "San Rafael", presidida por el entonces cura párroco José Tacca, acompañado por los señores Adhemar Mascotti, Pedro Bonino, Cesar Berutto, Antonio Ferrero, Atilio Bianciotti, José Porco, Aníbal Rodaro, Raúl Degiovani, Ludovico Zenklusen, Hugo Peterlin y Nelson Rosetti para llevar a cabo los trabajos de pintura interior, con la Dirección Técnica del Arquitecto Mario Williner.
En 1.988, el párroco Monseñor Idelso Re con la Comisión Amigos de la Catedral, realizo la reparación de cubiertas, protección anti-pájaros y el sistema de iluminación exterior.
En 1.989 se pinto totalmente el interior del edificio reemplazando la gama cromática existente por los colores actuales, y se reacondiciono la reja perimetral del Atrio.
Entre 1.991 y 1.992 se renovó totalmente la vereda pública en todo el perímetro edificado, cubriendo con solado de piedra lavada 830 m2. y se construyo una rampa para discapacitados motrices sobre el lateral oeste sobre Bv. Hipólito Irigoyen con solado antideslizante y pasamano de seguridad.
En 1.994 la Comisión, presidida por Gustavo Sosa y constituida por Elías Curi, Miguel Cescut, Omar Cassina, Ricardo Zenklussen, Norberto Calcha, Jorge Santi, Homero Ingaramo y Jorge Garrappa, programo un Plan General de Obras estableciendo niveles de prioridad acordes al flujo financiero disponible.
Así se logro refuncionalizar espacios ubicados en la Casa Parroquial sobre la esquina de Bv. Irigoyen y Necochea, adaptando dos oficinas para atención sacerdotal y una sala, ubicada sobre el ala sur, para funcionamiento de dos aulas para servicios pastorales.
El peligro latente de desprendimiento de partes, requirió la restauración de la balaustrada perimetral del nivel de campanas de la torre, reemplazando los balaustres originales deteriorados y confeccionando los nuevos "copiados a molde" de aquellos casi centenarios. El trabajo artesanal estuvo a cargo de Roberto Grazioli.
Hubo que alinear y fijar las centenarias campanas -desplazadas por las vibraciones- renovar el cable de acero para su accionamiento y restaurar los dispositivos de alineación, rodamiento y paso de dichos cables hasta la base de la torre.
Se debió construir una estructura metálica con malla de alambre tejido para aislamiento de la escalera caracol, en el tramo cribado de la torre, del acceso de pájaros a los niveles superiores e inferiores, siempre cuidando de no afectar la estructura original del edificio.
El mantenimiento del Reloj contemplo el repintado de cuadrantes, caja y la renovación del cableado de los martillos y calibrado general.
Entre 2004 y 2005 la Comisión Económica resolvió iniciar la reparación de los elementos ornamentales -gravemente deteriorados- ubicados sobre el pronaos de la Catedral.
Dichos elementos (balaustres), colocados en distintos niveles de la fachada, significaban un peligro latente para las personas que circulan y permanecen en ese sector del templo durante las variadas celebraciones que se realizan.
Los balaustres compuestos de basa, fuste liso y capitel compuesto, presentaban serios deterioros tales como grietas, faltantes con exposición de hierros, desplazamiento de partes y acumulación de moho, entre otros.
El inicio de las tareas de restauración debió ser postergado debido a demoras en el montaje del andamiaje de seguridad diseñado a tal efecto.
Al momento de la publicación de este libro dichas tareas se encuentran próximas a su finalización.
Durante los primeros meses de 2008, la nueva Comisión Económica, impulso los trabajos de reparación de los 4 cuadrantes del reloj de la torre y la renovación total del sistema lumínico del mismo.
Asimismo se reemplazaron las chapas sinusoidales de las cubiertas superiores totalmente deterioradas de todo el templo.

XVI - OBISPOS DE RAFAELA

Monseñor JOSE MARIA GELABERT Y CRESPO
(1820 – 1897)
El obispo José Maria Gelabert y Crespo nació en Santa Fe en marzo de 1820. Estudio en Buenos Aires y ejerció el sacerdocio en la ciudad que lo vio nacer hasta 1865. Ese año asumió el obispado del litoral con sede en la vecina ciudad de Paraná.
Fue obispo por 20 años hasta que decidió retirarse por razones de salud en 1883. Fue en estos tiempos que decide radicarse en el pueblo de Santo Tome.
Impulso la construcción del actual Templo de la Inmaculada Concepción. Incluso colaboro económicamente para que la obra se realice. Otra tarea de Gelabert en Santo Tome fue la creación de la escuela de Artes y oficios.
Los testimonios dan cuenta de que el Obispo Gelabert acostumbraba pasear por las calles de tierra del pueblo. Y que de vez en cuando se arrimaba a contemplar las aguas del Salado. En la costa solía encontrarse con los pescadores y el mismo muchas veces se ponía a pescar.
Un 23 de noviembre de 1897 el obispo José Maria Gelabert y Crespo desapareció físicamente. Pero dejo su huella en Santo Tome sobre todo a través del templo de la Inmaculada.
Este templo esta ubicado en la esquina que hoy forman calle Centenario y Gelabert y ya cuenta con más de 100 años de historia. Por eso fue galardonado con las categorías de Monumento Histórico Municipal y Provincial.

Monseñor JUAN AGUSTÍN BONEO
(1845 – 1932)
El 23 de junio de 1845 en la ciudad de Buenos Aires nace Juan Agustín Boneo hijo de Mariano Boneo y Viaña y María de la Paz Noguera.
Creció en Buenos Aires escuchando las enseñanzas cristianas de boca de su madre y su tío el Pbro. Martín Boneo.
Orientado por su tío comienza sus estudios de latín en la Universidad de Buenos Aires. En poco tiempo se destacó en su actividad intelectual y piadosa.
En 1858 recibía la primera tonsura y a la par era elegido para viajar a Roma como alumno del Colegio de la América latina del cual surgiría a posteriori la mayoría de los obispos de nuestro continente.
En 1873 lo sorprende en Buenos Aires la fiebre amarilla y casi le cuesta la vida. Ese mismo año es nombrado Canónigo del Cabildo Metropolitano. En 1874 Presidente de la Asociación eclesiástica San Pedro
Defensor del vínculo y Provisor del Obispado en 1875 y Vicario General en 1876. En 1888 el Papa León XIII lo nombra Misionero Apostólico.
A partir del 30 de Abril de 1898 fue designado Obispo de la extensa diócesis de Santa Fe siendo su primer Obispo cargo que desarrolló por tres décadas hasta su fallecimiento el 16 de junio de 1932.

Monseñor VICENTE FAUSTINO ZASPE
(1961-1966)
Vicente Faustino Zaspe nació en el barrio de La Boca de la Ciudad de Buenos Aires el 15 de febrero de 1920.
Fue ordenado sacerdote el 28 de noviembre de 1948. Fue nombrado obispo coadjutor del Arzobispado de la provincia de Santa Fe por Paulo VI, el 3 de Agosto de 1968.
Es elevado a Arzobispo en 1969 a raíz de la muerte de su antecesor Nicolás Fassolino.
Rescatemos algunas de sus palabras: "La Iglesia argentina debe ser la voz de los que no tienen voz, a pesar de las inevitables incomprensiones y de las amenazas que puedan seguir. A algunos sectores les molesta que la Iglesia reciba y escuche a los sectores obreros, a los familiares de los desaparecidos y de los detenidos sin proceso, o con procesos eternizados, y que pida por los jubilados y los pensionados".
El 3 de enero de 1984 fue internado por un acceso cerebro vascular provocado por una crisis hipertensiva. Zaspe murió el 24 de enero de 1984.

Monseñor ANTONIO ALFREDO BRASCA
(1966-1976)
El segundo obispo diocesano, Mons. Antonio Alfredo Brasca, nació el 13 de Agosto de 1919 en Cañada de Gómez.
Nombrado por SS Pablo VI el 30 de diciembre de 1968. Fue consagrado y asumió el domingo 16 de marzo de 1969 en la Catedral San Rafael.
Falleció el 26 de junio de 1976. Al día siguiente de su muerte, el 27 de junio de 1976, SS Pablo VI designó Administrador Apostólico de Rafaela a Mons. Vicente Zazpe, quien reteniendo el cargo de arzobispo de Santa Fe gobernó nuevamente la que había sido su primera diócesis hasta el 19 de marzo de 1977.

Monseñor JORGE ALCIDES CASARETTO
(1976-1983)
Nació en Buenos Aires el 27 de diciembre de 1936.
Fue ordenado sacerdote el 5 de septiembre de 1964.
Elegido obispo de Rafaela el 28 de diciembre de 1976 recibiendo la ordenación episcopal el 19 de marzo de 1977.
Trasladado como obispo coadjutor de San Isidro el 14 de marzo de 1983, tomó posesión de ese cargo el 15 de junio de 1983.
El 13 de mayo de 1985, aceptada la renuncia de Monseñor Antonio María Aguirre, le sucedió como Obispo de San Isidro.
En la Conferencia Episcopal Argentina preside la Comisión Episcopal de Pastoral Social y es miembro de la Comisión Permanente.
Es, además, Asesor Nacional de la Comisión de Justicia y Paz. Actualmente ocupa el cargo de Presidente de Caritas Argentina.

Mons. HECTOR GABINO ROMERO
(1983-1999)
El cuarto Obispo de la Diócesis de Rafaela fue Mons. Héctor Gabino Romero, hijo de Sebastián y Rafaela Calahorrano nació el 4 de Agosto de 1924 en Bahía Blanca. Ingreso al Seminario “San José” de La Plata y fue ordenado sacerdote el 20 de Diciembre de 1947.
Fue electo Obispo Titular de Zaragata y Auxiliar de Lomas de Zamora el 26 de Mayo de 1978. Recibió la ordenación Episcopal el 15 de Agosto de ese año.
Siendo obispo auxiliar de Lomas fue trasladado por SS Juan Pablo II a la sede de Rafaela el 7 de enero de 1984. Tomó posesión el 25 de marzo de 1984.
Integró las Comisiones de Comunicación Social y de Ministerios de la Conferencia Episcopal Argentina. Falleció en la ciudad de Rafaela el 23 de mayo de 1999.

Mons. CARLOS MARIA FRANZINI
(2000)
Nació en Buenos Aires el 6 de septiembre de 1951.
Fue ordenado sacerdote el 13 de agosto de 1977.
Elegido Obispo de Rafaela el 29 de abril de 2000, recibiendo la ordenación episcopal y posesión de la diócesis el 19 de junio de 2000.
En la Conferencia Episcopal Argentina, preside la Comisión Episcopal de Ministerios y es miembro de la Comisión Permanente.


XVII - ELEMENTOS MATERIALES DE LA LITURGIA

El Templo
El templo está consagrado para el culto a Dios. Es verdad que Dios está presente en todas partes, pero quiere tener un lugar visible de su presencia en este mundo. Y esto es el templo, la casa de Dios, que más comúnmente llamamos “iglesia”. Por eso, siempre que vemos una iglesia, nos acordamos de que Dios está presente en el mundo y hacemos la señal de la cruz.
El templo o iglesia es también la casa del pueblo de Dios, reunido para escuchar la Palabra de Dios, para rezar, para fraternizar como hijos de Dios.
Al inicio, los primeros cristianos daban culto a Dios en casas particulares (casas romanas de dos pisos). Lo requería la discreción y la prudencia, pues los emperadores romanos impedían todo culto público.
Fue Constantino en año 313 d.C. el que permitió el culto público y lo revistió de solemnidad y magnificencia. Y fue él, el que mandó construir las basílicas, que eran edificios muy grandes, en un inicio dedicadas al rey o emperador, y después ofrecidas a Dios, el Rey de reyes.

Durante siglos se han ido construyendo diversos tipos de templos dedicados a Dios:
Basílica: la basílicas mayores son siete y están en Roma; las menores, por todo el mundo y ha sido el papa quien ha querido honrarlas con ese título.
Catedral: donde tiene la sede o cátedra el obispo.
Iglesia abacial: donde tiene su sede un abad mitrado.
Iglesias parroquiales: para atender espiritualmente a un grupo de fieles y a cargo del párroco y sus colaboradores sacerdotes, en una localidad o territorio delimitado.
Iglesia conventual: que pertenece a comunidades religiosas.
Capillas, oratorios públicos, semipúblicos o privados.

Lugares anexos al templo
Capillas laterales: son como otras tantas pequeñas iglesias dentro de la principal. Responden al deseo de dar culto a santos locales y universales de mayor devoción.
Baptisterio: hoy el baptisterio ha cedido su lugar a la pila bautismal. Está colocado en los pórticos de las grandes basílicas o muy contiguos a ellas.
Sacristía: lugar sagrado para guardar los ornamentos y vestiduras sagradas, cálices, y objetos del culto. Con frecuencia se encuentra dentro de la sacristía el relicario, o capilla donde se custodia y expone el tesoro de las reliquias de santos y vasos de orfebrería.
Torres y campanarios: que indican la presencia de Dios en ese lugar. Las flechas de los campanarios rematan, las más de las veces, con una cruz, una veleta o un gallo. La cruz proclama el signo de Cristo; la veleta recuerda los vaivenes de la fama y lo efímero de la vida; y el gallo es símbolo de la vigilancia.
Cripta: los primeros cristianos la usaban como sepulcro para sus santos mártires y para sitio de reunión en el día del aniversario de su martirio. Con el tiempo, cada cripta sepulcral se convirtió en una pequeña capilla sobre la que se erigieron luego otras iglesias superiores, haciendo coincidir los altares de ambas.

Ahora veamos el mobiliario litúrgico del templo es decir, el conjunto de muebles que adornan o completan el templo.
Pila de agua bendita: lo primero que se encuentra, al entrar en una iglesia, es una o dos pilas de agua bendita. Es un símbolo: purificarnos antes de comenzar una acción litúrgica en el templo sagrado. Esta agua bendita es un sacramental, que debemos aprovechar con devoción, fe y reverencia.
Pila bautismal: los antiguos bautisterios han quedado hoy reducidos a una pila de piedra o de mármol, más o menos grande y artística. Se la coloca en un ángulo de la Iglesia contigua al cancel, también en una capilla separada por una verja. Hoy se tiende a emplazarlas en el presbiterio. A todo buen cristiano debe inspirar agradecida devoción la pila, donde fue espiritualmente regenerado y hecho hijo adoptivo de Dios y miembro de la comunidad eclesial.
Púlpito: estaba adosado al muro o en alguno de los pilares de la nave o del presbiterio. Hoy lo suplen los ambones o simples atriles de la sede presbiteral con su micrófono. Desde el púlpito se predicaban los sermones, la voz llegaba fuerte a la gente y el sacerdote podía ver a todos desde el mismo.
Ambón: es el lugar desde donde se proclama la Palabra de Dios, hacia el cual se dirige espontáneamente la atención de los fieles durante la liturgia de la Palabra. Conviene que sea estable y no un mueble portátil. Se usa sólo para proclamar las lecturas, cantar o leer el salmo responsorial y el pregón pascual, hacer la homilía y la oración de los fieles. No debe usarse para el guía ni para el cantor o director de coro.
Confesionarios: donde Cristo, a través de su Iglesia, en la persona del sacerdote, administra y ofrece el sacramento de la confesión para el perdón de los pecados de los hombres. A partir del concilio de Trento, en el siglo XVI, aparecieron los confesonarios cerrados a los lados, con paredes provistas de rejilla. Los confesonarios actuales son funcionales y prácticos, y están situados en lugares especiales de la iglesia o en capillas penitenciales.
Alcancías: destinadas a recoger las limosnas de los fieles, para el culto, la caridad de los necesitados, o necesidades de la parroquia, para las vocaciones. Dichas alcancías sirven para fomentar la caridad y la generosidad de todos.
Bancos: para sentarnos y escuchar la Palabra de Dios, pasar un rato de meditación íntima con el Señor.
Imágenes: ya sean pinturas (cuadros, mosaicos), ya sean esculturas (estatuas). Son incentivos de devoción, medios de instrucción y elementos decorativos para el culto de Dios y de los santos. No deben ser excesivos, deben ponerse en justo orden, y no distraer la atención de los fieles. No son signos de superstición ni de idolatría, como creen los protestantes. A Dios Padre se le representa como un anciano venerable. A Cristo: se le representa en el crucifijo, o el Sagrado Corazón, o sus emblemas: Buen Pastor, el Cordero, el Pelícano. La figura típica del Espíritu Santo es la paloma, o las lenguas de fuego. Los ángeles son figuras aladas. El Vía crucis representa el camino de la cruz y las escenas de la Pasión del Salvador, recordándonos el camino doloroso de Jesús para salvarnos.
Lámparas: las velas se encienden para los actos litúrgicos. Siempre queda encendida una lámpara, la del sagrario. Ella es fiel centinela que asiste día y noche, en nombre del pueblo cristiano, al Divino solitario del sagrario, Jesús. Esa lamparita da fe de la presencia real de Jesús sacramentado. Simboliza también nuestra vida que debe ir consumiéndose al servicio de Dios, en el silencio de nuestra entrega generosa y abnegada.
Órgano: en el rito latino ha sido el instrumento más tradicional. Existe para el órgano una bendición ritual, antes de su inauguración para el culto. Así dice el documento del Vaticano II: “téngase en gran estima en la iglesia latina, el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales” (Sacrosanctum Concilium, n. 120).
Altar: representa a Cristo y es la mesa de su sacrificio y del banquete celestial, para quienes caminamos hacia la eternidad. Es el corazón del templo. Por eso se lo besa, se lo inciensa. Tiene que ser de piedra o mármol. ¡Es Cristo visible! Ya desde el Antiguo Testamento se construían altares para los sacrificios a Yahvé. Tiene que ser alto, grande.

El altar tiene asimismo sus accesorios:
El mantel: pues es banquete lo que se celebra sobre el altar. En esa “mesa” Dios Padre nos servirá a su Hijo Jesús, como Cordero inmaculado, para alimento del alma.
Candelero: es la luz de la presencia de Cristo.
El crucifijo: colocado sobre el altar, pues cada misa es Calvario donde participamos de la cruz de Cristo.
Vasos y utensilios sagrados: El templo es como el palacio de Dios; el sagrario su recámara y como su sala de recepción; el cáliz, la patena, el copón y la custodia son a modo de vajilla sagrada de la mesa eucarística. Todos estos vasos y utensilios son sagrados. El cáliz y la patena se usan para la celebración del Santo Sacrifico de la misa. El copón y la custodia sirven para conservar, trasladar o exponer el Santísimo Sacramento. Vaso subsidiario es la teca o cajita, usada para llevar la comunión a los enfermos.
Otros: También son objeto de culto las crismeras, las vinajeras y el vasito de las abluciones; el incensario con la naveta, la campana o campanilla, las bandejas, el acetre o calderillo con agua bendita para las bendiciones y aspersiones; lleva dentro un hisopo.

Vestiduras y ornamentos sagrados
Las vestiduras pertenecen también a los elementos materiales de la liturgia. Tienen también su profundo significado. Vestir una determinada ropa significa asumir la personalidad correspondiente, asumir una identidad, puesta de manifiesto en esas vestiduras; por ejemplo, la bata del médico, el uniforme militar, la sotana del sacerdote, etc. Estas vestiduras no indican un poder sobre nadie; sino un servicio a los demás.
Vestiduras del Diácono
Dalmática: Del latín “dalmatica vestis”, túnica o vestidura de Dalmacia. Vestido litúrgico en forma de túnica hasta las rodillas, con mangas amplias, que usan los diáconos sobre el alba y la estola. Los primeros cristianos la tomaron de los romanos y éstos, del pueblo de los dálmatas (hoy países balcánicos). La vestían las personas de dignidad.
Estola cruzada: de hombro izquierdo hacia el derecho, en forma descendente.
Vestiduras del Presbítero o Sacerdote
Amito: pequeño lienzo rectangular, de lino blanco, colocado debajo del alba que pueden usar los ministros sobre los hombros y alrededor del cuello, debajo del alba, para ocultar los vestidos comunes. Tenía un significado alegórico: servía en defensa contra las tentaciones diabólicas y la moderación de las palabras. Hoy ya no se suele usar, porque las albas vienen confeccionadas de forma que cubran el cuello, y ya no con cuello en forma de V. Esta es la oración que rezaba el sacerdote al ponerse el amito: “Impón en mi cabeza, Señor, el casco de la salvación, para rechazar los asaltos del diablo”.
Alba: Del latín “alba”, blanca. Es una vestidura litúrgica común a todos los ministros. Es una túnica talar blanca de mangas largas que cubre todo el cuerpo y se reviste sobre el vestido común. El sacerdote representa con esa alba la pureza que el hombre recibe por los méritos del misterio pascual de Cristo. También significa la penitencia y la pureza de corazón que debe llevar el sacerdote al altar. El alba se coloca sobre el clergyman o la sotana. Esta es la oración que reza el sacerdote al ponerse el alba: “Purifícame, Señor, y limpia mi corazón, para que purificado con la sangre del Cordero, pueda disfrutar de los goces eternos”.
Roquete: Del latín “Rochetum”, especie de alba corta, hasta la altura de las rodillas, que se usa sobre la sotana o el hábito religioso. También se llama sobrepelliz. Puede ser usada por el sacerdote o el diácono para exponer el Santísimo, para una celebración de Bautismo, para un matrimonio.
Cíngulo: Del latín “cingulum”, cinturón. Es cuerda o cordón con la que se ajusta el alba a la altura de la cintura. Aunque su uso es simplemente utilitario, sin embargo, podríamos ver que con el cíngulo el sacerdote ata a la pureza del alba a todo el mundo, a los fieles y los lleva al altar para ofrecerlos en la celebración. Esta es la oración del sacerdote al ponerse el cíngulo: “Cíñeme, Señor, con el cinturón de la pureza y extingue en mis entrañas el fuego de la concupiscencia, para que permanezca en mí la virtud de la continencia y de la castidad”.
Estola: Del griego “stolé”, vestido. Es prenda de tela alrededor del cuello del sacerdote, usada para las celebraciones litúrgicas. La usan los obispos y presbíteros, colgando del cuello hacia delante; y los diáconos, desde un hombro hasta la cintura atravesando en diagonal la espalda y el pecho. Es símbolo de los poderes sagrados que recibe el sacerdote, como pastor que lleva a sus ovejas sobre sus hombros, como maestro que enseña a sus discípulos; como guía que conduce a las almas hacia la vida eterna. Esta es la oración que reza el sacerdote al ponerse la estola: “Devuélveme, Señor, la túnica de la inmortalidad, que perdí por el pecado de los primeros padres; y, aunque me acerco a tus sagrados misterios indignamente, haz que merezca, no obstante, el gozo eterno”. 
Casulla: Del latín “casula”, cabaña. Vestimenta litúrgica amplia y abierta por los costados para la celebración de la Misa. Se usa sobre el alba y la estola. Confeccionada en tela, tiene la forma de una capa cerrada por delante o poncho. Cambia su color según la celebración y el tiempo litúrgico. Simboliza la caridad que cubre todos los pecados y por apoyarse sobre los hombros, el suave yugo del Señor. Esta es la oración que dice el sacerdote al ponerse la casulla: “Señor, que dijiste: Mi yugo es suave y mi carga ligera, haz que lo lleve de tal manera que alcance tu gracia. Amén”.

Vestiduras del Obispo
Mitra: Gorro que usan los obispos y abades desde el siglo X. Está formado por dos trozos de tela acartonada cosidos o pegados por los costados, y abierto en la parte superior. Símbolo del poder y servicio espiritual. “El obispo neoelecto la recibe como si fuera una exhortación a esforzarse para que en él “brille el resplandor de la santidad” y merezca recibir “la corona de gloria que no se marchita” cuando aparezca Cristo, el “Príncipe de los pastores”.
Ínfulas: Cintas que cuelgan detrás de la mitra. Significan que el ministro debe poseer la ciencia del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Anillo: Del latín “anellus”, anillo. Insignia propia de los obispos. Simboliza su desposorio con la Iglesia local o diócesis. También pueden usarlo algunos abades y abadesas. “El anillo que se impone al obispo significa que contrae sagradas nupcias con la Iglesia....”Recibe este anillo, signo de fidelidad y permanece fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios”...Este anillo, símbolo nupcial, expresa el vínculo especial del obispo con la Iglesia. Para mí es una llamada cotidiana a la fidelidad. Una especie de interpelación silenciosa que se hace oír en la conciencia: ¿me doy totalmente a mi Esposa, la Iglesia?¿Soy suficientemente para las comunidades, las familias, los jóvenes y los ancianos, y también para los que todavía están por nacer? El anillo me recuerda también la necesidad de ser sólido “eslabón” en la cadena de la sucesión que me une a los Apóstoles...” .
Báculo: Del latín “baculum”, bastón. Insignia litúrgica propia del obispo como pastor de la comunidad; lo recibe el día de su ordenación y lo usa cuando preside una celebración en su diócesis. Simboliza que es buen pastor de las ovejas, que apacienta, instruye, guarda y las defiende, como Cristo, el Buen Pastor. “Es el signo de la autoridad que compete al obispo para cumplir su deber de atender a su grey. También este signo se encuadra en la perspectiva de la preocupación por la santidad del Pueblo de Dios... En él veo simbolizadas tres tareas: solicitud, guía, responsabilidad. No es un signo de autoridad en el sentido corriente de la palabra. Tampoco es signo de precedencia o supremacía sobre los otros; es signo de servicio... ¡Servir! ¡Cómo me gusta esta palabra! Sacerdocio “ministerial”, un término que sorprende...El obispo tiene la precedencia en el amor generoso por los fieles y por la Iglesia” .
Solideo: Del latín “solus”, solo, y “Deo”, a Dios. Gorro de tela en forma de casquillo que usan los obispos, y cubre la coronilla. Si son obispos, el color del solideo es violeta; si son cardenales, es rojo, y el Papa lo usa de color blanco. Simboliza la protección de Dios y la dedicación a solo Dios.
Pectoral: Del latín “pectus”, pecho. Es cruz de metal, madera, marfil que llevan los obispos sobre el pecho, como insignia de su cargo y dignidad. En la celebración de la Misa pueden llevarla sobre la casulla. El día de la ordenación episcopal toman y aceptan sobre sus espaldas, de un modo más comprometido, la cruz de Cristo, que no faltará en su ministerio episcopal.

Vestiduras del Papa 
Tiara: Especie de mitra circular con triple corona que, desde el siglo XII hasta el Papa Pablo VI, usaban los obispos de Roma como insignia propia.
Representaba el triple poder del Papa como obispo de Roma, supremo pastor de la Iglesia y jefe de los Estados Pontificios.
Sotana, faja y solideo: Son de color blanco.
Vestiduras de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión
Túnica o toga: Vestidura sagrada que deben colocarse los ministros para repartir la Comunión.
Indica el respeto y la veneración con que hay que repartir la Sagrada Comunión.

Colores litúrgicos
Después de haber explicado las vestiduras veamos ahora los diversos colores de las vestiduras que se usan en la liturgia.
Tienen también su sentido. Por un lado, expresan lo característico de los misterios de la fe que se celebran, y por otro lado, exteriorizan con mayor eficacia el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico. La Iglesia es pedagoga, maestra que enseña con todo lo que nos ofrece en la liturgia.
Desde el Papa Inocencio III (siglos XII y XIII) quedaron como oficiales, para la liturgia, los siguientes colores: blanco, rojo, verde, morado y el negro. Y, aunque el simbolismo de los colores cambia de cultura a cultura, sin embargo, podemos dar a los colores litúrgicos un simbolismo que hasta ahora la Iglesia ha aceptado.
Blanco: simboliza la luz, la gloria, la inocencia. Por eso se emplea en los misterios gozosos y gloriosos del Señor, en la dedicación de las Iglesias, en las fiestas, en las conmemoraciones de la Virgen, de los ángeles, de los santos no mártires, y en la administración de algunos sacramentos (primera comunión, confirmación, bodas, orden sagrado).
Rojo: es el color más parecido a la sangre y al fuego, y por eso es el que mejor simboliza el incendio de la caridad y el heroísmo del martirio o sacrificio por Cristo. Se emplea para el Domingo de Pasión (domingo de Ramos), Viernes Santo, Pentecostés, fiestas de la Santa Cruz, apóstoles, evangelistas y mártires.
Verde: indica la esperanza de la criatura regenerada y el ansia del eterno descanso. Es también signo de vida y de frescura y lozanía del alma cristiana y de la savia de la gracia de Dios. Se usa los domingos y días de semana del tiempo ordinario. En la vida ordinaria debemos caminar con la esperanza puesta en el cielo.
Morado o violeta: es el rojo y negro amortiguados o si se quiere, un color oscuro y como impregnado de sangre; es signo de penitencia, de humildad y modestia; color que convida al retiro espiritual y a una vida algo más austera y sencilla, exenta de fiestas. Se emplea durante el Adviento y la Cuaresma, vigilias, sacramentos de penitencia, unción de enfermos, bendición de la ceniza. Y hoy reemplaza al negro, que se utilizaba en las exequias de difuntos.
Negro: es el color de los lutos privados, domésticos y sociales. Hoy se cambia por el morado para que así resplandezca mejor el misterio Pascual.
Rosa: es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera, propia solamente de algunos días felices, de las estaciones floridas de cierta edad. Se puede usar en los domingos Gaudete y Laetare , tercer domingo de Adviento y Cuaresma, respectivamente. Es para recordar a los ayunadores y penitentes de esas dos temporadas la cercanía de la Navidad y Pascua.
Azul: color del cielo. Se puede usar en las misas de la Virgen, sobre todo el día de la Inmaculada Concepción.

CATEDRAL DIOCESANA

Adquirió el rango de Catedral de la Diócesis de Rafaela el 12 de Octubre de 1.961.
El primer Obispo, Monseñor Vicente Zaspe, estableció aquí su Cátedra.