"Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje. Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro, nadie os lo disputará; entonces habrá prosa, habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza." DOMINGO F. SARMIENTO



viernes, 17 de octubre de 2008

RIO ROJO

En memoria de mis tios-abuelos Angelo y Felice Garrappa, que supieron defender la Patria.
Jorge Alberto Garrappa

Desde el interior de la vieja sastrería, el muchacho de un metro cincuenta y seis de estatura, cabellos negros y ojos castaños, observaba la gente que circulaba por la calle.
Pensaba en Polignano, su pueblo natal de blancura resplandeciente, enclavado sobre los oscuros acantilados secularmente horadados por el Mar Adriático.
Extrañaba el mar de su infancia todavía cercana, inmenso y azul, con su brisa y fragancia incomparables.
Su familia se había mudado a Castellana, sin saber bien hasta cuando. Seguramente hasta que el Conde Miani, que empleaba a su padre como cochero, decidiese trasladarse con todo y su familia a otro lugar de la Puglia.
De cualquier manera su mayor preocupación no era precisamente la vida nomade que le tocava vivir, sino la próxima leva militar de 1913.
El 6 de Junio de ese año había cumplido los 18 y fuertes vientos de guerra soplaban en toda Europa.
Cuando el cartero apoyó su vieja bicicleta “Bianchi” negra contra el muro, echo su gorra hacia atrás y buscó afanosamente dentro de su bolsa, un frío gélido recorrió toda la espina dorsal del muchachito.
Aspiro hondo y, con manos temblorosas, abrió el sobre que le entrego el mensajero.
Ya no cabía duda alguna, debía presentarse, sin demora, al Distrito Militar de Bari.

Con el asesinato del Archiduque hereditario de Austria, Francisco Fernando, aquel fatídico 28 de junio del ‘14 en Sarajevo, los diarios anunciaban con titulos catastroficos el inminente estallido de la guerra en Europa.
Solo un mes después, el Imperio Austro-Húngaro declaraba la guerra a la Serbia sin el apoyo de la Triple Alianza, firmada con Alemania e Italia años atrás.

El 18 de Noviembre, después del periodo ordinario de instrucción, Angelo, ya soldado de 1era. Clase, obtenía la “baja ilimitada” y, por fin, podia volver a casa. Al menos por un tiempo
Casi a media tarde, el tren lo dejo en el andén de la Estación en medio de una densa nube de humo blanco. Con una mano en el bolsillo y la otra portando su bolso de mano, enfiló a paso firme hacia su casa.
Frente al N° 5 del Corso San Vito se detuvo, giro lentamente y recorrió con la vista toda la calle. Sintió frío el picaporte, cuando empujo suavemente la hoja de madera, que apenas crujió.
Un perro salió a su encuentro como un rayo. Dejó su bolso en el piso y se arrodillo para acariciarlo tiernamente. El animal se echo patas arriba, como poseído por la alegría.
Al alzar su vista, de pie junto a el estaban su madre y su abuela, con lagrimas en los ojos que, al caer, marcaban largos surcos brillantes sobre sus sufridas mejillas.
Las abrazo y las beso largamente, después fue al encuentro de sus hermanas, Anna, "Lellina" y la pequeña Ida, que lloraban y reían, todo al mismo tiempo.
Vito y Giuseppe, llegaron poco después, mostrandose felices de volverlo a ver y, ya de noche, volvieron Agnello, su padre, y Felice, su hermano albañil.
Padre e hijos se fundieron en un interminable abrazo. Durante gran parte de la cena, el joven relato las aventuras vividas en el cuartel, hasta bien entrada la noche.
Los días pasaban “casi” normalmente aunque el panorama político era cada vez peor. La “Triple Alianza” se desmoronaba inexorablemente y la entrada de Italia a la guerra, en el bando contrario, parecia inevitable.
Paso el verano, el otoño y llegó el invierno de 1914...con la Navidad. Las plegarias fueron más sentidas que nunca ese año, con fervientes deseos de paz.
El recuerdo de Gaetano y Nicola, hermanos mayores emigrados a la Argentina tiempo atrás, también estuvo presente ese día.
La tensa expectativa duro hasta el 13 de Enero de 1915 cuando, el cartero del pueblo, ponía en sus manos el llamado a cumplir con su deber en el 7° Regimiento de Infantería, Brigada “Cuneo”, con sede en Milano.

El 23 de Mayo, Italia declaraba la guerra al Imperio Austro-Húngaro y, al alba del día siguiente, comenzaban las operaciones militares sobre un frente de 800 kilómetros desde el Paso Stelvio al Mar Adriático.
Rápidamente fue conquistada la cuenca de Caporetto, la dorsal -entre los rios Isonzo y Judrio- y la llanura friulana pero, la “retirada” austriaca, obedecía a una inteligente estrategia para defenderse mejor. Las fuerzas del Mariscal Boroevic, se replegaban hacia las alturas del Carso, más allá del Río Isonzo.
El 21 de Junio, el Comando Supremo Italiano ordenaba atacar el campo atrincherado de Gorizia, estableciendo como objetivos para el “II Ejercito”, del General Frugoni: el Monte Kuk, de Plava y las alturas del sistema montañoso Oslavia-Podgora, sobre la margen derecha del Isonzo.
En tanto, el "III Ejercito", a las ordenes del Duque de Aosta, Emanuele Filiberto de Savoia, debía progresar hacia el borde cársico, entre las localidades de Sagrado y Monfalcone.
Desde el 23 de Junio, los infantes de las Brigadas “Cagliari” y “Savona” fueron literalmente “sacrificados” tratando de conquistar la cota 89 del Monte Sei Busi, frente al poblado de Redipuglia.
Miles de jóvenes perdieron la vida en pocos días hasta que, el 7 de Julio, el Comandante Luigi Cadorna, suspendía la ofensiva sobre el Isonzo concluyendo así la primera batalla de la “Gran Guerra”.

El 11 de Julio, olvidando que “el superior siempre tiene razón, especialmente cuando se equivoca”, Angelo era denunciado ante el Tribunal Militar de Milán y se esperaba un duro castigo por insubordinación.
Una semana más tarde, al comenzar la segunda fase de la ofensiva sobre el Isonzo -exactamente el día 30- el Comando de la División Territorial de Milán, le notifico su nuevo destino: 3ra. Compañía - 15° Regimiento de Infantería - Brigada “Savona”.
Cualquiera en su lugar hubiese preferido, mil veces la cárcel que ir a parar a esa “desangrada” unidad del X° Cuerpo de Ejercito, que combatía, encarnizadamente, entre Sagrado y Redipuglia desde el inicio del conflicto.
-”Debí haberme mantenido callado...en cambio ahora me mandan al frente de la muerte...” Se reprocho amargamente.
Con las tropas de refresco llego, vía Versa, a la “cabecera de puente” de Sagrado. Al atravesar el puente de barcas, montado por el Cuerpo de Ingenieros, pudo apreciar por primera vez las tonalidades azul-verdosas del Rio Isonzo.
Para los novatos como el, el bautismo de fuego no se hizo esperar. Desde la rivera oriental fueron rápidamente movilizados hacia el sur. Alli, tempestuosas noches de bombardeos y durísimas jornadas de ataques y contraataques, los recibieron.
Cuando la artillería callaba, los oídos quedaban zumbando por largo tiempo y cualquier día de calma parecía poco menos que increíble.
Una de esos días, el Subteniente Petrelli, pugliese como él, eligió a varios soldados para una patrulla de reconocimiento. Objetivo: trincheras y reticulados enemigos sobre el Monte Sei Busi.
También Salvatore Mariucci, un muchacho oriundo de Costacciaro, apenas dos años mayor que él, fue también de la partida.
Salvato...Desde cuando estas aquí?” Inquirió en dialecto meridional.
Desde principios de julio...desde entonces una y otra vez hemos atacado esa maldita Cota 89, junto a la “Cagliari”... como has podido ver... sin éxito”
Observa bien esos reticulados y alambradas de púas...en doble línea...y detrás las ametralladoras...muchos moriremos todavía...”
Dijo Angelo, pasándole los prismáticos. Salvatore observó las defensas austriacas asintiendo amargamente con la cabeza.
"Bien, debemos regresar ahora para informar al Comando regimental...” Dijo el veterano subteniente no sin antes recomendarles mucho cuidado con los francotiradores alemanes.
"Ya han llegado a este frente y son muy buenos con un fusil “Mannlicher” en sus manos...esten muy atentos!”
La patrulla regreso sin novedad al vivac y, al caer la tarde, llego la orden general de alistarse para el próximo ataque.
Sería el 2 de agosto, al amanecer.

El fuego de cañones y obuses del 3° Regimiento de Artillería de Campaña, continuaba desde hacia horas y la furibunda reacción de la artillería adversaria se hacía sentir.
El martilleo infernal fue disminuyendo paulatinamente y, el Regimiento 136, inicio el ataque con las bayonetas caladas, bajo una granizada de los nuevos y letales proyectiles de fragmentacion denominados “shrapnell”.
Las granadas que caían en medio del rió levantaban altas columnas de agua, mientras los infantes de los Regimientos 15° y 16° de la “Savona” se mantenían prontos a intervenir bajo esa terrible lluvia de hierro y fuego que sobrepasaba la primera línea tratando de alcanzarlos en sus posiciones de retaguardia. Los soldados trataban literalmente de “enterrarse” en el suelo carsico, cubriéndo sus cabezas con ambas manos.
El esperado contraataque se produjo inmediatamente despues, con los regimientos de reserva y el apoyo de la 2° Batería, del Capitán Leopardi.
Por fortuna, la precisión de los valerosos artilleros hizo que el adversario se retirase más allá de sus posiciones iniciales.
Angelo busco inútilmente a Salvatore que ya no estaba a su lado. Volvió sobre sus pasos y lo encontró... de bruces sobre un gran charco de sangre, inerte.
Casi con desesperación, lo llevo como pudo al campamento...tal vez los médicos pudieran aún hacer algo por el...
”Estas heridas de “shrapnell” son las peores porque los pedazos de metal quedan en el interior del cráneo y son muy difíciles de extraer...lo siento mucho” Fue la escueta explicación del medico ante el cuerpo del desgraciado infante.
”El ya se fue...y todos nosotros lo alcanzaremos muy pronto...” Con la cabeza gacha y la angustia anudándole su garganta, se retiro a un rincón, bajo la llovizna tan pertinaz como el incesante fuego de la artillería enemiga.
Las perdidas humanas crecian pavorosamente y la moral de los combatientes era cada vez mas baja. La cruel convivencia diaria con la muerte, llevaba a muchos a perder toda esperanza en aquel “paseo a Viena”, prometido por el Generalísimo Cadorna.

8 de Agosto, desde la Zona de Guerra
“Queridos padres:
Me ha traído un gran disgusto saber sobre la muerte de mi nona...En relación a mi hermano Nicola, debo decirles que ha hecho mal en casarse en vez de venir a cumplir con su deber como lo estoy haciendo yo...Apenas reciban noticias de Gaetano me lo hacen saber como también de Felice. Quiero saber donde ira y en que arma será destinado...Me alegra que mi maestro este mejor y lo saludaran como también al tío Umberto, que ha venido desde lejos para cumplir con su deber...Les recomiendo los pañuelos, de enviarlos rápidamente junto a cualquier cosa de comer...el bendito "escapulario azul", de la Virgencita de la Vetrana la llevare siempre conmigo...”

El 3 de Septiembre llegó al Cuartel General Italiano un General aliado: el francés Joffre. Muchos decían para obsequiar al Rey de Italia, conocer a Cadorna y tener una idea cabal sobre ese frente de combate.
El 4 visitó el puerto de Monfalcone, bajo el fuego de la artillería enemiga apostada en Doberdò. Vittorio Emanuele, Joffre, Cadorna y Porro se encontraron despues con el Duque de Aosta para visitar los puestos de avanzada y, al día siguiente, todos asistieron a la misa del soldado celebrada por el padre Semeria.
”Benditos nosotros...por tener este general francés visitando el frente...al menos hemos comido bien un par de días y mas de lo habitual...”
Al amanecer del 8 de Octubre comenzó la 3° batalla de liberación de las “provincias irredentas” sometidas al yugo imperial de los Absburgo.
Esta vez, la unidad de Angelo, debía echar al enemigo de sus posiciones en el monte Sei Busi, en la periferia de Redipuglia.
”Dios te salve Maria...llena eres de gracia...el Señor es contigo...Bendita tu eres...” Interrumpió la oración cuando la artillería dejo de martillar.
”Avanti soldati...la battaglia è nostra!...Viva il Re!...evviva la Patria!...” bramo con voz ronca el subteniente Petrelli.
Oleada tras oleada, centenardes de jóvenes soldados salian disparados de sus trincheras, subían el declive a la carrera, bajo el terrorífico tableteo de las ametralladoras “Schwarzlose”, que segaba la carne humana como una inmensa guadaña. El suelo quedo rápidamente tapizado de cuerpos gimientes.
Se echo a tierra pegando la cara al barro, temblando como una hoja. En vano busco algún camarada cerca suyo. Nadie parecía estar con vida en ese infierno “dantesco”, oliente a sangre, lodo y muerte.
”Solo me faltan algunos pocos metros... si pudiese llegar a aquel promontorio estaría a cubierto...”
Apretó con fuerza su fusil, el casquillo servido salto fuera de la recamara y un nuevo cartucho ocupo su lugar, empujó el cerrojo hacia adelante y salió del hoyo, disparando y corriendo en “zigzag”, tratando de no tropezarse con los restos humanos, esparcidos por doquier.
Los “Reticulados” de alambre de púas en la cumbre del monte, se recortaban con mayor nitidez con cada explosión de granada de 305 milímetros.
”Estoy cada vez mas cerca...tal vez lo logre hoy...pero...si ahora los veo... entre el humo y la niebla!...hay mas camaradas allá...!” Se alegro.
A derecha e izquierda, mas hombres con uniformes gris-verdosos saltaban y reptaban en el fango buscando la codiciada altura, defendida con uñas y dientes por los austriacos.
Las voces guturales de los defensores se dejaban oír cada vez con mayor claridad. Se zambullo en una trinchera y respiro aliviado por su “buena suerte”.
"Todos estan muertos"
En eso pensaba cuando un zumbido creciente y aterrador le anuncio el estallido próximo.
”...Santa Maria, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores...ahora y en la hora...” Pasada la explosión elevó su mirada el cielo.
”Otra que no me alcanzo...gracias Dios Mío...”
El suelo temblaba, a intervalos casi regulares, y toda clase de fragmentos caía desde lo alto. Se quedo tieso...rogando y apretando fuertemente la Virgencita que siempre llevaba consigo...
”No podría retroceder aunque quisiera...seria hombre muerto...sea por las balas austriacas o...“diezmado” por los nuestras...”
La amenaza del Alto Mando, de ejecutar a quien pretendiese desertar o simplemente retroceder, le venia frecuentemente a la mente.
”Yo no soy un desertor...” Y dándose animo asomo su cabeza lentamente.
”A que distancia estará esa maldita ametralladora...veinte..., tal vez treinta metros?...estoy cerca...unos pasos mas y podría usar una granada de mano contra ese “nido”...
De pronto, el fuego pareció cesar casi totalmente…de ambas partes!
”Y ahora... que sucede? tal vez sea el cansancio de tanta masacre...” penso.
Solo alguna esporádica “bombarda” iluminaba aquel paisaje lunar, interrumpiendo el crepitar de la intensa lluvia.
El humo y el olor acre a pólvora, se le metía en las fosas nasales produciendole una insoportable irritación. La adrenalina fluía a raudales.
”Cuantos mas tendrán que morir?...solo Dios lo sabe...espero no estar en su lista de hoy...” Se movió lentamente tratando de localizar su cantimplora.
El sabor dulzon en la boca le confirmo que sus labios, resecos y partidos, estaban sangrando. Tal vez por los nervios o...por el miedo?
”Si,...por que no?...el miedo es humano...también ellos lo tendrán...”
Como un bálsamo, el liquido transparente corrió por su garganta cuando una voz del otro lado, en perfecto italiano, lo dejo paralizado.
”Vengan a recoger a los suyos...no están muertos...están solo heridos!...”
Después del primer momento de estupor alguien respondió: ”Si son italianos porque nos combaten...vengan con nosotros...?”
”Que importa eso ahora...es necesario recoger los heridos, no?” Fue la laconica respuesta del otro lado.
”Tu quien eres...?” Grito Angelo, amartillando el fusil aunque sin asomarse.
”Antonio...y tu?”
”Angelo soy...dime...tienes cigarrillos por casualidad?” Se animo a pedir.
”Si tu me das cualquier cosa para comer...” Respondió el otro.
”Tengo solo un poco de pan...y algo de agua...”
”Esta bien para mi...”
Después de una penosa espera y sentimientos encontrados alzo la cabeza y escucho el grito: ”Adelante...sin disparar!...”
Desde la trinchera opuesta se levantaron muchas manos...sin armas. Angelo se fijo en uno con frondosas cejas, pasar bajo las alambradas y dirigirse directamente hacia él con un paquete en la mano.
”Los cigarrillos...son para ti... creo...”
Angelo saco entonces un pedazo pan y convido al soldado enemigo que lo comió con la avidez de quien padecio hambre por varios días.
”Come despacio y bebe un poco de agua o te hará daño...” Le dijo, ofreciéndole su cantimplora.
Después lo interrogo: Tu servias esa ametralladora...?”
”No, yo era "enlace”...hasta que mi caballo fue alcanzado cerca del nido de esa ametralladora...”
”Pero...que estas diciendo?...”
”Que soy una suerte de cartero...mi misión es llevar informacion y ordenes de un puesto a otro de nuestro frente...”
”Sabes, hemos sido muy afortunados hoy...ambos...todos nosotros...”

El soldado interrumpió su masticación y lo miro con los ojos muy abiertos.
”Dime...como es que siendo italiano combates contra nosotros?” Le pregunto Angelo.
”Somos súbditos del emperador y estamos obligados a serle fieles...además, mi familia ya no quiere pertenecer al Reino de Italia...” Respondió, señalando el botón metálico del birrete.
”Que significan las letras grabadas allí?”
”FJI...Franz Josef Imperator...”
”De donde eres?...quiero decir... donde vives?”
”Soy istriano...de Buje...pero si salgo con vida de esta juro que me voy a América...que me dices sobre ti?”
”Que soy un pobre aprendiz de sastre del “Mezzogiorno” y estoy aquí porque estas tierras también son parte de Italia...”
El dialogo se interrumpió al llegar la orden de recoger prisioneros, muertos y heridos y, retirarse, mientras el cese del fuego estuviese en vigor.
”Adiós Antonio...me ha dado placer conocerte...mucha suerte...”
”Adiós!...suerte también para ti y gracias...te recordare siempre...”
Entre el humo y el rumor de lejanas explosiones, centenares de hombres cansados, descendían del monte, empapados y sucios, llevando consigo los prisioneros y camaradas heridos.

Aquel campamento se parecía mucho a un gran hospital de campaña. Hombres despedazados, a quienes el vendaje impedía reconocer, se amontonaban aquí y allá.
Exhausto, Angelo se dirigió a la orilla de aquel río que lo atraía particularmente. Al inclinarse, quedo inmóvil, paralizado y una fuerte nausea se apodero de el.
Se dejo caer hacia atrás...temblando de espanto. Las aguas bajaban rojas...tintas con sangre de miles de soldados muertos río arriba…!
”De donde vendrá tanta sangre...quizás de Sagrado...o tal vez de Plezzo...?”
”Podría ser hasta la sangre de mi propio hermano Felice...!”
Y ya no pudo contener el llanto, sus lágrimas desbordaron sus párpados.
Cuando la lluvia ceso, ya oscurecía. A pesar de ello y del frió reinante, seguían llegando camilleros con heridos al “vivac”.
Aun no se había repuesto totalmente de aquella visión dantesca presenciada en el río, cuando le llego el “rancho” caliente.
”Por fin...algo caliente para “meter bajo los dientes”...” refunfuño.
Se sintió un poco mejor, después saco uno de aquellos cigarrillos alemanes que habia conseguido y busco un lugar tranquilo donde fumarlo.
Fue entonces que vio a un infante, que lo miraba con insistencia, y hacia el se dirigió protegiendo la llama del fósforo con la mano izquierda.
Observo el galón de seda blanca, con la estrella y botón plateados sobre la faja negra, y entonces inquirió con aire de veterano:
”Perteneces también a la misma Brigada pero nunca te he visto,... como te llamas?”
”Salvatore... Moncada Salvatore...16° Regimiento”...
”Salvatore...también tu te llamas Salvatore?!”
Exclamo con incredulidad.
”Si...por que?” Pregunto sorprendido el muchacho.
”Porque hace poco perdí un camarada que se llamaba igual que tu, sabes?...era del sud como nosotros...perdona soy Angelo...,3° Compañía...15° Regimiento..., quieres uno de estos cigarrillos alemanes?”
”Si, Gracias...sabes, nací en Canicattì...y llegue aquí el 24 de Mayo...y me parece una verdadera eternidad...”
"Estos cigarrillos me los dio uno que se llama Antonio...creo fue tomado prisionero...”
dijo señalando el paquete de cigarrillos.
”Alégrate de estar vivo amigo!...has visto como bajan las aguas del Isonzo?...rojas...si, rojas de sangre...sangre de miles de soldados que mueren a cada instante al norte de aquí...”
”Lo se...y tal vez pronto la nuestra se mezcle con la de ellos y juntas lleguen al mar...” fue la respuesta del joven.
”Si, quizás hasta puedan verla correr desde los acantilados de Polignano a Mare...mi pueblo...dime, le has escrito a tu familia?”
”Mi padres se llaman Vincenzo y Maria...y también tengo un hermano: Gaetano...el fue a combatir al Tridentino y quedo mutilado por las heridas recibidas...”
”Lo siento mucho...pero al menos esta vivo...como tu y como yo!”
”Creo que el destino ha querido reunirnos...cuídate mucho mañana...buenas noches...”
El día 9 fue de grandes preparativos para la próxima batalla contra las defensas austriacas que se interponían en el camino hacia la “Santa” Gorizia.
Ciudad “Santa” para la propaganda oficial aunque maldita para aquellos soldados que, oleada tras oleada, iban cotidianamente al “matadero”.
De improviso uno comenzó a tararear suavemente una canción y, poco a poco, todos se fueron plegando al canto popular.
“La mañana del cinco de Agosto/ Se movían las tropas italianas/ Para Gorizia las tierras lejanas/ Y doliente cada uno partió..../Bajo el agua que caía a raudales/ Granizaban las balas enemigas/ Sobre aquellos montes colinas grandes valles/ Se moría diciendo así.../ Oh Gorizia tu eres maldita/ Por cada corazón que tiene conciencia/ Dolorosa nos fue la partida/ Y el retorno para todos no fue.../Querida mujer que tu no me escuchas/ Recomiendo a los compañeros cercanos/ De tenerme en cuenta los chicos/ Que yo muero invocando su nombre.../Oh bellacos que estáis allí/ Con mujeres en lechos de lana/ Defensores de nosotros carne humana/ Esta guerra nos enseña a castigar.../Oh Gorizia tu eres maldita/ Por cada corazón que tiene consciencia/ Dolorosa nos fue la partida/ Y el retorno para todos no fue”
Levanto la solapa del capote y regresó a la orilla del río, protegiendose de las esquirlas que, de tanto en tanto, volaban por los aires.
La luna, que lucia ahora un círculo a su alrededor, se reflejaba ondulante sobre las aguas oscuras del rio serpenteante.
"Circulo lejano...lluvia cercana” Pensó sonriendo, tal vez eso postergaría la avanzada. Se inclino y fijo los ojos en el liquido, que corría con avidez de mar..., hizo el ademán de tocar el agua pero se contuvo.
”Estas aguas...como las del Jordán...serán sagradas...ninguno deberá tocarlas en adelante...Mucha sangre noble y joven se ha derramado...y todavía se derramará en ellas...Cuando esta masacre termine muchos vendrán aquí a rezar por sus muertos...también por mi...lo se bien...Y se detendrán donde estoy yo ahora mismo y verán, también ellos, correr las aguas rojas de sangre de miles de jóvenes que defendieron valerosamente su Patria...Ojala tanto sacrificio valga la pena y sea reconocido algún día...”

Entre los reclusos del campo de concentración, había soldados de diversas etnias pertenecientes al V Ejercito Austro-Húngaro. El último intento de fuga, había irritado al Comandante del Campo que estaba decidido a escarmentarlos mandando fusilar a varios de aquellos desgraciados,elegidos al azar.
El pelotón de fusilamiento llego a la carrera deteniéndose “en seco” frente al grupo de condenados. En ese momento uno se abrió su “guerrera” y exclamo en perfecto italiano:
”No me maten…soy italiano…! al menos no lo hagan vistiendo este uniforme...”
El jefe del grupo bacilo un momento, alzo su mano y los fusileros bajaron sus armas inmediatamente.
”Como te llamas soldado?”
”Antonio Giurgiovich”
Respondió tembloroso el condenado.
”Por que imploras si no tuviste piedad en matar a nuestros soldados?”
”Yo no mate a nadie...pertenecía a una unidad logistica...llevaba las ordenes de un lugar a otro en mi caballo...”
”Sáquenlo de aquí y continúen con los demás!...”
Concluyo turbado el oficial, dirigiéndose al pelotón de fusilamiento.
La cerrada descarga de fusilería, a sus espaldas, anuncio a Antonio que su buena fortuna no lo había abandonado. La guerra había concluido para él y, con otro poco de suerte, se iría hacia la Argentina.

Lanzada la nueva contraofensiva, el joven siciliano de Canicatti cayó mortalmente herido y Angelo se lanzo a socorrerlo mientras sus camaradas pasaban a su lado, a la carrera desenfrenada.
Deposito en tierra al herido con la cabeza ensangrentada. Elevo su cara al cielo y, llorando, exclamo:
”Oh Dios mío...porque debe morir también el?...”
La esquirla de granada de artillería lo alcanzo en plena sien haciéndolo doblar sobre el cuerpo del camarada muerto.
Apenas unos metros mas allá, yacía también el Capitán Bernotti junto a muchos otros desdichados infantes.

El “furrier” del Distrito Militar de Bari estampó, con golpe seco, un sello sobre el folio n° 821 del Registro Matricular y, con caligrafia inglesa, lleno lentamente los espacios punteados:

“Garrappa Angelo.
Muerto en Redipuglia en combate, a consecuencia de heridas reportadas por hechos de guerra, como acta de defunción inserto con el n° 242 del Registro de Actas de Muerte del 15° Regimiento de Infantería el 10 de Octubre de 1915.”

“Señor Presidente, Autoridades Religiosas, Civiles y Militares,
Desde el 23 de Junio al 4 Julio de 1915, para subir el declive donde surge el Sagrario de Redipuglia, se sacrificaron los infantes de las Brigadas Cagliari y Savona, hasta conquistar la cota 89 del Monte Sei Busi, perdiendo 3.500 hombres, entre muertos, heridos y desaparecidos, sobre cerca de 9.000 empleados e la acción con la atribución de las primeras dos medallas de oro de la Gran Guerra al Sargento de Ingenieros Giovanni Rossi y al infante Giulio Zanon, caídos heroicamente donde hoy esta colocado el observatorio en la cima del monte.
Era la primera de las once ofensivas del Isonzo, para asomarse sobre el altiplano hacia la “Santa Gorizia”, el San Michele, el Sabotino, el Monte Santo, nombres familiares a los italianos como mas tarde aquellos del Piave, de Vittorio Veneto, del Grappa, del Montello…..”
El discurso del veterano de guerra era frecuentemente interrumpido por el cerrado aplauso de la multitud que cubría el Monte Sant’Elia.
Felice sintió orgullo y tristeza al recordar a su hermano, desaparecido en la flor de la vida. Se volvió para mirar el río que corría allá abajo...el sol de la tarde le arrancaba hermosas tonalidades azules, verdes y rojas...
Desanudo el pañuelo de cuello y enjugo una lagrima...
Sobre el centro de la tela, grabado el mapa de Italia, enmarcado en rojo con los escudos de las provincias alrededor y, en las cuatro esquinas, aquellos de Italia, Roma, Trieste y Trento...su mirada finalmente se poso sobre la leyenda escrita en color negro:
ITALIA-REDENTA ED UNA-PER VALORE DEI SUOI SOLDATI-3 NOVEMBRE 1918

"Querido hermano mío...descansa en paz!" -Murmuro y se alejo lentamente de aquella explanada de piedra donde la multitud todavía aplaudía las palabras del viejo ex combatiente.

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