“Diario de a bordo” no habría visto la luz si no hubiese sido por la providencial visita del Presidente de la “Associazione Mantovani nel Mondo”, Dr. Daniele Marconcini.
En esa oportunidad lo asistí como intérprete e improvisado “cicerone”, durante su corta estadía en Rafaela.
En el Hotel, Daniele leyó algunos de mis artículos periodísticos -publicados en el periódico bergamasco “Il Giornale dell’Isola”- y sorpresivamente, me invito a participar en el “1° Premio Enea - Concurso Literario Internacional sobre la Emigración” – que organizaba la AMM (Associazione Mantovani nel Mondo) con el patrocinio de la Administración Provincial de Mantova, Lombardia (Italia).
Lo pensé detenidamente pues detesto hacer el ridículo, mas aun tratándose de un concurso internacional en el cual participarían escritores de todas partes del mundo y los trabajos serian juzgados por poetas y escritores italianos de nota.
Contemporáneamente, era consciente de la existencia de esa fuente inagotable – aunque frecuentemente ignorada - de hechos, recuerdos, tradiciones y costumbres de nuestros inmigrantes, que este concurso buscaba hacer emerger.
En ese momento comprendí el sentido de las palabras del poeta mantovano Umberto Bellintani sobre la “Exigencia vital que significo la decisión de emigrar; el viaje entendido como empuje esencial hacia nuevos territorios y condiciones, como forma de conocimiento y de confrontación”.
Entendí el acierto en denominar al concurso "Enea", símbolo virgiliano del viaje y representación de la ligazón del origen con las nuevas condiciones de vida y la capacidad de inserción e integración del inmigrante italiano.
Analice mis recursos lingüísticos y literarios, tome en cuenta el juicio – favorable - de mi esposa y recien entonces decidí participar.
También lo hice como homenaje a mis nonos y a todos los hombres, mujeres y niños que, un día dejaron su tierra natal para emigrar en busca de la esperanza perdida.
Es en parte autobiográfico, porque me veo reflejado en sus líneas aun antes de haber nacido, mas aun, luego de haber logrado reconstruir la unidad familiar que, el mar y la distancia, pretendieron ahogar en el olvido.
Cuando fui notificado sobre el resultado del concurso sentí una gran alegría en mi corazón y un profundo alivio en mi alma.
De los cinco trabajos premiados, mi trabajo había recibido la Primera Mención Especial del jurado…entre más de cuarenta obras presentadas de todo el mundo!!!
Sentí orgullo como autor de la única obra premiada de la Republica Argentina y, sobre todo, por haber tenido una participación más que discreta en una compulsa de tanto prestigio internacional.
Martes 28 de Febrero de 1888. Terno - Cabanetti (BG) Italia.
Los ojos de Maria Cagliani se apagaron, serenamente. Su mano inerte, pálida, quedo entre las rusticas manos de Battista, su dolorido esposo.
Al día siguiente, Maria Caterina tomo de la mano a Carolina y al pequeño Pietro para ir de sus amigos al cercano pueblito, Sotto il Monte. Desde el mismo momento en que llegaron, se sentaron todos en torno a ella.
“Nuestro padre ha decidido partir para América ...dice que ya no puede mas y quisiera recomenzar una nueva vida lejos de aquí... nos iremos muy pronto...” dijo melancólica y ausente.
Carlos, el muchachito enamorado de la localidad vecina de Bonate Sotto, la miraba desde lejos con las manos en los bolsillos.
“Angelino”, con la cabeza gacha, se alejó sin decir palabra. Todos lo vieron irse en silencio, ninguno podía intuir entonces que cosa Dios tenia reservada a aquel pequeñito cuyo nombre de bautismo era Angelo Giuseppe Roncalli.
Septiembre de 1888. Génova (GE) Italia.
Al despuntar el alba, Battista ya estaba despierto. Hizo levantar y lavar a los niños, repartió algunos trozos de pan y queso, para dejar el hotel y dirigirse, sin demoras, al puerto.
El clamor de cientos de voces se dejaba oír desde muy lejos. Le temblaron las piernas ante la flamante nave hecha, según decían, expresamente para transportar “gente pobre”.
Con la mirada perdida, mujeres y hombres, de rostros arrugados, deambulaban por doquier. Tenía un nudo en la garganta y un fuerte deseo de volver sobre sus pasos, pero quedo callado. El humo y la sirena a vapor les anunciaron la cercana partida del “Perseo”, justo cuando el sol caía.
Desde el muelle, abarrotado de gente, el barco se separo lentamente y, como un vuelo de pájaros enloquecidos, la multitud de pañuelos comenzó a agitarse con frenesí.
Las luces y ruidos de la costa, poco a poco, se fueron apagando. Solo podía oírse el sonido sordo del agua cortada por el casco y el grito de alguna gaviota solitaria.
Un ir y venir de hombres y familias, buscando “su lugar”, se desencadeno de pronto sobre la cubierta. Battista maldijo en voz baja por no haber llevado consigo aquellas viejas sillas plegables; no quedaría más que sentarse sobre el piso, generalmente, sucio y mojado.
Resignado, leyó lo que estaba escrito al dorso del boleto de embarque: “A la mañana: café con pan o pescado salado; almuerzo y cena: sopa o spaghetti, carne o pescado con contorno de verduras o pescado en conserva o salado con legumbres; pan y vino”.
”No esta mal” Se dijo y comenzaron a descender las escaleras que llevaban hasta el fondo mismo del barco.
Detrás de la puerta del dormitorio de hombres había un aviso que leyó con atención: “A las 7 levantarse, limpieza del dormitorio, desayuno, visita medica, esparcimiento, ducha, separación de sexos y silencio nocturno”.
Caterina tomo a su hermanita y ambas se fueron, de la mano, hacia el dormitorio de mujeres; Pietro, en cambio, quedo con su padre, muy sonriente.
Las primeras dos noches, con mar calmo, lograron dormir un poco. Al tercer día, navegaban por el Estrecho de Gibraltar entre las costas rocosas de España, la Fortaleza Británica y la costa de Marruecos con la pintoresca ciudad española de Ceuta.
Después, el Atlántico indómito trajo consigo el temido “mal de mar”. Contra sus molestos efectos, la receta la daban los marineros: “Comer mas de lo habitual y chupar un pedazo de limón”.
Battista sonrió por primera vez y alzó su mirada al cielo. Por fortuna limones habían cargado y no arruinarían la atmósfera del dormitorio, ya bastante insoportable por los vómitos de los muchos embarcados.
La esperada primera escala llego recién al noveno día: la Isla de Cabo Verde. La nave hizo su recarga de carbón y todo se cubrió de un velo negro, impalpable, que hizo necesario cambiar toda la indumentaria y disfrutar de tierra firme con la avidez de un sediento.
Reiniciado el viaje, el calor se hizo sentir. El Capitán comunico el inminente cruce de la línea del Ecuador y los viajeros, que hacían su “primera experiencia en alta mar”, fueron alegremente “bautizados” por los veteranos.
Después de treinta días, vividos en ese ambiente nauseabundo e irrespirable, el vapor recorrió el último tramo de la larguísima travesía de 21.200 millas.
Viernes 26 de Octubre de 1888. Buenos Aires (BAs) Argentina.
Sobre la banquina del Puerto, la serpenteante fila de inmigrantes desembarcados del “Perseo”, se movía muy lentamente. A su turno, el hombre de rostro rugoso, se acerco a la mesa donde llenar su ficha personal. A su lado, Maria Caterina de 11 años, Maria Carolina de 8 y el pequeño Pietro de solo 3, se veían aun pálidos y demacrados.
Miércoles 20 de Febrero de 1889. Canosa di Puglia (BA) Italia.
La casa de la Vía Doge Faliero estaba en total silencio. Los últimos rayos del sol perforaban las ventanas haciendo brillar el reloj de pared. Agnello lo miraba repetidamente, moviendose con impaciencia.
En punto a las siete y cuarenta minutos, desde la habitación contigua, el llanto agudo le anuncio sin sombra de duda, la llegada de su primer hijo varón.
Lo llamaría como su padre: Gaetano Garrappa.
Agnello y Anna Petrosillo tuvieron dos años después a Nicola; a Felice en 1893 y mas tarde a Angelo; Lellina vendría en 1898 y el “novecento” traería consigo a Vito y “Peppino”.
Martes 30 de Agosto de 1892. Colonia Progreso (SFe) Argentina.
Carlos Sangalli, de veinticinco años de edad, hijo de Giuseppe y de Madalena Nava, nacido en Bonate Sotto, ahora residente en Colonia Grutly, se casaba con la hija de Battista y de Maria Cagliani: Maria Caterina Albani de solo catorce años de edad.
Carlos, aquel que la soñaba todas las noches y no había tenido nunca el coraje de decírselo, había decidido tomarla por esposa. La bella muchacha y el joven enamorado, que la miraba desde lejos, se habían finalmente reencontrado en América.
Domingo 4 de Diciembre de 1892. Terno d’ Isola (BG) Italia.
"Queridisimos todos:
Casi nada ha cambiado desde vuestra partida. Las novedades mas importantes son de pocos dias,”Angelino” Roncalli entro en el Seminario Menor de Bergamo y se ha producido el cambio de la denominacion de nuestra Comuna de “Terno” por la de” Terno d’Isola”, para evitar la confusion con otros pueblos de Italia que tienen el mismo nombre. Auguramos una Feliz Navidad para todos. Tu prima que te quiere”.
Lunes 15 de Agosto de 1904. Terno d’ Isola (BG) Italia.
“Queridisimos:
Sotto il Monte ha recibido con grandes festejos al joven sacerdote Angelo Giuseppe Roncalli para su primer Santa Misa, deberian haberlo visto...! Todos estabamos alli para acompañarlo y hemos rezado juntos tambien por ustedes que estan tan lejos”.
Martes 20 de Febrero de 1906. Canosa di Puglia (BA) Italia.
Gaetano alcanzaba apenas el metro con cincuenta y seis de estatura al cumplir los 17 años. Gustaba tocar el acordeón mientras acompañaba a su padre en el carruaje de la Masseria. Con los cabellos castaños al viento y sus ojos marrones entrecerrados, miraba el mar cercano, dejando volar su pensamiento más allá del horizonte azul e infinito.
“En América se puede encontrar trabajo y vivir dignamente y, estando dispuesto ha hacer algún sacrificio, se puede también ahorrar” se decía por aquellos días.
Salvatore, el Jefe de Oficina del “Reale Commissariato Generale dell’ Emigrazione” del lugar, dio a Gaetano un librito recién llegado desde Roma: el “Manuale Pratico dell’emigrante in Argentina, Uruguai e Brasile”. Así supo que siendo todavía menor, necesitaría del permiso paterno, una autorización especial del Prefecto y la supervisión de un tutor mayor de edad para viajar.
Con sus amigos íntimos se confió y ellos lo alentaron para enfrentar a sus padres.
“Después de cena será el momento justo” se dijo.
La noticia, como un balde de agua fría, cayo sobre las espaldas de toda la familia. Agnello aspiro el humo de su cigarro, en silencio. “Mamm’Annetta”, movía la cabeza como no creyendo y balbuceaba con toda la dulzura que le permitía su profundo dolor.
“Hijo mío!...pero que estas diciendo?..donde quieres a ir?...a América?...En América hace frió!...escucha a tu madre…!”
Noviembre de 1906. Génova (GE) Italia.
Gaetano y Giovanni, su tutor y compañero de viaje, no habían podido pegar un ojo en toda la noche. Tomaron su equipaje y sin demora se dirigieron hacia el puerto. Aquel gigante flotante, con el Tricolor Real ondeando sobre el mástil, les hizo recorrer un fuerte escalofrío por sus espaldas; treparon la escalerilla balanceante y, a grandes pasos, alcanzaron por fin la cubierta del “Bologna”.
Diciembre de 1906. Buenos Aires (BAs) Argentina.
Mientras el perfil de la metrópoli sudamericana se agrandaba poco a poco, navegaban lentamente sobre las aguas marrones del Río de la Plata hasta que el ancla se hundió con un sonido pesado.
El “Bologna” fue rápidamente abordado por el personal de la sanidad argentina. Por fortuna Gaetano y Giovanni fueron autorizados a desembarcar inmediatamente, en cambio, los enfermos eran internados en el hospital de aquella isla llamada Martín García.
El “Hotel de los Inmigrantes”, vecino a la Estación Ferroviaria de Retiro, les ofreció alojamiento y comida por cinco días; lechos y colchones no había disponibles. Pronto se dieron cuenta del porque: habría sido imposible garantizar una mínima higiene con colchones que nunca habrían podido ser cambiados. Con sus mantas construyeron un lecho provisorio y durmieron sobre el piso, bastante limpio.
Junto a ellos se amontonaban españoles, turcos, sirios y emigrantes de otras partes, con todos ellos buscaban mostrarse respetuosos y gentiles.
Era la recomendación que se hacia en el Manual.
Antes del plazo previsto, fueron transportados por tren hacia Santiago del Estero. En esa Provincia mediterránea se ofrecían los más diversos trabajos.
Miércoles 20 de Febrero de 1907. Santiago del Estero (SE) Argentina.
Gaetano cumplía 18 años y requería la ciudadanía argentina que le era concedida el 14 de Junio. Entonces fue reclutado. Debió hacer el servicio militar en Rosario, la mas grande ciudad industrial de la Provincia de Santa Fe, hasta obtener la baja definitiva. Después se traslado a Rafaela, joven “colonia” enclavada en el corazón de la “Pampa gringa”, donde vivía y trabajaba una grandísima colectividad italiana y algunos pocos conocidos “meridionales”.
Lunes 12 de Abril de 1909. San Guillermo (SFe) Argentina.
Pietro Albani, de 24 años de edad, tomaba en matrimonio a la joven Maria Blangino de diecisiete, hija de Stefano y Rosa Bernardi. Tuvieron nueve hijos: Maria Antonia en 1910, después llegaron Angel, Angela, Valentina Rosa y Lucia Esmeralda. Carolina Luisa nacía el 16 de Octubre de 1921, Rosa Irma en 1924, poco mas tarde Enriqueta Lidia y finalmente Bautista, en 1928.
Octubre de 1910. Rafaela (SFe) Argentina.
Desde 1890, la “Società Italiana di Mutuo Soccorso Vittorio Emanuele II”, asistía y ayudaba a todos los italianos que vivían en el lugar. Gaetano, se inscribió justamente el año en que la Colonia festejaba su 29° Aniversario.
Alejandra Felipa Galuppo, hija de inmigrantes italianos nacida en América, conocía a Gaetano y poco después se casaban. Formaron una familia de siete hijos: Leticia, Aniello, Aldo -muerto prematuramente-, Idiolindo Luís, nacido el 22 de Julio de 1914 y luego nacerían Evangelina, Cayetano y Elba.
Domingo 2 de Enero de 1916. Colonia Rosa (SFe) Argentina.
Pietro Albani era electo Jefe de Comuna del pueblo, con solo 31 años de edad. El joven campesino, de la “Isla bergamasca”, dejaba sus labores rurales para administrar a sus propios "paesanos".
Marzo de 1921. Génova (GE) Italia.
Felice Garrappa, veterano de la “Gran Guerra”, se embarcaba sobre el “Principesca Mafalda” directo a América. Tenia 28 años, poca ropa en su “bagaglio” y, en el fondo del corazón, el recuerdo doloroso de su querido hermano Angelo, caído en 1915, en defensa de la Patria.
Sábado 9 Enero de 1926. Colonia Rosa (SFe) Argentina.
Pietro Albani hacia poco había comprado una moderna maquina, con la que cosechaba el grano a requerimiento de los campesinos de la zona. Muy apreciado por todos, por segunda vez, resultaba electo Jefe de Comuna.
Miércoles 8 de Mayo de 1929. Colonia Rosa (SFe) Argentina.
A solo 44 años, Pietro moría de “septicemia carbunclosa”. Solo un mes antes, el peón le había llevado la maldita noticia sobre la misteriosa muerte de sus vacas. Presuroso, examino las bestias contaminadas con las manos desnudas contrayendo así la enfermedad fatal.
Martes 2 de Agosto de 1949. Monopoli (BA) Italia.
“Querido hermano Gaetano:
Me debes perdonar si no te he escrito antes, a causa de mi enfermedad. Cuando estoy bien, cada semana voy a ver a la querida “mamma” a Castellana. Se que tampoco tú estas bien; puedes creer como lamento no podernos ver, pero después pensamos esto: es culpa de la distancia. No tengo otra cosa tantos cariñosos besos a ti. Tu hermana Anna”.
Lunes 10 de Abril de 1950. Rafaela (SFe) Argentina.
Idiolindo Luis Garrappa, hijo de Gaetano y Alejandra Galuppo, se casaba con Carolina Luisa Albani, hija de Pietro y Maria Blangino.
Sábado 24 de Junio de 1950. Rafaela (SFe) Argentina.
Ya notable músico y director de bandas y orquestas, Gaetano, deseaba regresar a Italia a pesar de su corazón enfermo y de los consejos del medico por evitar el largo viaje. Aquel día, un fuerte dolor en el pecho lo hizo doblar en dos con las manos sobre el pecho. Cerro definitivamente sus ojos marrones que nunca volverían a ver los amados “trulli” y olivos del pugliese.
Sábado 24 de Marzo de 1951. Rafaela (SFe) Argentina.
Aquel “Sábado de Gloria”, a las 11:30 horas veía la luz Jorge Alberto, hijo único de Idiolindo Luis Garrappa y Carolina Luisa Albani, nieto de Gaetano y Pietro y bisnieto de Agnello y Battista. Abuelos y bisabuelos que jamás conoció, pero para su fortuna, “Tío Felice” tomaría aquel lugar vacante, de muy buena gana.
Martes 28 de Octubre de 1958. Terno d'Isola (BG) Italia.
“Queridos primos:
Hoy es un día de alegría y bendición para toda la “Isla”!...nuestro ”Angelino” se ha transformado en Papa...! De hoy en adelante será llamado por todos Juan XXIII. Apenas sabida esta bella noticia mi he puesto a escribirles. No saben cuanta alegría hay en el corazón de padres y amigos. Tenemos nada menos que un Papa de la Isla...por eso será muy bueno...!”
Lunes 3 de Junio de 1963. Roma (RM) Italia.
El mundo recibía con profunda angustia y dolor la noticia de la desaparición del “Papa Bueno”. “Angelino” Roncalli había partido de este mundo sabiendo de ir a reencontrarse con muchos de sus amigos de la infancia.
26 de Enero de 1963. Mar del Plata (BAs) Argentina.
Aquel verano, “Tío Felice” tomaba de la mano al “nieto” predilecto para llevarlo al mar.
“Sabes pequeño, el Mar Adriático parece una “tavola blu”?…tu también lo veras algún día” le dijo con un dejo de nostalgia en la voz.
Después, juntos, se zambulleron en el agua salada, rieron y se divirtieron casi hasta el atardecer. Las autoradios y radios portátiles hacían sentir de continuo el ultimo suceso discográfico de Vianello. Un desconocido fotógrafo de playa inmortalizo aquel momento, sin duda, uno de los más felices de sus vidas.
Julio de 1997. Monopoli (BA) Italia.
Junto a mi esposa Ana descendimos ansiosos del coche. Nuestros zapatos escaparon de nuestros pies, la tome de la mano y corrimos, casi volando sobre la arena con los pies descalzos, hacia el mar.
Todos nos miraban perplejos. Vino a mi mente tío Felice, como en un sueño y ya no pude contener el llanto.
"Dios mío, como agradecerte este regalo.....! nonno querido...cuanta razón tenias!!!... tantos años después... lo he logrado...il tuo mare sembra proprio una tavola blu”!!
Sábado, 28 de febrero de 2004. Bergamo (BG) Italia.
A través de los cristales empañados del automóvil en movimiento, se entreve el blanquísimo paisaje bergamasco. De pronto, un cartel vial disolvió el encanto recordándome que debía llamar por teléfono a Gabriele. Sonó tres veces y a la cuarta una voz algo ronca pregunto:
"Pronto...chi parla?"
”Ciao Gabriele...Giorgio sono, siamo sull’A-4, appena siamo passati da Brescia e arriveremo a Bergamo tra pochi minuti...tu dove sei?”
”Hola...querido Jorge...que alegría oírte...escucha, tomen la salida de Seriate y busquen el Nuevo Complejo Ferial, allí los estaré esperando...en el estacionamiento...arrivederci...”
Casi desierto, apareció el enorme y moderno complejo. Desde el edificio, totalmente vidriado, salio un hombre, su silueta contrastaba fuertemente con el entorno nevado. Después, el abrazo interminable y la primera charla, café humeante y perfumado, de por medio.
”Vamos a recorrer Bergamo y después a Terno d’Isola, debes estar cansado” Dijo.
”Estoy muy bien…ansioso por conocer la ciudad” Respondí después de beber el ultimo sorbo de café a la carrera.
La vista de Bergamo desde lo alto me impresiono. Entre la bruma, cúpulas, campanarios y chimeneas humeantes, sobrepasaban las techumbres blancas.
Camino a Terno, abedules y pinos desnudos, parecían espectros albinos en gigantesca peregrinación por las laderas del monte Canto. Mi corazón latía siempre más aceleradamente, como si quisiera escapar de mi pecho.
”Llévame al Cementerio y luego a la casa” Le dije y, sin dudar, Gabriele giro a la izquierda.
Panteones y tumbas muy bien cuidadas, en perfecta hilera, desfilaron ante nuestros ojos.
”Por favor, me podría decir donde están quienes fueron sepultados en 1888?” Inquirí a uno que, acomodando las flores en un vaso, me miro bastante sorprendido.
”Creo que ya no están, nuestro cementerio como ve es muy pequeño y siempre falta espacio, lo lamento” Se excuso.
Desilusionados, abandonamos el camposanto sin poder dejar una flor sobre la tumba de mi bisabuela. Era el día del 116° aniversario de su partida definitiva.
Cruzamos el pueblo hasta detenernos en medio de una angosta callecita sin veredas. Sonrió.
”Hemos llegado”
Allí estaba, delante del N° 5 de la Via Carvisi, la casa de mi bisnonno Battista con mi sueño cumplido. Al día siguiente me recibiría el Intendente de Terno d’Isola.
Alce mis ojos y agradecí eternamente a Dios.
En esa oportunidad lo asistí como intérprete e improvisado “cicerone”, durante su corta estadía en Rafaela.
En el Hotel, Daniele leyó algunos de mis artículos periodísticos -publicados en el periódico bergamasco “Il Giornale dell’Isola”- y sorpresivamente, me invito a participar en el “1° Premio Enea - Concurso Literario Internacional sobre la Emigración” – que organizaba la AMM (Associazione Mantovani nel Mondo) con el patrocinio de la Administración Provincial de Mantova, Lombardia (Italia).
Lo pensé detenidamente pues detesto hacer el ridículo, mas aun tratándose de un concurso internacional en el cual participarían escritores de todas partes del mundo y los trabajos serian juzgados por poetas y escritores italianos de nota.
Contemporáneamente, era consciente de la existencia de esa fuente inagotable – aunque frecuentemente ignorada - de hechos, recuerdos, tradiciones y costumbres de nuestros inmigrantes, que este concurso buscaba hacer emerger.
En ese momento comprendí el sentido de las palabras del poeta mantovano Umberto Bellintani sobre la “Exigencia vital que significo la decisión de emigrar; el viaje entendido como empuje esencial hacia nuevos territorios y condiciones, como forma de conocimiento y de confrontación”.
Entendí el acierto en denominar al concurso "Enea", símbolo virgiliano del viaje y representación de la ligazón del origen con las nuevas condiciones de vida y la capacidad de inserción e integración del inmigrante italiano.
Analice mis recursos lingüísticos y literarios, tome en cuenta el juicio – favorable - de mi esposa y recien entonces decidí participar.
También lo hice como homenaje a mis nonos y a todos los hombres, mujeres y niños que, un día dejaron su tierra natal para emigrar en busca de la esperanza perdida.
Es en parte autobiográfico, porque me veo reflejado en sus líneas aun antes de haber nacido, mas aun, luego de haber logrado reconstruir la unidad familiar que, el mar y la distancia, pretendieron ahogar en el olvido.
Cuando fui notificado sobre el resultado del concurso sentí una gran alegría en mi corazón y un profundo alivio en mi alma.
De los cinco trabajos premiados, mi trabajo había recibido la Primera Mención Especial del jurado…entre más de cuarenta obras presentadas de todo el mundo!!!
Sentí orgullo como autor de la única obra premiada de la Republica Argentina y, sobre todo, por haber tenido una participación más que discreta en una compulsa de tanto prestigio internacional.
Arq. Jorge Alberto Garrappa
___________________________________________________________________Martes 28 de Febrero de 1888. Terno - Cabanetti (BG) Italia.
Los ojos de Maria Cagliani se apagaron, serenamente. Su mano inerte, pálida, quedo entre las rusticas manos de Battista, su dolorido esposo.
Al día siguiente, Maria Caterina tomo de la mano a Carolina y al pequeño Pietro para ir de sus amigos al cercano pueblito, Sotto il Monte. Desde el mismo momento en que llegaron, se sentaron todos en torno a ella.
“Nuestro padre ha decidido partir para América ...dice que ya no puede mas y quisiera recomenzar una nueva vida lejos de aquí... nos iremos muy pronto...” dijo melancólica y ausente.
Carlos, el muchachito enamorado de la localidad vecina de Bonate Sotto, la miraba desde lejos con las manos en los bolsillos.
“Angelino”, con la cabeza gacha, se alejó sin decir palabra. Todos lo vieron irse en silencio, ninguno podía intuir entonces que cosa Dios tenia reservada a aquel pequeñito cuyo nombre de bautismo era Angelo Giuseppe Roncalli.
Septiembre de 1888. Génova (GE) Italia.
Al despuntar el alba, Battista ya estaba despierto. Hizo levantar y lavar a los niños, repartió algunos trozos de pan y queso, para dejar el hotel y dirigirse, sin demoras, al puerto.
El clamor de cientos de voces se dejaba oír desde muy lejos. Le temblaron las piernas ante la flamante nave hecha, según decían, expresamente para transportar “gente pobre”.
Con la mirada perdida, mujeres y hombres, de rostros arrugados, deambulaban por doquier. Tenía un nudo en la garganta y un fuerte deseo de volver sobre sus pasos, pero quedo callado. El humo y la sirena a vapor les anunciaron la cercana partida del “Perseo”, justo cuando el sol caía.
Desde el muelle, abarrotado de gente, el barco se separo lentamente y, como un vuelo de pájaros enloquecidos, la multitud de pañuelos comenzó a agitarse con frenesí.
Las luces y ruidos de la costa, poco a poco, se fueron apagando. Solo podía oírse el sonido sordo del agua cortada por el casco y el grito de alguna gaviota solitaria.
Un ir y venir de hombres y familias, buscando “su lugar”, se desencadeno de pronto sobre la cubierta. Battista maldijo en voz baja por no haber llevado consigo aquellas viejas sillas plegables; no quedaría más que sentarse sobre el piso, generalmente, sucio y mojado.
Resignado, leyó lo que estaba escrito al dorso del boleto de embarque: “A la mañana: café con pan o pescado salado; almuerzo y cena: sopa o spaghetti, carne o pescado con contorno de verduras o pescado en conserva o salado con legumbres; pan y vino”.
”No esta mal” Se dijo y comenzaron a descender las escaleras que llevaban hasta el fondo mismo del barco.
Detrás de la puerta del dormitorio de hombres había un aviso que leyó con atención: “A las 7 levantarse, limpieza del dormitorio, desayuno, visita medica, esparcimiento, ducha, separación de sexos y silencio nocturno”.
Caterina tomo a su hermanita y ambas se fueron, de la mano, hacia el dormitorio de mujeres; Pietro, en cambio, quedo con su padre, muy sonriente.
Las primeras dos noches, con mar calmo, lograron dormir un poco. Al tercer día, navegaban por el Estrecho de Gibraltar entre las costas rocosas de España, la Fortaleza Británica y la costa de Marruecos con la pintoresca ciudad española de Ceuta.
Después, el Atlántico indómito trajo consigo el temido “mal de mar”. Contra sus molestos efectos, la receta la daban los marineros: “Comer mas de lo habitual y chupar un pedazo de limón”.
Battista sonrió por primera vez y alzó su mirada al cielo. Por fortuna limones habían cargado y no arruinarían la atmósfera del dormitorio, ya bastante insoportable por los vómitos de los muchos embarcados.
La esperada primera escala llego recién al noveno día: la Isla de Cabo Verde. La nave hizo su recarga de carbón y todo se cubrió de un velo negro, impalpable, que hizo necesario cambiar toda la indumentaria y disfrutar de tierra firme con la avidez de un sediento.
Reiniciado el viaje, el calor se hizo sentir. El Capitán comunico el inminente cruce de la línea del Ecuador y los viajeros, que hacían su “primera experiencia en alta mar”, fueron alegremente “bautizados” por los veteranos.
Después de treinta días, vividos en ese ambiente nauseabundo e irrespirable, el vapor recorrió el último tramo de la larguísima travesía de 21.200 millas.
Viernes 26 de Octubre de 1888. Buenos Aires (BAs) Argentina.
Sobre la banquina del Puerto, la serpenteante fila de inmigrantes desembarcados del “Perseo”, se movía muy lentamente. A su turno, el hombre de rostro rugoso, se acerco a la mesa donde llenar su ficha personal. A su lado, Maria Caterina de 11 años, Maria Carolina de 8 y el pequeño Pietro de solo 3, se veían aun pálidos y demacrados.
Miércoles 20 de Febrero de 1889. Canosa di Puglia (BA) Italia.
La casa de la Vía Doge Faliero estaba en total silencio. Los últimos rayos del sol perforaban las ventanas haciendo brillar el reloj de pared. Agnello lo miraba repetidamente, moviendose con impaciencia.
En punto a las siete y cuarenta minutos, desde la habitación contigua, el llanto agudo le anuncio sin sombra de duda, la llegada de su primer hijo varón.
Lo llamaría como su padre: Gaetano Garrappa.
Agnello y Anna Petrosillo tuvieron dos años después a Nicola; a Felice en 1893 y mas tarde a Angelo; Lellina vendría en 1898 y el “novecento” traería consigo a Vito y “Peppino”.
Martes 30 de Agosto de 1892. Colonia Progreso (SFe) Argentina.
Carlos Sangalli, de veinticinco años de edad, hijo de Giuseppe y de Madalena Nava, nacido en Bonate Sotto, ahora residente en Colonia Grutly, se casaba con la hija de Battista y de Maria Cagliani: Maria Caterina Albani de solo catorce años de edad.
Carlos, aquel que la soñaba todas las noches y no había tenido nunca el coraje de decírselo, había decidido tomarla por esposa. La bella muchacha y el joven enamorado, que la miraba desde lejos, se habían finalmente reencontrado en América.
Domingo 4 de Diciembre de 1892. Terno d’ Isola (BG) Italia.
"Queridisimos todos:
Casi nada ha cambiado desde vuestra partida. Las novedades mas importantes son de pocos dias,”Angelino” Roncalli entro en el Seminario Menor de Bergamo y se ha producido el cambio de la denominacion de nuestra Comuna de “Terno” por la de” Terno d’Isola”, para evitar la confusion con otros pueblos de Italia que tienen el mismo nombre. Auguramos una Feliz Navidad para todos. Tu prima que te quiere”.
Lunes 15 de Agosto de 1904. Terno d’ Isola (BG) Italia.
“Queridisimos:
Sotto il Monte ha recibido con grandes festejos al joven sacerdote Angelo Giuseppe Roncalli para su primer Santa Misa, deberian haberlo visto...! Todos estabamos alli para acompañarlo y hemos rezado juntos tambien por ustedes que estan tan lejos”.
Martes 20 de Febrero de 1906. Canosa di Puglia (BA) Italia.
Gaetano alcanzaba apenas el metro con cincuenta y seis de estatura al cumplir los 17 años. Gustaba tocar el acordeón mientras acompañaba a su padre en el carruaje de la Masseria. Con los cabellos castaños al viento y sus ojos marrones entrecerrados, miraba el mar cercano, dejando volar su pensamiento más allá del horizonte azul e infinito.
“En América se puede encontrar trabajo y vivir dignamente y, estando dispuesto ha hacer algún sacrificio, se puede también ahorrar” se decía por aquellos días.
Salvatore, el Jefe de Oficina del “Reale Commissariato Generale dell’ Emigrazione” del lugar, dio a Gaetano un librito recién llegado desde Roma: el “Manuale Pratico dell’emigrante in Argentina, Uruguai e Brasile”. Así supo que siendo todavía menor, necesitaría del permiso paterno, una autorización especial del Prefecto y la supervisión de un tutor mayor de edad para viajar.
Con sus amigos íntimos se confió y ellos lo alentaron para enfrentar a sus padres.
“Después de cena será el momento justo” se dijo.
La noticia, como un balde de agua fría, cayo sobre las espaldas de toda la familia. Agnello aspiro el humo de su cigarro, en silencio. “Mamm’Annetta”, movía la cabeza como no creyendo y balbuceaba con toda la dulzura que le permitía su profundo dolor.
“Hijo mío!...pero que estas diciendo?..donde quieres a ir?...a América?...En América hace frió!...escucha a tu madre…!”
Noviembre de 1906. Génova (GE) Italia.
Gaetano y Giovanni, su tutor y compañero de viaje, no habían podido pegar un ojo en toda la noche. Tomaron su equipaje y sin demora se dirigieron hacia el puerto. Aquel gigante flotante, con el Tricolor Real ondeando sobre el mástil, les hizo recorrer un fuerte escalofrío por sus espaldas; treparon la escalerilla balanceante y, a grandes pasos, alcanzaron por fin la cubierta del “Bologna”.
Diciembre de 1906. Buenos Aires (BAs) Argentina.
Mientras el perfil de la metrópoli sudamericana se agrandaba poco a poco, navegaban lentamente sobre las aguas marrones del Río de la Plata hasta que el ancla se hundió con un sonido pesado.
El “Bologna” fue rápidamente abordado por el personal de la sanidad argentina. Por fortuna Gaetano y Giovanni fueron autorizados a desembarcar inmediatamente, en cambio, los enfermos eran internados en el hospital de aquella isla llamada Martín García.
El “Hotel de los Inmigrantes”, vecino a la Estación Ferroviaria de Retiro, les ofreció alojamiento y comida por cinco días; lechos y colchones no había disponibles. Pronto se dieron cuenta del porque: habría sido imposible garantizar una mínima higiene con colchones que nunca habrían podido ser cambiados. Con sus mantas construyeron un lecho provisorio y durmieron sobre el piso, bastante limpio.
Junto a ellos se amontonaban españoles, turcos, sirios y emigrantes de otras partes, con todos ellos buscaban mostrarse respetuosos y gentiles.
Era la recomendación que se hacia en el Manual.
Antes del plazo previsto, fueron transportados por tren hacia Santiago del Estero. En esa Provincia mediterránea se ofrecían los más diversos trabajos.
Miércoles 20 de Febrero de 1907. Santiago del Estero (SE) Argentina.
Gaetano cumplía 18 años y requería la ciudadanía argentina que le era concedida el 14 de Junio. Entonces fue reclutado. Debió hacer el servicio militar en Rosario, la mas grande ciudad industrial de la Provincia de Santa Fe, hasta obtener la baja definitiva. Después se traslado a Rafaela, joven “colonia” enclavada en el corazón de la “Pampa gringa”, donde vivía y trabajaba una grandísima colectividad italiana y algunos pocos conocidos “meridionales”.
Lunes 12 de Abril de 1909. San Guillermo (SFe) Argentina.
Pietro Albani, de 24 años de edad, tomaba en matrimonio a la joven Maria Blangino de diecisiete, hija de Stefano y Rosa Bernardi. Tuvieron nueve hijos: Maria Antonia en 1910, después llegaron Angel, Angela, Valentina Rosa y Lucia Esmeralda. Carolina Luisa nacía el 16 de Octubre de 1921, Rosa Irma en 1924, poco mas tarde Enriqueta Lidia y finalmente Bautista, en 1928.
Octubre de 1910. Rafaela (SFe) Argentina.
Desde 1890, la “Società Italiana di Mutuo Soccorso Vittorio Emanuele II”, asistía y ayudaba a todos los italianos que vivían en el lugar. Gaetano, se inscribió justamente el año en que la Colonia festejaba su 29° Aniversario.
Alejandra Felipa Galuppo, hija de inmigrantes italianos nacida en América, conocía a Gaetano y poco después se casaban. Formaron una familia de siete hijos: Leticia, Aniello, Aldo -muerto prematuramente-, Idiolindo Luís, nacido el 22 de Julio de 1914 y luego nacerían Evangelina, Cayetano y Elba.
Domingo 2 de Enero de 1916. Colonia Rosa (SFe) Argentina.
Pietro Albani era electo Jefe de Comuna del pueblo, con solo 31 años de edad. El joven campesino, de la “Isla bergamasca”, dejaba sus labores rurales para administrar a sus propios "paesanos".
Marzo de 1921. Génova (GE) Italia.
Felice Garrappa, veterano de la “Gran Guerra”, se embarcaba sobre el “Principesca Mafalda” directo a América. Tenia 28 años, poca ropa en su “bagaglio” y, en el fondo del corazón, el recuerdo doloroso de su querido hermano Angelo, caído en 1915, en defensa de la Patria.
Sábado 9 Enero de 1926. Colonia Rosa (SFe) Argentina.
Pietro Albani hacia poco había comprado una moderna maquina, con la que cosechaba el grano a requerimiento de los campesinos de la zona. Muy apreciado por todos, por segunda vez, resultaba electo Jefe de Comuna.
Miércoles 8 de Mayo de 1929. Colonia Rosa (SFe) Argentina.
A solo 44 años, Pietro moría de “septicemia carbunclosa”. Solo un mes antes, el peón le había llevado la maldita noticia sobre la misteriosa muerte de sus vacas. Presuroso, examino las bestias contaminadas con las manos desnudas contrayendo así la enfermedad fatal.
Martes 2 de Agosto de 1949. Monopoli (BA) Italia.
“Querido hermano Gaetano:
Me debes perdonar si no te he escrito antes, a causa de mi enfermedad. Cuando estoy bien, cada semana voy a ver a la querida “mamma” a Castellana. Se que tampoco tú estas bien; puedes creer como lamento no podernos ver, pero después pensamos esto: es culpa de la distancia. No tengo otra cosa tantos cariñosos besos a ti. Tu hermana Anna”.
Lunes 10 de Abril de 1950. Rafaela (SFe) Argentina.
Idiolindo Luis Garrappa, hijo de Gaetano y Alejandra Galuppo, se casaba con Carolina Luisa Albani, hija de Pietro y Maria Blangino.
Sábado 24 de Junio de 1950. Rafaela (SFe) Argentina.
Ya notable músico y director de bandas y orquestas, Gaetano, deseaba regresar a Italia a pesar de su corazón enfermo y de los consejos del medico por evitar el largo viaje. Aquel día, un fuerte dolor en el pecho lo hizo doblar en dos con las manos sobre el pecho. Cerro definitivamente sus ojos marrones que nunca volverían a ver los amados “trulli” y olivos del pugliese.
Sábado 24 de Marzo de 1951. Rafaela (SFe) Argentina.
Aquel “Sábado de Gloria”, a las 11:30 horas veía la luz Jorge Alberto, hijo único de Idiolindo Luis Garrappa y Carolina Luisa Albani, nieto de Gaetano y Pietro y bisnieto de Agnello y Battista. Abuelos y bisabuelos que jamás conoció, pero para su fortuna, “Tío Felice” tomaría aquel lugar vacante, de muy buena gana.
Martes 28 de Octubre de 1958. Terno d'Isola (BG) Italia.
“Queridos primos:
Hoy es un día de alegría y bendición para toda la “Isla”!...nuestro ”Angelino” se ha transformado en Papa...! De hoy en adelante será llamado por todos Juan XXIII. Apenas sabida esta bella noticia mi he puesto a escribirles. No saben cuanta alegría hay en el corazón de padres y amigos. Tenemos nada menos que un Papa de la Isla...por eso será muy bueno...!”
Lunes 3 de Junio de 1963. Roma (RM) Italia.
El mundo recibía con profunda angustia y dolor la noticia de la desaparición del “Papa Bueno”. “Angelino” Roncalli había partido de este mundo sabiendo de ir a reencontrarse con muchos de sus amigos de la infancia.
26 de Enero de 1963. Mar del Plata (BAs) Argentina.
Aquel verano, “Tío Felice” tomaba de la mano al “nieto” predilecto para llevarlo al mar.
“Sabes pequeño, el Mar Adriático parece una “tavola blu”?…tu también lo veras algún día” le dijo con un dejo de nostalgia en la voz.
Después, juntos, se zambulleron en el agua salada, rieron y se divirtieron casi hasta el atardecer. Las autoradios y radios portátiles hacían sentir de continuo el ultimo suceso discográfico de Vianello. Un desconocido fotógrafo de playa inmortalizo aquel momento, sin duda, uno de los más felices de sus vidas.
Julio de 1997. Monopoli (BA) Italia.
Junto a mi esposa Ana descendimos ansiosos del coche. Nuestros zapatos escaparon de nuestros pies, la tome de la mano y corrimos, casi volando sobre la arena con los pies descalzos, hacia el mar.
Todos nos miraban perplejos. Vino a mi mente tío Felice, como en un sueño y ya no pude contener el llanto.
"Dios mío, como agradecerte este regalo.....! nonno querido...cuanta razón tenias!!!... tantos años después... lo he logrado...il tuo mare sembra proprio una tavola blu”!!
Sábado, 28 de febrero de 2004. Bergamo (BG) Italia.
A través de los cristales empañados del automóvil en movimiento, se entreve el blanquísimo paisaje bergamasco. De pronto, un cartel vial disolvió el encanto recordándome que debía llamar por teléfono a Gabriele. Sonó tres veces y a la cuarta una voz algo ronca pregunto:
"Pronto...chi parla?"
”Ciao Gabriele...Giorgio sono, siamo sull’A-4, appena siamo passati da Brescia e arriveremo a Bergamo tra pochi minuti...tu dove sei?”
”Hola...querido Jorge...que alegría oírte...escucha, tomen la salida de Seriate y busquen el Nuevo Complejo Ferial, allí los estaré esperando...en el estacionamiento...arrivederci...”
Casi desierto, apareció el enorme y moderno complejo. Desde el edificio, totalmente vidriado, salio un hombre, su silueta contrastaba fuertemente con el entorno nevado. Después, el abrazo interminable y la primera charla, café humeante y perfumado, de por medio.
”Vamos a recorrer Bergamo y después a Terno d’Isola, debes estar cansado” Dijo.
”Estoy muy bien…ansioso por conocer la ciudad” Respondí después de beber el ultimo sorbo de café a la carrera.
La vista de Bergamo desde lo alto me impresiono. Entre la bruma, cúpulas, campanarios y chimeneas humeantes, sobrepasaban las techumbres blancas.
Camino a Terno, abedules y pinos desnudos, parecían espectros albinos en gigantesca peregrinación por las laderas del monte Canto. Mi corazón latía siempre más aceleradamente, como si quisiera escapar de mi pecho.
”Llévame al Cementerio y luego a la casa” Le dije y, sin dudar, Gabriele giro a la izquierda.
Panteones y tumbas muy bien cuidadas, en perfecta hilera, desfilaron ante nuestros ojos.
”Por favor, me podría decir donde están quienes fueron sepultados en 1888?” Inquirí a uno que, acomodando las flores en un vaso, me miro bastante sorprendido.
”Creo que ya no están, nuestro cementerio como ve es muy pequeño y siempre falta espacio, lo lamento” Se excuso.
Desilusionados, abandonamos el camposanto sin poder dejar una flor sobre la tumba de mi bisabuela. Era el día del 116° aniversario de su partida definitiva.
Cruzamos el pueblo hasta detenernos en medio de una angosta callecita sin veredas. Sonrió.
”Hemos llegado”
Allí estaba, delante del N° 5 de la Via Carvisi, la casa de mi bisnonno Battista con mi sueño cumplido. Al día siguiente me recibiría el Intendente de Terno d’Isola.
Alce mis ojos y agradecí eternamente a Dios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario