"Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje. Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro, nadie os lo disputará; entonces habrá prosa, habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza." DOMINGO F. SARMIENTO



sábado, 25 de mayo de 2013

EVITA DESCANSA AQUI O EN ITALIA?

Por Jorge Alberto Garrappa

Segundo episodio

“Mejor un gramo de fortuna que un kilo de oro”

La providencia me llevo al conocimiento de Aldo Villagrossi. Profesional, emprendedor, historiador y escritor de Dalmine, cerca de Milano.
El me hizo llegar su libro titulado “Le false verita” (Las falsas verdades). El texto hipotiza sobre la posibilidad de la existencia de un cadáver, sepultado en otro cementerio del territorio bergamasco, que podría ser el de Evita.
Aldo ha preferido presentar “Le false verità” bajo la forma de una novela mas que un documento histórico. Sin embargo a lo largo de la lectura del libro se percibe una sutil línea de confín entre la realidad y la ficción.

El lado B de la historia oficial

Villagrossi desgrana, poco a poco, una historia fascinante que va mas allá de la operación “Nuez”, pensada para hacer desaparecer el cuerpo de la mítica Eva Perón.
El nudo gordiano, o sea el verdadero problema, “es uno solo –según Aldo- evitar que se descubra la cruda realidad: Evita no esta allí, en su estudio (el del Doctor Ara). El cuerpo de Evita ha sido llevado lejos. La que se encuentra en su estudio es solo una esplendida reproducción”. “A decir verdad –agrega Villagrossi-  Pedro Ara equivoca el embalsamamiento, pero no lo dice a nadie. La momia de Evita es considerada autentica por todos, sobre todo por quien ha organizado la expedición a Europa. Son ellos los que después van a cortar el dedo y a esconder la momia en Milano, pasando por la embajada Argentina di Múnich de Baviera. Pero la momia es solo una estatua. Se puede imaginar que cara habrán puesto al buscar abrir aquella cuenta corriente con un dedo de cartón. Después del examen de los tres profesores, se viene a saber que el cuerpo examinado es fingido. A este punto Ara confiesa a Aramburu que el verdadero cuerpo esta preservado en alguna parte que ninguno sabe. Entre tanto es necesario hacer desaparecer todo y entonces son convocados varios empresarios, Agostino Rocca en primer lugar”.
El autor hace desfilar de continuo personajes ficticios y otros reales y notables como el ingeniero Agostino Rocca, jefe de la “Tech-Int” entre otras. A el viene presumiblemente confiado el plan para el traslado del ataúd de Evita, desde Argentina al cementerio napoleónico de Sforzatica, cercano a Dalmine (Provincia de Bérgamo, en Lombardía).
Un tal Jorge García, ex piloto de la aeronáutica argentina, ingeniero de la “Dalmine Siderca” de Campana (Provincia de Buenos Aires), llegado en 1972 a Roma y, en el 1973 a Dalmine, se fue rápidamente en el verano o la primavera de 1974. Un día que hacía calor. La exhumación de Evita del cementerio de Milano se había producido hacia tiempo. Mientras reside en Dalmine, lleva flores y velas a María Maggi vedova De Magistris al cementerio de Sforzatica.
Jorge, tal vez es un agente de los servicios secretos argentinos, que parece tener la tarea de recoger los distintos sobres que contienen las cartas con los datos precisos sobre el destino del verdadero cuerpo de Eva Perón.
Martino Morandi, “el gordo”, músico callejero de origen mantovano, es un personaje introducido en la novela como tenedor de uno de los sobres sellados, “ya amarillentos”, con su precioso contenido.
También Manuel Ferrer, un hebreo argentino que vive en Francia, más precisamente en Paris, es contactado por Jorge García en alta mar para saber sobre el contenido de su carta. “Cementerio de Campagnano, Roma, Italia. Seguir la calle denominada “Frati Cappuccini”, sobre una colina esta el campo santo. Recorrer el sendero, la sexta tumba a la derecha, propio bajo un ciprés”. Está escrito en una de ellas.
“Cementerio de Sforzatica-Dalmine, Bérgamo, Italia. Un sendero transversal a la calle principal que lleva desde el centro habitado de Sforzatica hacia los campos. Sobre la izquierda encontrar un camino arbolado, lleva al cementerio, tercera tumba a la izquierda.” Dice otra.
Esto hace imaginar las dificultades de descubrir la carta conteniendo la información precisa. He aquí el objetivo de la operación “Nuez”.
La narración va mas allá hipotizando sobre porque muchos trataban de encontrar el verdadero cadáver de Evita: obtener las improntas digitales que abrirían una caja fuerte del Banco Suizo, que contendría la fortuna de Perón.
Pero cual era el origen de ese dinero?
El autor imagina que provenía del Ehemaligen SS-Angehöringen, organización alemana dedicada a introducir en “Países amigos” ex jerarcas nazis escapados al finalizar la segunda guerra mundial. Esta organización -más conocida como ODESSA- habría tomado contacto con el gobierno de Perón en busca de facilidades como la entrega de pasaportes y otra documentación oficial a personajes como Eichmann, Mengele o Priebke entre otros. También el texto analiza la posibilidad de que Hitler y Eva Braun no se hayan suicidado sino transferidos directamente a la Argentina y vivido aquí hasta la muerte de ambos.
Esta “cobertura” peronista habría sido muy bien pagada con oro y piedras preciosas pertenecientes al botín del Reich, obtenido del holocausto judío.
Aquel gran tesoro habría sido depositado, por la propia Evita, en una cuenta cifrada a nombre suyo y de su hermano Juan Duarte, aprovechando su “tournée” por Europa.
“He aqui porque la primera cosa por hacer es embalsamar el cuerpo. Se inventa la historia que Evita ha pretendido el embalsamamiento, y de esto modo preservar la impronta digital y se toma un buen tiempo para extraerlos en tranquilidad y llegarse a Ginebra para hacer “Collecting” – afirma Villagrossi.

Perón
Villagrossi tambien toca un hecho quizás mas difundido: un Perón italiano -nacido en Cuneo que, llegado al poder en Argentina, se construyo una nueva historia con documentos y testimonios falsos que aseguraban haberlo tenido alguna vez como Capitán o Coronel.
En efecto, todavía hoy no se sabe con precisión donde nació ni donde fue a parar el acta de nacimiento del famoso conductor de los “descamisados”.
Más adelante, Aldo, discurre sobre la posibilidad que la cuenta suiza fuese solo abierta con las improntas digitales de los cónyuges Perón, lo que podría explicar porque fueron cortadas las manos del cadáver del General en Buenos Aires años atrás.
Obviamente, Villagrossi enlaza decididamente el hurto de las manos de Perón y de los dedos de Evita a una intervención de Licio Gelli o del Mosad, dirigido a encontrar la “password” que consintiese abrir la cuenta suiza de la familia Perón.
Hasta la muerte sospechosa de Juan Duarte, en su epoca, fue endosada a su poderoso cuñado, Juan Domingo Perón.
Me viene entonces a la mente la pregunta: al cuerpo de Juan Duarte le faltaran también las manos? Quien lo sabe.
Aparte de Jorge, otro protagonista de la historia de Villagrossi es un sacerdote: Don Giulio Madurini. El hombre encargado de custodiar y devolver a Peron el cuerpo de Evita en Puerta de Hierro.
Cuando fue abierto el ataúd, Perón sabia que aquella estatua de cera no era su mujer difunta?
Lo sabia Don Madurini?
En cual indescifrable dialecto hablaban Perón y el cura?
Como puede ser que ni el "Brujo" López Rega se diese cuenta de la sustitución del cadáver?
Aldo hace una interesante interpretación del mensaje encriptado escrito sobre la lapida existente en el cementerio de Sforzatica: “Aqui yace MARIA (primer nombre de María Eva Duarte) Reina de la plaza de MAGGIO (Plaza de Mayo, la plaza donde Evita dio sus discursos más famosos) EL MAESTRO (del latín De Magistris, del maestro, de los maestros, Perón era el Gran Maestro de la masonería argentina) VEDOVO TUO (viudo tuyo)”.
Y para un final fantastico, a toda orquesta, Villagrossi publica una supuesta carta de Juan Domingo Perón, datada en Buenos Aires el 21 de Noviembre de 1923, escrita en un italiano muy extraño que podría ser verosímilmente piamontés.
El hecho que Madurini mismo, cunéese de origen, dijese que hablaba en dialecto con Perón es un signo inequivocable (ver sitio internet de la curia de Milano).
Difícil es decir que cosa podría suceder en Argentina si esta carta fuese verdadera y se pudiese verificar que la caligrafía habria pertenecido al proprio Perón.
De todos modos no se puede ir lejos contra la verdad pues, la mentira tiene siempre las piernas demasiado cortas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gran aporte! Buen libro.... Y viva Perón, carajo!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.